“Me acuerdo de alguien que tenía unas condiciones muy buenas. Belarmino… Belarmino Viera”, me dijo el arquitecto Walter Domingo en un reportaje realizado hace un tiempo recordando su época de presidente de la Liga de Fútbol de Tacuarembó.
“Vive en el ombú”, me informaron cuando procuraba ubicarle para reportearlo.
Lo encontré en el estadio cuando el homenaje al seleccionado; estaba sentado cerca del palco del otro lado del alambrado: Hablamos para el lunes a las nueve de la mañana, “agárralo temprano, porque después está mamao”, me dijeron. Fui a la hora concretada, la carretilla en la calle, él en la vereda pronto para salir, no recordaba nada, le expliqué. “Ah, sí. El `Gorrión` Álvarez me dijo que ibas a venir, pero ahora no puedo, tengo las carretilla cargada con unas botellas; venís a las once, ¿podés?”.
Más de una trampa le hace la memoria, pero más de una trampa le hizo la vida. En 1960, Campeón del Interior, con una estampa –que hoy todavía no se ha desprendido de su figura- que muchos evocarán acordándose del primer campeonato rojiblanco.
Supo driblear adversarios, pero no supo driblear la adversidad de la vida. Irónica esta sociedad, “¿cómo no se van a acordar que fuimos campeones? ¡Claro que sí”; muchos lo saludaban en el estadio, pocos lo ven.
¿Siempre en la esquina de Artigas y Baltasar Brum?
Tengo 54 años y desde que nací vivo acá.
¿Tienes hermanos?
Tengo. Pero cuantos son, si te digo te miento.
¿Fuiste a la escuela, Belarmino? ¿Hasta qué clase?
Fui a la escuela, pero hasta que clase no preguntés. Yo iba a la escuela pero lo menos que hacía era ir a la escuela, venía al campito a jugar a la pelota (se ríe).
¿Te acordás de algunos compañeros de juegos?
Bueno, mirá, venía el “Tero” Suárez, el “Gallego” Camaño, el Luis Inthamoussu, el “Cholo” Santos…
¿Jugaban contigo en el campito?
No muchacho, esos jugaban en Ferrocarril.
Después hablamos de Ferrocarril. ¿En qué cuadro te iniciaste?
En Danubio, que salía de allí cerca del estadio, lo dirigía el “Petiso” Llanes y ¡qué cuadro! El golero era Trujillo, Carlos Sánchez, el “Tegy” Cabrera, el “jas” derecho era el negro Artigas Correa, después el “Yilo” Posada, el marcador izquierdo era el “Beto” Pérez, estaba Sánchez, después iba el “caporal” que era yo, el “Candengo” Cartagena y después uno que le decían el “Zapiraín” que era el “Quico” Rodríguez. Aquello era un infierno, era un buen cuadro. Jugábamos en la cancha qué había donde hoy está el estadio. Jugábamos de mañana, con unas brutas heladas; yo tenía 15 años más o menos, pero se jugaba al fútbol. En Danubio me adaptaba a cualquier puesto, pero siempre fui entreala derecho y últimamente en Ferrocarril, cuando dejé, estaba jugando de back adelantado junto con el “Negro” Pereira.
De Danubio pasaste a Ferrocarril.
No, jugué dos años en Oriental; me llevó don Eugenio Fierro. La cosa fue así: yo le dije “don Fierro tengo que hablar con usted”. -¿Qué te pasa Belarmino?, me preguntó. Esto iba a remate (me explica en voz baja, señalando el terreno) y yo andaba como un cohete y le dije “preciso una garantía en el banco” y él me contestó: -Pero Belarmino, ¡cómo no! Andá al Banco a la una que yo estoy allí (trata de imitarlo en la voz). Decían que el viejo era machete, pero conmigo bien de bien, y de ahí me vine para Oriental nomás.
¿Tu carrera futbolística la desarrollaste principalmente en Ferrocarril?
Sí, jugué 18 años.
¿Recuerdas quienes te dirigieron?
¡Pah!… Sé que el “Tero” Suárez tuvo un tiempo… y no me acuerdo más. Fuimos tres años seguidos campeones, jugué con el “Pirincho” Dardo López, que era un señor jugador, actualmente no hay “centrojás” como él, porque iba para adelante, apechugaba e iba; también estaban el “Hormiga” Umpiérrez, el “Negro” Pereira, que era capo; el golero era Sosa, en un tiempo estuvo Andrés Rocha; el back adelantado era el “Gorrión” Alvarez; el “Burro” Granada, un señor centrofóbal, en la derecha iba el “Goyo” Pereira. Era la época que se iba a Tambores a jugar con Huracán en la cancha cerca de la vía, ellos eran bravos, pero nosotros –no digo que los cagamos a goles- pero 2 a 1 o uno a cero le ganábamos. Lo que pasa que teníamos al “Flaco” Jaime de Freitas que era técnico y preparador físico y estábamos bien preparados. En la comisión estaba Julio Pargas, que hasta ahora está; los Sánchez de la farmacia, bueno, ahora está el “Tigre” y había otros.
Y en 1960, Campeón del Interior en Fray Bentos…
Sí, cuando me reventaron el ojo. Resulta que el “Cacho” López levantó el córner y cuando la vi, pensé “la meto allá” y encajé el cabezazo y cuando sentí ¡paf!, la pelota pasó por encima del palo, yo seguí jugando, al rato se me empezó a nublar la vista; el técnico de afuera me decía: “¡Belarmo, usted no puede jugar más!”; y le contesté: ¡”qué no voy a podé, qué no voy a podé!”. Y seguí meta y meta, hasta que faltando tres minutos no aguanté más. Y cuando iba al vestuario, un negro más grande que yo me decía: “negro, hijo de puta de mierda, nos hiciste el gol”, yo lo miraba con un ojo solo. Lo que pasa que éramos los campeones, nos dirigía Hugo Piedra. Yo en ese partido hice un gol de penal. En esa selección se jugaba bien, había compañerismo, estaba el finadito “Pirincho” que me decía: “¡Che, Belarmo, vamo´ a tener que tocarle cartucho ahora, porque si no, no nos da!”, y yo iba pa´ adelante, íbamos todos.
¿El recibimiento fue parecido al vivido hace unos días?
¡Pah! Un infierno de gente aquello. Lástima que yo vine derecho al sanatorio, pero la gente nos estaba esperando desde la entrada de Tambores con la tal caravana, mirá aquello era “pipí”… ¡Y yo con el ojo hinchado! Pero el combinado no era como ahora que van a un hotel, al balneario, noo… nos bajábamos del ómnibus y nos íbamos a chupar ahí a algún boliche y ¡tá!, no pasaba nada…
Los enfrentamientos allá en Rivera en los Campeonatos del Norte, ¿eran bravos, no?
¡Ah! Si esta espalda te contara las pedradas (se ríe)… Jugábamos e la cancha de Oriental, me acuerdo que yo iba “jetiando y jetiando” negros y de repente ¡paf! Una pedrada en el lomo y yo miraba, pero los compañeros me gritaba que siguiera, entonces yo seguía y ¡otra pedrada en el lomo! Que gente era la de Rivera, gente como la nuestra no hay, todos dicen lo mismo, el recibimiento, el tratamiento, todo… acá no pasa absolutamente nada. Yo siempre les decía: “¿ustedes que ganan con tirar piedras o romperle la jeta a alguno? No ganan nada, vamo´ a patiar tranquilos…”
¿Hasta cuándo integraste el seleccionado?
Mirá, te voy a decir la verdad: no jugué más porque empecé a “tocarle” mucho (hace un gesto como de empinar un vaso); aunque yo estaba bien entrenado, porque el “Flaco” Jaime no daba como en bolsa, ¡nos hacía pasar 15 vallas! ¿Vos sabés lo que es pasar 15 vallas?, una por abajo y otra por arriba y después volver a toda velocidad. Ahora, claro, yo comía bien – gracias a Dios como bien (y mira la olla que está encima de un fuego semiapagado en el suelo)- , estaba bien preparado, como balazo. Te digo una cosa: te juro que si yo dejara de chupar, con los cuadros esos como están ahora… ¡mirá, te juro!, solo con esto (se golpea la frente), con la inteligencia… pero tengo que dejar de chupar, ¿y cómo hago?
¿Destacarías algún futbolista en especial, algún compañero?
Para mí todos fueron iguales, gracias a Dios. Tengo al “Burro”, al Edgar, al “Pirincho”, al “Negro” Pereira, al “Goyo” De distintos cuadros… bueno, mirá tengo unos cuantos recuerdos.
¿Recuerdas algún árbitro en especial?
Como el “Loco” Castiglioni no hubo ninguno, él los pelaba a todos, era buen juez. Lo llamaba “Mariquita” pero cobraba bien, y jugaba bien al fútbol, fue de Estudiantes.
¿Ha cambiado la forma de practicar fútbol? Por ejemplo del Tacuarembó del ’60 al Tacuarembó del ’91.
Antes era muy distinto, porque metían más. Actualmente el fútbol ahora es “pa ´acá, pa ´allá, pa ´atrás” y en el tiempo nuestro era “pa ´delante y tá”. Ahora es puro lateral o del medio de la cancha se la tiran al golero antes era pases profundos, pero para adelante. Esa es mi posición, yo opino así…
Con tu experiencia como futbolista, ¿qué le aconsejarías a un joven que presenta condiciones de buen jugador?
Yo le diría que no se llene el culo de pasto. Mirá yo tengo un hijo que juega y anda bien, Rubén, el “Negucho”. Le estuve diciendo: “vos estás muy bobo, la pilladura no sirve, mijo… vos tenés que ser como yo, sencillo” Yo pillado, noo… Siempre igual, hay que ser humilde, cuando más humilde sos, más te ayudan. Yo hoy salgo, doy “unas vueltas” y vengo con la mía.
Sales con la carretilla, a cargar botellas…
Y lo que venga. Yo salgo y no pido a nadie, salgo con la carretilla y me revuelvo, no pido nada a nadie, salgo y donde la veo, ¡tá! Pero que yo vaya a decirle a fulano tal cosa, no, noo… Ahora, a los amigos íntimos sí, les digo “¿Y? ¿Y qué? ¿Algo para el vinacho?, y me dicen: “Bueno, tomá Belarmo”, y me dan, o donde me ven me llaman.
Entonces, Belarmino, ¿ser presumido no sirve?
No, porque la fama no es nada si uno no se hace querer. Si jugás bien que lo comenten los otros. Si yo fui o no fui, no sé.
Obdulio Varela sostiene lo mismo que vos, “la fama no es nada…”
… y sin embargo era un señor “centrojás” y campeón del mundo. Nunca hay que hablar de uno, que lo digan otros.
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Belarmino Viera cuenta su historia o las pocas cosas que recuerda de su historia. Lo vivido como partícipe del historial tacuaremboense futbolero está siempre en él, como el vino; ayer para festejar “nos íbamos a `chupá` a algún boliche y ¡tá!”, hoy “yo en el boliche no tomo; compro y vengo pa´mi choza, como, chupo, me empedo y me acuesto a dormir bien tranquilo”, quizás para no pensar. Atado al cordón umbilical del destino de un origen al que nunca escapó, Belarmo transita con la carretilla – “y me revuelvo”- por las calles, por la vida, riendo, porque “yo la veo bien de bien, mirá donde vivo, ¿viste? ¿Dónde vivo yo? Era para vivir mejor ¿no es?”, conservando aquella humildad tras la desdicha.
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Belarmino, algunas anécdotas…
– Yo iba a practicar con las tales heladas y el “Petiso” Llanes me tenía de suplente, hasta que un día se reunieron todos los jugadores de Danubio y le preguntaron “Che Llanes, ¿por qué no lo ponés a Belarmino?, y él dijo `no, no, él no puede jugar. ¡Si están ustedes! Y los gurises le contestaron: `si no lo ponés hoy no jugamos ninguno` y entonces me puso y moví a todo el cuadro. Desde ahí fui siempre titular jugando en cualquier puesto.
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– Una vez en un partido en el Parque 25 estaba actuando Sixto Madruga de juez y faltando diez minutos para terminar, se acerca y me dice:
– Che Belarmino, cuando falten tres minutos te voy a echar.
– ¿Y por qué, muchacho? Si no hice nada – le pregunté.
– Te voy a echar, te voy a echar.
Y faltando tres minutos, para afuera. Nunca me habían echado. Él no puso constancia ninguna y no dijo el porqué. Después va y me dice:
– ¿Viste cómo te dije que te iba a echar?
(Se ríe al contarlo)
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– El otro día me encontró un muchacho allí frente al aserradero –y no es por alabarme- yo venía con la carretilla, me dijo:
– ¡Ché morocho, vení! Vos sos Belarmino. ¿No?
– Creo que sí. Le dije.
– ¡Pero que jugador eras vos! Eras un bruto jugador, te parabas en la cancha y cuando la agarraba amontonabas negros.
– Yo no era jugador nada.
– Bueno, ¿qué vas a tomar?
– Yo en boliche no tomo…
– ¿Y qué querés entonces?
– Vamos a hacer lo siguiente –le dije- dame un litro de vino y lo llevo.
Le ordenó al bolichero que me diera un litro de vino, que tapara y envolviera la botella, y fuera de eso me dijo: -tomá- y me dio mil pesos.
(*) Reportaje de Gustavo Bornia con fotografías de Edison Moas de Lara – Publicado en Semanario Batoví el 5 de abril de 1991 en la sección La Gente.
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BELARMINO VIERA…
Mi primer recuerdo de “Belarmo” como cariñosamente lo llamábamos, fue una tarde de sábado en el Goyenola en la segunda parte de la década del 50, jugando como N°8 “entreala” en el Danubio que contaba entre otros con el “Petiso” Llanes y el “Yilo” Posada y el Quique Porcile.
Llegó enseguida al Club Atlético Ferrocarril con cuya camiseta azulgrana se vistió de gloria el resto de su carrera y fue Tricampeón Departamental en los años 1963, 1964 y 1965.
Con la rojiblanca de la selección de Tacuarembó también supo escribir páginas memorables e integrando el plantel que dirigió Hugo Piedra, fue Campeón del Interior en el otoño de 1961. El año anterior en la Copa Artigas, fue el Nº9 de la selección en varias oportunidades y en especial en el partido jugado como locales ante Peñarol, en el que exigió en varias oportunidades al arquero Luis Maidana y lo venció de tiro penal (aquel que le cometiera William Martínez a Nelson Pérez).
Durante esos años en que vistió la rojiblanca siempre se destacó, sobretodo jugando de visitante; era común que en los años siguientes, al visitar con la selección distintos lugares del país, se nos preguntara por muchos futboleros:” ¿qué fue de la vida de aquel moreno que jugaba de entreala derecho?” refiriéndose a Belarmino Viera y recordándolo con respeto y admiración por su despliegue físico y su juego.
Cuando llegamos al Ferro en el verano de 1960, Belarmino estaba integrado como ya dijimos a la selección, y al terminar la participación de Tacuarembó en la Copa Artigas se integró a los planteles azulgrana y era junto a Walter Camaño, Zelmar Moreno, Andrés Rocha, el “Caballo” Heber López y el “Colula” Washington Silva los “veteranos” que se encargaban de orientar y “foguear” (como decía él si te trancaba fuerte alguna pelota dividida en una práctica) a los jóvenes como Tabaré González, Wilmar Guedes (el Ratón), Luis A. Umpierrez (Sabeto), Ciriaco Cardozo, Juan C. Álvarez (El Gorrión), los hermanos Pereyra (Goyo y El Negro).
Recuerdo que por aquellos años, la directiva nos premiaba en metálico por partido ganado; y Belarmino Viera a Tabaré y a mí nos preguntaba antes de los partidos:” ¿y gurises, si ganamos hoy que van a hacer con el premio?” y era la más simpática manera de sugerirnos su destino. También nos “gratificaban” por concurrir a los entrenamientos que de noche a las órdenes de Jaime de Freitas se realizaban en el Centro de Barrio Nº1; por supuesto que Belarmo estaba siempre y era el que más respondía a los requerimientos de Jaime, dándonos un ejemplo de entrega y contracción al entrenamiento.
Su vida giró siempre en torno a la “redonda”, era lo que sabía hacer y para lo que ponía toda su entrega, la misma que aplicaba al repique del tambor que de sus ancestros negros le bajaba hecho sangre y ritmo hasta sus manos, con un vino para agitar los sueños y beberse en sorbos la esencia de su vida.
El día que tuvo que colgar los botines, se empezó a morir de a poco.
Pero como a muchos personajes humildes del pueblo, una humilde calle de Tacuarembó, la que une Américo Caorsi con la Cancha de fútbol 5 de su entrañable Ferro, en el Barrio Ferrocarril y para que no haya olvido!!, se llama BELARMINO VIERA…
Luis Ángel Inthamoussu
(Publicado por TACUAREMBÓ 2000)
CLUB FERROCARRIL (1964-1965): Parados: Carlos Umpierrez (Hormiga), Olivera, Ángel «Sabiá» Sosa (arquero), Dardo López (Pirincho), Julio Ferreira (arquero suplente), Zelmar Moreno (El Buey) y Tabaré González. Agachados: Gregorio Pereira (Goyito), Belarmino Viera, Heber «El Ave» Nieves, José Umpiérrez (Bimbo) y Tabaré Dos Santos (El galleta).-
– En esa época el reglamento sólo admitía el cambio del arquero y por lesión comprobada, por eso en las fotos de la época el único suplente que figura en la formación es el golero.
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