Los datos que muestra el último Censo Nacional confirma el vaciamiento humano de nuestra campaña. La Republica Oriental el Uruguay tiene una población total de 3.826.314 habitantes, de ellos 3.110.701 (94,66%) residen en la zona urbana y únicamente 175.613 (5,34%) habitan en nuestro campo. Tales datos también se extienden al departamento de Tacuarembó, con una población total de 90.053 personas donde 80.393 (89,27%) prefieren residir en los centros urbanos y 9.660 tacuaremboenses (10.73%) habitan en la campaña. Pero, paradójicamente, la producción agropecuaria está en uno de sus momentos más excelsos, si contrastamos los pocos habitantes de tierra adentro con el crecimiento agropecuario encontramos con sorpresa que “la producción ganadera hoy por hoy está pasando por un buen momento, con buenos precios” dice a TACUAREMBO 2030 el presidente de la Asociación Rural de Tacuarembó, Solís Echeverría.
Un trabajo periodístico del isabelino Mario Arregui publicado el último julio por el suplemento Que Pasa de El País, contrapone el porcentaje de los hoy habitantes rurales con el 12,40% que vivía en el año 1985. Mientras que estos cambios se dieron el Uruguay “procesa una enorme revolución agrícola; las exportaciones de granos, que tradicionalmente fueron muy inferiores a las exportaciones ganaderas, ahora están en pie de igualdad, y pronto lo emparejará la producción de celulosa” dice Arregui.
En su Tesis de Maestría, el Ing. Agr. Ítalo Malaquín, director de la Oficina Regional del Norte del Plan Agropecuario, nos dice que “el medio rural disperso del Uruguay, presenta tres tendencias: la reducción de su población, el envejecimiento y el descenso de la fecundidad de sus habitantes; estas dos últimas son convergentes con las de la población urbana” e informa que “la población rural disminuye 29% entre los años 1985 y 2004 (INE, 2006). Entre 1996 y 2004 la misma se reduce 8,71%, mientras que, en los municipios de Salto, Artigas y Tacuarembó, alcanza un guarismo superior al 15%. Por lo tanto, la intensidad de reducción de población rural ha sido disímil al comparar el territorio rural uruguayo con los municipios mencionados.”
En el artículo El Mito Rural del citado Mario Arregui, se habla que “el proceso de despoblamiento rural, que lleva más de un siglo, preocupa a algunos y es tema de debate esporádico. El presidente José Mujica opinó a principio de mayo que ‘tendrán que pagar un poco más en Pocitos y Carrasco, donde la gente está apiñada, para poder subsidiar a los que están cortados en la inmensidad del campo’. Habló de la necesidad de “urbanizar” el medio rural: darle más servicios. ‘Necesitamos un mínimo de población rural para garantizar la soberanía. Alguien se tiene que quedar para avisar si baja un plato volador’, ironizó.”
Los datos – Las cifras demográficas comparativas, en cuanto al departamento de Tacuarembó, exhiben que desde 1965 a 1975 hubo un crecimiento de 0,81%; de 1975 a 1985 mermó un 0,12%; de 1985 creció un 0,16%; en tanto desde el año 1996 al 2004 decreció un 0,76% y del 2004 al 2011 continuó el declive poblacional de nuestro departamento en un 0,07%.
Si observamos los últimos censos nacionales, teniendo como fuente el Plan Agropecuario, encontramos que en 1963 el 80,8% vivía en las ciudades y el 19,1% en el campo; en 1975 el 83% estaba en zona urbana y el 17% en zona rural; en 1985 ya el 87,3% de la población era urbana y un 12,6 rural; en 1996 aumenta la despoblación rural con 90,8% que vive en las ciudades y un 9,2 que continúa en la campaña; en 2004 tenemos 91,8% de pobladores urbanos y 8,2% de rurales y finalmente en 2011 se produce una diferencia sustancial de 94,66% en zonas urbanas contra apenas un 5,34% en zonas rurales.
En su trabajo Ítalo Malaquín comenta sobre la creciente urbanización de los trabajadores agrícolas “como resultado del proceso de urbanización de la Población Económicamente Activa (PEA), el 55% de esa población reside en el medio urbano, otra tendencia destacada es la creciente de PEA no agropecuaria en el medio rural disperso, que alcanza el 30% del total”.
Solís Echeverría considera que el tema de la despoblación rural “daría para hablar bastante” y subraya “el poblador del campo, como todos nosotros, siempre procura la excelencia en calidad de vida, sino tenemos esas condicionantes en el campo, intentamos obtenerlas en la ciudad. Además de eso, los predios están siendo de mayor tamaño, lo que ha llevado a disminuir el número de pobladores”. Se estima que en nuestro país existen unas 53.000 empresas rurales, en su mayoría se trata de pequeños y medianos establecimientos de carácter familiar y que ocupan no más de cuatro personas. A esto hay que agregarle los grandes emprendimientos de producción agrícola, lechera y forestal. Arregui informa que casi el 25% del área agropecuaria pertenece a extranjeros, y agrega que “este fenómeno preocupa a algunos sectores políticos e incluso a los militares, pero de hecho Uruguay nunca fue tan rico en una comparativa internacional como en la década de 1880, cuando alrededor de la mitad de la tierra era propiedad de extranjeros”.
El interior está mejor. El avance tecnológico ha influido en la productividad, hecho que reduce la presencia de personas en el trabajo. Aparece una situación incontratable, cuando el hombre de campo logra una mejora en su economía, se traslada a la ciudad para buscar una mejor calidad de vida y fundamentalmente, mejorar la educación de sus hijos. Arregui sostiene que “la cantidad de uruguayos que viven o trabajan en el campo, si bien es baja” es mayor a la de los datos censales, y agrega “la mayoría de los caminos y de los medios de transporte en las últimas décadas facilitó que muchas personas residan con sus familias en pequeños centros poblados o ciudades del interior y se desplacen día a día hacia sus trabajos en zonas rurales”. Relacionado con este tema el Ing. Agr. Malaquín sostiene que “la profundización del desarrollo capitalista en el sector agropecuario del Uruguay ha producido tendencialmente una disminución en la fuerza de trabajo rural total en las últimas tres décadas al menos, esto se produce en un contexto de crecimiento del Producto Bruto y de la producción en el sector agropecuario” e insiste que este contexto responde a dos procesos diferentes pero vinculados entre sí, “por un lado una fuerte concentración de la propiedad de la tierra que ha expulsado a la mitad de los productores familiares, disminuyendo así fuertemente la participación de los trabajadores familiares en el trabajo total, y por otro lado han ocurrido cambios técnicos que han impactado sobre la ocupación y el empleo que ofrece el sector. Los trabajadores asalariados, han disminuido en términos absolutos pero ha crecido su participación relativa en el total de la fuerza de trabajo rural”.
En su artículo Mario Arregui enfatiza que las viviendas de MEVIR mejoraron la condición de vida del paisano y hubo un incremento de la urbanización. Y el caballo ha ido cediendo lugar en los caminos por otros vehículos, especialmente motocicletas, lo que facilita el traslado de los trabajadores rurales. El siglo XXI comenzó con el dato que el interior ya no pierde población ante Montevideo, “es la primera vez que ocurre desde la década de 1930”. La razón es simple “en el interior hay ahora más fuentes de trabajo y oportunidades”, se ha multiplicado la producción lechera, se triplicó la agricultura desde el 2002, la ganadería “elevó su calidad y productividad” y desde 1990 apareció la industria forestal “un rubro exportable cada vez mas generoso”. Un dato que importa, respecto al ganado, según el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, el rodeo vacuno nacional crecerá entre un 1% y 2% tras de conocerse los primeros datos de la Declaración Jurada de DICOSE, el último 30 de junio. Mientras que la producción ovina aumentará un 5% aproximadamente al haberse declarado 7.470.000 cabezas.
Preocupado por la escasez de mano de obra rural, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social creó la Unidad de Trabajo Rural que funcionará dentro de la Dirección Nacional de Empleo. El primer cometido de esta novel unidad es difundir los derechos de los trabajadores del campo e impulsar políticas para formalizarlos. Más adelante se trabajará con las gremiales rurales y los sindicatos para paliar la falta de mano de obra calificada. La inquietud despertó como consecuencia de un incremento de trabajadores argentinos más capacitados en territorio uruguayo. A esto hay que agregarle la reciente aprobación parlamentaria del Día del Trabajador Rural que será no laborable y pago, y se celebrará el 30 de abril de cada año.
La gente viene y va. El presidente de la Comisión de Agro e Industria de la Junta Departamental de Tacuarembó, el edil nacionalista Cándido Duarte Freitas entrevistado por TACUAREMBO 2000, dijo respecto al despoblamiento del campo, en su carácter de ex maestro rural, que “existen una cantidad de factores que fueron acercando a la gente a la ciudad”, como el estudio de los hijos y los servicios, esta emigración se refleja en las escuelas rurales “basta de ver las matrículas años atrás y hoy hay 3 o 4 niños y en algún momento había veinte y pico o sea que la gente se ha ido a otro lugar”. El legislador departamental subraya que en Tacuarembó “ha habido cambios, la tecnología ha llevado a que la productividad mejore sensiblemente, ya no vemos el ganado cerril, hoy vemos las mejoras de las razas” también en la agricultura se produjeron cambios, “basta recorrer nuestra campaña para ver que el trigo, la soja, la forestación han tenido enorme impacto”. Todo esto trajo que “campos que tenían determinados valores, llegaron los precios de la forestación y el productor vendió, alguno buscó otra opción pero otros se vinieron a la ciudad”. También Duarte considera que ha mejorado la comunicación, los servicios y la caminería lo que hace que haya gente que se quede en su predio, “la gente va y viene”. Cita una charla que tuvo con un productor residente en Paso de los Novillos, localidad del interior de Tacuarembó, que le decía “yo voy a Tacuarembó, compro las cosas, levanto los remedios y me vengo para mi pago, y aquí cuido mi ganado” pero “hay atractivos que tiene la ciudad que hace que la gente se venga”.
No obstante vale la apreciación de Solís Echeverría sobre la merma de la población rural y el mejoramiento ganadero “así es, está en los mejores años, ha habido mucha inversión. Hay capitales de afuera que tienen mucho volumen de campo y a su vez invierten mucho dinero y eso hace, indudablemente, que la producción mejore y que aumente. Por eso es uno de los factores que se da ese movimiento del campo a la ciudad”, señaló. Y el Ing. Agr. Malaquín nos ilustra que “es importante señalar que entre 1985 y 2006 el PIB agropecuario crece un 74% en el mismo período en la Población Económicamente Activa agropecuaria disminuye un 15%, esa divergente evolución de la producción y el empleo agropecuario común a muchos países, evidencia el incremento de la productividad económica de la mano de obra” y complementa de acuerdo a un trabajo de Piñeiro (2001) “aproximadamente, el 80% de la superficie del país es ocupada por la ganadería, a pesar de que tiene muy baja demanda de fuerza de trabajo por superficie ocupada, emplea más de la mitad de los trabajadores rurales. Más precisamente la ganadería de carne y lana ocupa el 50% de la fuerza de trabajo asalariada y la lechería el 20%. La producción pecuaria ocupa así el 70% de los trabajadores del agro”.
Para reafirmar el momento que se vive de crecimiento productivo agropecuario y la despoblación del campo, Mario Arregui nos dice que “las grandes potencias exportadoras de alimentos suelen tener elevados índices de urbanización: EE.UU. (82%), Argentina (92%), Australia (89%), Nueva Zelanda (87%) y Uruguay (95%). En el otro extremo, los países con mayor porcentaje de población en el medio rural” como algunos países africanos “practican una economía de sobrevivencia y una cultura de analfabetismo, guerras tribales y hambre”. El mismo trabajo culmina diciendo que “el auge agrícola y ganadero se debe a los buenos precios internacionales, a las fuerzas expulsivas de la Argentina y a que el gobierno uruguayo no se entrometió: recibió el capital extranjero y la tecnología de brazos abiertos y no cobró impuestos las exportaciones. Una consecuencia fue que el precio de la tierra en 2011, que promedió U$S 3.200 la hectárea, era ocho veces superior al de 2000”.
La problemática del despoblamiento rural está en la agenda gubernamental y causa preocupación en las distintas gremiales vinculadas al sector. Pero no obstante esas posturas el país continúa creciendo en los números de la agropecuaria y se vislumbra que en lo inmediato no van a decaer. En nuestros campos, principalmente en el norte del Río Negro, se multiplican las taperas, que testimonian que una familia abandonó la campaña. Las comunicaciones, los vehículos de traslado al alcance de cada vez más personas y la caminería fueron causa del fenómeno de la residencia en un centro poblado para quien trabaja en zonas rurales. Pero como dice Cándido Duarte, “la gente va y viene” y al citar un paisano de Paso de los Novillos que con su vehículo, “yo voy a Tacuarembó, compro las cosas, levanto los remedios y me vengo para mi pago, y aquí cuido mi ganado”.
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