A tres décadas de Tachuela… / Por Odalís Sosa (h)

“Cómo pasa el tiempo…”, la vieja y tan usada frase viene hoy a mi mente mas actualizada que nunca. Es por eso que el puño de la nostalgia es quien me hace blandir la pluma para viajar al ayer y traer caros y preciados recuerdos al presente. Y no se trata esto de historiar a un hombre y a su personaje, sino tan solo jugar con la memoria del nostálgico a recordar, fugazmente, momento y situaciones vividas en otros tiempos, por tantas generaciones. Otro Tacuarembó, más inocente, quizás más sano, tiempos en que los pibe corrían detrás de aquel querido personaje y su clásico ritmo de bombo, platillo y redoblante, acompañándolo de barrio en barrio, de tablado en tablado desde tempranas horas de las tardecitas.

La chaplinesca figura se recortaba inconfundible en la multitud del interminable corso. Galera, lentes y gran nariz adornada de un espeso bigote, frac negro, zapatos con polainas blancas, bastón, abanico y la clásica “valija de los disparates”; también solía llevar aquel paraguas del cual colgaban chorizos de Peñarol y Nacional con algunas medias viejas.

“El Profesor Tachuela y sus Locos de Verano” ejercía un magnetismo inexplicable para cautivar al público. “Si la risa es un remedio, aquí está para curarse”, solía decir el artista en una de sus clásicas frases escritas en uno de los libros de cuentos cómicos que escribió, “El Jocoso”. Es que 47 años ininterrumpidos de alegrar los carnavales, sin fallar uno solo, lo hicieron parte de la historia del pueblo, de la ciudad toda, una piedra, un árbol más, un farol esquinero mimetizaron al cómico por casi cinco generaciones y lo fundieron en el crisol de los corazones de su fiel público.

El 4 de junio se cumple 30 años de la partida de Odalís Sosa, el creador del “Profesor Tachuela”. El amigo de los niños, el del humor simple, pero sano, aquel que le cantaba gratis, antes de presentarse oficialmente, a los reclusos de la cárcel local, a un sector del Hospital llamado Pabellón de los Bacilares y a los niños del Preventorio Infantil, pues como solía decir “aquellos que están impedidos de ver carnaval también tienen derecho a disfrutar de la risa y el humor de Tachuela”. Fue uno de los primeros que salió con el carnaval fuera de fronteras, con su murga, en los años `70, viajó a Colón y Concordia de la República Argentina.

También paseó su arte desde Tambores a Punta del Este, derramando sonrisas por medio país, el que fue comparado con Groucho Marx por un conocido escritor, el que fue honrado por Washington Benavides y cantado por Omar Romano. Quien no solo en carnaval actuaba, pues durante todo el año y acompañado por las guitarras del “Cholo” Cruz y el “Negro” Severo Núñez llevaba su alegría y sus parodias a cuanta fiesta o beneficio social se le solicitara. Su honradez, su lealtad y la sencillez que lo caracterizaban lo hicieron tocar todos los extremos de la esfera social. Fue uno de los primeros artistas en vivo de Radio Zorrilla desde 1939 y artista exclusivo de Canal 7 desde sus comienzos. También solía asado, olla y algún vino con el “loco Maneco», el pescador, conocido personaje que vivía a monte y en una carpa allá por “Las Tosquitas”.

Tanto hay para evocar del “Negro Odalís” que es imposible citar siguiera una mínima parte de su vida en poco espacio. Pensará el lector memorioso que faltó aquí algún recuerdo importante, como la etapa de deportiva, jugador por varios períodos en el combinado de Tacuarembó; fundador de “Tito Borjas”, Fritsa; defensor del Club Nacional de Paso de los Toros, Ferrocarril y el Club Avenida, entre otros.

No hay que olvidar al baloncesto, cuando tenía su equipo llamado “Caribú”, el cual logró varios títulos por aquellos años. Como dijo antes, esto es un fugaz viaje al pasado. Sepa el lector rememorar otras cosas vividas por el personaje, cada uno tendrá una anécdota, un recuerdo vivo en el corazón, todos distintos, y hay unos cuantos. Tan solo quise brevemente recordar al juglar de Momo, aquel que dio su vida por el carnaval, el que se brindó íntegro a su pueblo, aquel que prometió cuidarme por siempre y aún vela mi sueño hace30 años. Con el cual he de encontrarme tarde o temprano. “Mi querido / mi viejo / mi amigo…”, como dice el poeta.

“Pero que gurisada bien buena de dedos. ¡Virgen de los porotos!”

Fotos 2: Tomada en Estudio Ramagli en 1960

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