Numerá tu barrio…una experiencia que puede repetirse

Hace ocho meses el Programa Cardijn, junto al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), inició un proyecto de Uruguay Integra, teniendo como protagonistas a un grupo de mujeres de Tacuarembó. El objetivo del proyecto fue integrar a la sociedad a mujeres en situación de vulnerabilidad, brindándoles herramientas para la inclusión social, la construcción de ciudadanía y el desarrollo personal y laboral.
La estructura del programa del proyecto consistió en: Una actividad específica. Abordaje de ejes temáticos: derechos ciudadanos, género, grupo y sentido de pertenencia, fortalecimiento de vínculos, conocimiento de redes de apoyo, capacitación para la participación, corresponsabilidad y toma de decisiones, violencia, entre otros. Trayectoria personal o grupal de integración social. Una actividad de integración comunitaria.

El proyecto se desarrolló en la zona donde confluyen los Barrios Menéndez, Torres, 25 de Agosto y Gringo Labus, separados entre sí por una calle o por una avenida y de otras zonas por rutas o por la vía del tren. La zona tiene una población de más de 4.000 personas, consecuencia de una explosión demográfica que surge, básicamente, a partir de la construcción de una importante avenida de doble vía, la avenida San Martín, que une las Rutas 5 y 26 con el centro de la ciudad. Estos barrios tienen una población sumamente heterogénea ya que en ellos conviven comerciantes, obreros, funcionarios municipales, maestros y familias en situación de pobreza. Muchos de los hogares son monoparentales, con jefaturas de mujeres solas, que tienen muchos hijos y no salen a trabajar. Existen situaciones de violencia intrafamiliar con maltrato a mujeres y a niños. Al recorrer los barrios invitando a las mujeres a trabajar juntas, el equipo técnico del Programa Cardijn comprobó que otra característica de la zona es que las calles no tenían nombre y las casas carecían de número. Este es un problema que se repite en muchos barrios de Tacuarembó y de otras ciudades del Uruguay. El hecho de tener una dirección, así como un nombre, tiene que ver con nuestra identidad. Sin ella, la gente no logra completarla, no logra la inclusión total en la sociedad. Esto genera además problemas prácticos que todos conocemos: las ambulancias se demoran, los taxis se pierden, las facturas no llegan…
Para explicar dónde vivía -dice Mary, una de las protagonistas, en forma muy expresiva- después de largas explicaciones terminaba diciendo: “la casa de los tres pinos. Si algún día los cortan no sé cómo me las voy a arreglar…”. Y se ríe. Tras las risas, la siguen Nora, Eulalia, Triny, Doris, cada una con su original explicación.
Solucionar el problema…un gran desafío
El desafío estaba planteado: todas querían tener su calle y su número de puerta. Y así surge, como forma de responder a esta problemática, la actividad comunitaria del grupo: las mujeres resuelven numerar las casas de sus barrios. Había mucho por hacer… pero solas no podían. En un esfuerzo conjunto con los técnicos del Programa Cardijn que coordinaban el proyecto, se recurrió a la Intendencia para que facilitara los planos de los barrios y asignara números a cada vivienda. Las mujeres comenzaron a visitar a los vecinos para lograr la sensibilización del barrio y fueron llegando puerta a puerta para relevar los datos y completar los planos. El interés fue creciendo, el trabajo reconociéndose. El Correo se sumó a la propuesta; entendió que por sus características, este proyecto podía tomarse como plan piloto para ser extendido a otras ciudades y pueblos de forma de hacer más eficaz su labor, contribuyendo también a los objetivos del MIDES de afirmar la identidad e inclusión social. No solamente financió los números para mil hogares, sino también apoyó con cartelería específica y un corto documental realizado por profesionales en comunicación que servirá para repicar la experiencia. Para la realización de los números se invitó a un artesano -Omar Ferreira- que, con el apoyo de su familia,   comenzó el diseño en madera de los números. “A cada uno le doy un toque distinto, personal” nos dijo Omar, que también había ido apropiándose del proyecto. Y faltaban las calles: otra gestión ante la Intendencia permitió que también se sumara la gente de Tránsito para que en cada esquina de los barrios se indicaran los nombres de las calles. También se logró. Esta suma que iba creciendo, demostraba que la necesidad real de este grupo de mujeres era compartida por otros: el enfermero, el cartero, el distribuidor de facturas, los funcionarios de la Intendencia. Iban aumentando los apoyos, el proyecto iba siendo reconocido por todos: las instituciones, las autoridades, los trabajadores y los vecinos.
La última etapa: la colocación de los números
Y otra vez la recorrida puerta a puerta. Se formaron brigadas y con taladros, tornillos, escaleras y mucha ilusión se inició la colocación. Un grupo de “Carreteras Solidarias” -también apoyados por Cardijn-, ayudó después de su horario de trabajo. ¡Tarea cumplida!
Estas mujeres y estos barrios crecieron, completaron su identidad, fueron protagonistas de un cambio fundamental y necesario para ellas y para toda la comunidad. Siguen comprometidas con la tarea y a pesar de que el proyecto de Uruguay Integra finalizó, ellas continúan saliendo todas las semanas para que ningún vecino quede sin su número.
“Nos sentimos muy orgullosas con este proyecto que reunió esfuerzos, que dio respuesta a una necesidad compartida por muchos y que redundó en beneficio de todos”, expresó Ana Laura Martínez, coordinadora Regional del Programa Cardijn
Ojalá que esta iniciativa pueda ser repicada en otros lugares y que quienes la lleven a cabo la disfruten y la vivan con el mismo entusiasmo y satisfacción que este valioso grupo de mujeres. 

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