J. J. NUÑEZ: Un tal Clemente

En el mes de octubre en el Museo de Artes Plásticas de Tacuarembó, el artista plástico tacuaremboense Juan José Núñez presentó parte de su obra de pinturas y algunas esculturas. Lo hizo nada menos que con el aval de Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”, lo que nos habla del alto nivel alcanzado por este reconocido artista nuestro. Al recorrer y observar lentamente cada cuadro, cada forma escultórica, reconocemos la dualidad interpretativa de dos seres distintos, pero que en un cruce de caminos, por error o por fortuna, porque en la resolución y severidad de los elementos, se conjuntan magníficamente, como lo harían para un concierto, dos músicos por demás experimentados.

“El JJ” o “El Pinocho” como le decían en el Barrio Ferrocarril, se internó un día en el mundo creativo de un escritor muy conocido como lo es Felisberto Hernández (digamos que no bien conocido por algunos lectores, donde mi incluyo). Por la senda sinuosa del escritor, este sensible plástico se fue internando, investigando, y a medida que buceaba en la profundidad de su obra, (cosa curiosa) se fue descubriendo a sí mismo. Felisberto no estaba solo ni “JJ” tampoco lo estaba. Entonces el plástico tomó los pocos espacios vacíos que dejaba el escritor y con algún elemento de su gloriosa colección, comenzó a darle vida a una nueva inspiración, sensibilizada por recuerdos casi olvidados. Mirando sus cuadros, podemos descubrir parte de la obra de Felisberto, y algo de su voluptuosa personalidad. Son como ventanitas abiertas que nos muestran un olvidado ferrocarril, una sinuosa calle de barrio, un destartalado y polvoriento piano con las tres viejas y eternas tías.

En esta sintética colección, Juan José Núñez nos muestra una nueva arista de su rica creatividad, al interpretar con rigor, a los espíritus de los duendes que habitan en la novela de Felisberto. Pero sigue fiel a su veta artística, a su plástica, capaz de revivir y colorear a elemento muertos. Conocemos en “JJ” al plástico que en la calle, o en los rincones más insólitos, encontraba el material en desuso que puesto en determinadas condiciones y determinadas posiciones, eran capaces de conformar un todo, llenar bellísimos espacios y dar a lo muerto o casi. Pedazos de maderos sin formas ni color, era tomadas por el plástico para crear sus obras, con la misma unción y emoción del artesano que toma a la perfumada madera para construir una sonora guitarra. Pero hay un momento en su vida. Hay una etapa en que su creación sufre una transformación lindando en lo infinito. Aquellos espacios que él llenaba de una forma, ahora lo haría de otra. Desde aquel mismo instante en que su adolescente hijo Luis, encontrara la muerte en el vuelo veloz de un automóvil. Su potencial creativo sufre una leve detención. Cuando recomienza, siente la necesidad de crear frágiles estructuras desprovistas de peso, que sobrevolaran el espacio, prácticamente sin sostenes… Es así que por un tiempo, se olvida de sus maderos, para utilizar finos hilos de alambre. Leves esferas, figuras aladas, espirales que se entrecruzaban armónicamente, como suspendidos en el aire llenaron de pronto los espacios del artista. Para nuestro gusto, el propio Luisito andaba volando en ellos.

Volviendo a la muestra reciente, aparte de sus expresivos cuadros, expuso también algunos trabajos donde el alambre, conforma la totalidad del material. Pero aquí, las obras escultóricas tienen otra presencia, otra postura, tienen pie y lugar. Hermosos árboles, airosos sulkys, bancos y curiosas cachilas; cada obra con el sello inconfundible de su plástica evolutiva. En etapas posteriores, el plástico Juan José Núñez, fue retomando toda su intensidad en lo que respecta a evolución y creación de nuevos caminos para su arte. Regresan los maderos, que combinados con otros elementos, más algunas pinceladas de color, producen una mayor expresión, mayor impacto a la sensibilidad del observador. En definitiva, el muchacho del Barrio Ferrocarril, el “Pinocho” del Centro de Barrio Nº1 de Tacuarembó, se ha constituido en un valioso y distinguido plástico. Es oportuno destacar que sus muestras han recibido buena crítica en los países que fueron exhibidas y sus obras escultóricas, que por sus formas tomaron notoriedad, (gallos, caballos, etc.) están desparramadas en todo el mundo, enriqueciendo museos y colecciones particulares. SANTIAGO “Guito” MARRERO

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