AGAMENON CASTRILLON: “30 años, un poco más que nada…”

 En 1975 me bajé del galgo de la ONDA. Llegué a la pensión de Tristán Narvaja y Lavalleja, una fonda sin fondo ni frente donde a las tres de la mañana venían los milicos como perros en busca de los tatuses que ya no estaban en las cuevas. Escarbaron las raíces de los árboles de 18 de Julio y para cementar diceminaron pedregullo y portland en todas las veredas. Dieron buelta la plaza Endependencia y como no encontraron nada inventaron un mausoleo para el polvo del Don José que todavía los mira desde un cerro de Arerunguá arrodeao por mujeres, cimarrones, indios y negros esperando que los más imperdices sean al fin privilegiados.

No era fácil cantar… Querían fragmentar a los orientales revolviendo el puchero de la iniquidad y como los otros dictadolores de la hispanidad o de la argentinidad, membretaron todos sus papeles con el Año de la Orientalidad  creyendo divinamente que la esencia se decreta como un aviso de la Dinarp. Hasta designaban coroneles interventores para el mate y el bigote.
No era fácil cantar… Veníamos con Basilio y Nicomedes, haciendo canciones desde 1973 en los bancos de la Plaza Colón de Tacuarembó. También… con esos nombres de personajes de Javier de Viana… ¡cómo no iban a cantar!
No era fácil. En la pensión de Tristán Narvaja nos conocimos con Jorge y Omar y escribimos algunas guitarreadas compartidas con los Hnos. Da Cruz… Fuimos con aparceros a “La Cava del Virrey” donde cantaban los Benavides y Universo; a las peñas en el local de AEBU, al recital del Darno en el “Shakespeare & Co.”; al “Circular” a escuchar a Los que iban, que aún siguen viniendo a pata por la historia.
Con el Nico fuimos a visitar a Abel porque lo habían tumbado el divorcio y la hepatitis y para aliviarlo de las cruces empezamos a hacer canciones. Al poco tiempo, con la generación 75 de Historia del IPA, cansados de cantar bajito y sin permiso, organizamos el primer Palacio Peñarol, el 16 de Setiembre de 1978. Cuando abrió Abel el recital con sus canciones y en especial el Homenaje a Líber Falco, sentí que valía la pena cantar y pese a todo había que seguir cantando.
Como cantamos después en otro tema:

………………………
Nacen vidalitas
aunque no haya fuego:
Fénix de las aves
que acá mantuvieron
el pico con sable
pero bien abierto.

………………..……..

Un día de esos cayó Abel con la letra de “Uno (que se crió acá)” de un tal Macachín, que hacía teatro en la “Asociación Cristiana de Jóvenes” y leía textos propios en los “Cantos para que estés” de Juveniles de la ACJ. Ahí empezamos a mezclarnos los unos con los unos, como dice la canción “uno / entonces sabe / que es tiempo ya/ de empezar por los plurales / de empezar por los plurales / los versos…” Ensayamos un recital con Cantaliso que llamamos Canciones del Destierro. El Flaco Jorge me dijo: “Vo’ Canarito (“desasido y solo”) venite a vivir con nostros en el Cerro”.
Cantaliso, guiso y, en la calle Cuba, esquinas EEUU y Japón! De ahí en más no hemos dejado de pOetar con las pelOtas de los pOetas. Ensayaban en la casa Cantaliso, el Tato que improvisaba las obras de  Títeres Girasol, Héctor escribía textos de canciones, se arrimaron poetas de La Teja como Mayayo y Figueiras, poetas de Las Piedras como Pintado y Dotti, debajo de las piedras también: Luis Damián, Ferolla, el Negro Richard Piñeyro recién salido de la cana con olor a La Paz sin filtro, sería para compensar La Guerra que le hicieron.
Otro día apareció un trasnochado animador del arte y el periodismo que resultó ser Antonio Dabezies, con la idea de una revista para publicar poesía y editar un simple con canciones. “La revista a”. Primera letra donde por primera vez entintamos los versos en una vieja Offset que tosían Moreno y el Negro Miguel.
Nos prendimos a la imprenta CBA como garrapatas. Tertuliamos. Guitarreamos.
El Maca que tenía ya vocación de tipo gráfico se prendió a la trincheta y al print.
En 1980, “con tanto callo encima” nos animamos a publicar un libro conjunto, espalda con espalda, para cubrirnos, encubrirnos, recubrirnos, descubrirnos…por si las moscas o cualquier rirno que amenizaba o amenazaba (¿?) por ahí (y por aquí).
Así nació “Vidrios para Cronomapas de la RealidadesNuda” conjuntamente con “Ciudad de la bocas torcidas”, de Castrillón y Wojciechowki, por estricto alfabetismo.
Lo diseñó el Maca, lo publicamos en la CBA de Antonio, lo presentamos en un Canto para que Estés, cantaron el Capincho Benjamín, Julio Julián, Abel y Magdalena, el canario Alexis, el Lilo. Ahí estaban los amigos del Cerro, de la casa del Buceo de Bauzá y Tiburcio Gómez, el Maguila, el Tato… Vendimos los 300 ejemplares en la presentación y la siguiente semana.
Desde ahí no soltamos más el nicho de amigos y parientes como público cautivo del libro de poesía. Ese fue la semilla de Ediciones de Uno. Esa es otra historia que otro día vamos a contar.
Conmemoramos 30 años de nuestro primer libro conjunto con esta plaqueta que ponemos a vuestra disposición.
30 años, un poco más que nada…

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