EL MÉXICO DE LA INSEGURIDAD Y LAS OPORTUNIDADES / Por Leonardo Romero

La situación es inevitable, cada vez que desde México se habla con alguien en el extranjero la pregunta es la misma: ¿cómo está la seguridad? Bajo los reflectores de los medios globalizados y redes sociales que informan al momento, lo que ocurre en este país no deja de alertar y sorprender. México es un país muy grande, en el que hay zonas de mayor y menor conflictividad y violencia, pero en el que es posible llevar una vida normal. No obstante, nunca será fácil para un extranjero acostumbrarse a tantas situaciones de violencia, conocer casos de secuestros, extorsiones telefónicas o vivir con la presencia frecuente de movilizaciones policiacas y militares y alguna que otra revisión “de rutina” en las carreteras. En estos últimos meses México está relacionado directamente con algunos hechos lamentables, como la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa y la fuga (por segunda vez) del “Chapo” Guzmán de una cárcel de máxima seguridad.

Estas situaciones hacen que uno se sienta desprotegido, pues es imposible no pensar qué clases de intereses se manejan en la esfera política y que hacen que estos hechos ocurran, que no lleguen a respuestas satisfactorias que den una solución y, en el fondo, la falta de impacto de la sociedad en la clase política y la falta de sensibilidad de esta con los primeros.

Resulta llamativo que en estos casos la movilización civil sí ha sido notoria y masiva, pero aún parecen faltar algunos mecanismos adicionales de presión que obliguen a los gobernantes a dar respuestas. Además de estos problemas, México enfrenta otros retos que son comunes en Latinoamérica: el aumento del precio del dólar, el desempleo, la inflación, entre otros, con los que los uruguayos también estamos familiarizados.

No obstante, durante todos estos años de residencia en este país he sentido que a México le hace falta mirar más al sur y menos a su gigante vecino Estados Unidos pues, al final de cuentas, culturalmente somos más similares de lo que es posible ser con un país que se rige bajo otros parámetros. No obstante, es imposible de negar las oportunidades que se generan gracias a la cercanía con el mencionado país y la mayor estabilidad que este ofrece para el comercio, lo que otorga un mejor balance y la presencia de grandes empresas que potencian una economía que, ya de por sí sola, tiene enormes proporciones.

Muchas situaciones vividas en Sudamérica son bien vistas en México: la presencia de mujeres en el máximo poder de algunos países, el crecimiento económico, la cultura de los habitantes o la creación de determinadas políticas como la de la legalización de la mariguana. Precisamente, este último punto, a partir de la experiencia uruguaya, se ha vuelto un tema frecuente en este país, en el que se está en espera de resultados en otros países que marquen el camino, y con el temor de qué pueda pasar por la presencia tan clara y violenta) de poderosos narcotraficantes.

Durante mucho tiempo se dijo en México que la gente estaba perdiendo la sensibilidad ante los fenómenos de violencia, Ayotzinapa quizá vino a marcar un cambio, aunque no ha sido la única situación en la que no quedan claras las razones de la desaparición de un grupo de habitantes. No se puede negar que se vive con cierto temor por lo que pueda pasar. En la vecina ciudad de Guadalajara, Jalisco, en el occidente del país, dos veces han ocurrido narcobloqueos: la delincuencia organizada incendia vehículos que obstruyen el paso, toman y queman autobuses del transporte público y hacen que reine el pánico entre la sociedad.

Ante este tipo de circunstancias, a la distancia, uno solamente puede pedir que estos hechos no se presenten en nuestro país. Ojalá se mantengan determinados valores que hagan que no quede en segundo plano el respeto a la vida y a los derechos elementales de las personas, lo que en México con frecuencia es olvidado y, aún peor, asumido como algo natural.

Leonardo Romero

Jalisco, México

– El autor nació en Tacuarembó y hace unos cuantos años reside

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