“Había todo un vacío en su biografía”. En “Hombres y caminos. Yupanqui, afiliado comunista”, Schubert Flores Vassella y Héctor García Martínez rastrean los años de filiación comunista del creador de “Los hermanos”, desde su ingreso al partido, en 1945, hasta su renuncia en 1953. Una etapa poco estudiada de la vida y obra de Atahualpa Yupanqui es puesta en foco en un libro de reciente edición. En Hombres y caminos. Yupanqui, afiliado comunista (editorial Fundación Ross), Schubert Flores Vassella y Héctor García Martínez rastrean los años de filiación comunista del creador de “Los hermanos”, aquellos que van desde su ingreso al partido, en 1945, hasta una renuncia para la que no mediaron explicaciones ni autocríticas públicas, en 1953.
El libro despliega abundante documentación y material de archivo, que echan luz no sólo sobre el modo en que el PC y Yupanqui articularon una relación que dio otra proyección a ambas partes: la pertenencia a el espacio intelectual y cultural de prestigio de la época, con todo lo que esto implica, por un lado; y, por el otro, la apertura hacia una problemática rural e indígena local que el partido, en su esquema internacionalista, obviaba por completo. También, de paso, sirve para repasar el rol del PC en su ferviente lucha contra el “nazi-peronismo”, cruzada de una ceguera que llega al punto de no reconocer la derrota de la Unión Democrática a manos del peronismo, anunciando en letras de molde el triunfo de Tamborini. El libro recopila, además, una valiosa obra de Yupanqui publicada en la prensa partidaria, que hasta ahora permanecía guardada en los archivos.
“Ambos somos admiradores de la vida y obra de Atahualpa Yupanqui. Lo consideramos un referente de la música y la poesía americana y un ejemplo de coherencia artística. Y por eso hace años que lo investigamos y difundimos”, dicen los investigadores y periodistas. “Entonces, nos llamaba poderosamente la atención el vacío de casi una década existente en su biografía a partir del ’45. Los datos eran escasos, fragmentarios, difusos, cuando no contradictorios. A la vez, coincidente con ese tiempo, su pasado comunista permanecía en una nebulosa, objeto de alabanzas, polémicas y condenas sin mayores fundamentos. Todo el asunto se esfumaba en un misterioso tabú.”
¿Por qué este vacío? “En primer lugar, por la desidia con que solemos mirar los asuntos que hacen a la identidad nacional. Y en segundo término, por las sinuosidades del devenir histórico argentino”, analiza Flores Vassella. La incorporación orgánica de Atahualpa al PC ocurre en momentos del ascenso vertiginoso del peronismo, que lo desplaza en la relación con la clase trabajadora. Concluye una época en la cual el comunismo constituía el polo cultural más atractivo para la intelectualidad. Para colmo, Yupanqui renuncia en malos términos: la dirigencia lo considera un traidor, mientras que para el justicialismo, que protagonizará la vida cultural de ahí en más, no es un hombre fiable. También Atahualpa clausura esa etapa de su vida. Entre la decepción y el desengaño, se juramenta no incursionar más en política partidaria.”
El libro evidencia un intenso trabajo de búsqueda y recopilación en diarios, semanarios, folletos y otras publicaciones, gran parte de los cuales permanecían guardados en el archivo y hemeroteca Enrique Israel del Partido Comunista Argentino. “Para nuestra sorpresa, se abrió una cantera documental inagotable que nos permitió reconstruir la militancia partidaria de Yupanqui y conocer sus aportes políticos e intelectuales. Un auténtico tesoro cultural que nunca había sido recopilado –siguen los autores–. El material que hace al núcleo de la cuestión estaba allí. Sólo faltaba que alguien se decidiera a explorarlo. Nos pareció mentira que semejante acerbo permaneciera olvidado.” Esa base documental se completó con búsquedas en otros archivos y hemerotecas, como los del Congreso de la Nación y la Biblioteca Nacional. Allí, por ejemplo, la colección del diario La Prensa reveló la renuncia de Yupanqui al PC, “pieza inhallable y sobre la que tanto se había escrito sin conocerla”.
–Entre tanto material recopilado, ¿hubo alguno que les haya llamado particularmente la atención, que los haya sorprendido por algún motivo?
Schubert Flores Vassella: –Me resultó extraño el Yupanqui militante que escribe con el puño cerrado y en tinta roja. Sorprende su vocabulario y discurso marxista-leninista, de estilo mecanizado y prototípico. Muestra el profundo compromiso ideológico y la firmeza con que esgrime sus convicciones. Más allá de esta impresión casi anecdótica, destaco la serie de artículos en los que Atahualpa exhibe sus conocimientos del acontecer folklórico nacional y se muestra como un hombre interesado en rescatar las costumbres, tradiciones, creencias y artes olvidadas. Revela sus conocimientos científicos sobre este quehacer con dotes de sagaz observador, investigador y estudioso. Oficia de traductor de hombres y paisajes y nos lega un compendio de sabidurías populares.
Héctor García Martínez: –Yo descubrí que, además de su preocupación permanente por la situación social de los postergados, hubo hasta el final de sus días otra preocupación: la de elevarse espiritual e intelectualmente en los campos del conocimiento literario, filosófico, político. Fue un lector compulsivo y estuvo siempre en contacto con prestigiosas plumas de la época, con muchos de ellos compartió las páginas de los diarios partidarios como Nuestra palabra, La hora y Orientación.
–¿Cuál es el Yupanqui que pone a la luz este material? ¿Qué aspectos de su vida u obra creen que revela?
S. F. V.: –El Yupanqui de este libro tiene 40 años promedio. Conserva toda la energía y arrestos juveniles pero ya es un ser maduro, que ha andado caminos, sazonado pensamientos y definido posturas. Ha convivido con la miseria y opresión de sus compaisanos y quiere operar sobre la cruda realidad para acabar con la injusticia y redimirlos. Cree sinceramente que el Partido Comunista es una herramienta válida y a él se consagra en cuerpo y alma. Es una etapa de militancia justiciera, donde además del canto y la guitarra esgrime una pluma filosa. Aparece un prosista natural, desenvuelto, entendible, atractivo, muy expresivo y sencillo. Sin rebusques ni vericuetos ni recursos literarios complejos. El mejor Yupanqui. No en vano, la prensa partidaria agrupaba una constelación mundial de escribas: Pablo Neruda, Enrique Amorim, Nicolás Guillén, los hermanos González Tuñón, Amaro Villanueva, Córdova Iturburu, Alfredo Varela, Portogalo… Ese entorno ofició de regazo para su talento natural.
H. G. M.: –Aparece una preocupación social por los postergados, por ende un compromiso, no sólo en lo político sino en lo artístico. Yupanqui es una figura que marca rumbos, por su coherencia artística, esclareciendo cuál es la verdadera posición del artista frente a su trabajo, frente al público, y en la misma existencia. El solía afirmar que “ninguna fuerza se pierde, si se apoya en el corazón de los desvelados”.
–¿Qué creen que aportó esa relación con el partido a Yupanqui y a su obra? Y al revés, ¿qué le aportó Yupanqui al PC argentino?
S. F. V.: –El Partido le aportó estudio, método y esa pléyade de relaciones intelectuales; le facilitó su aparato de prensa y difusión; un circuito de actuaciones, incluida la gira europea; fama y respaldo económico. Yupanqui contribuyó con sus conocimientos del interior profundo. Al partido internacionalista le puso una pata nacional y americana. A la entelequia proletaria le arrimó el trabajador concreto, de carne y hueso, nuestro criollo expoliado. Puso sobre el tapete el problema indígena, la tenencia de la tierra, etc. Es indudable que la irrupción de Atahualpa significó una brisa fresca y palpable a posturas ideológicas conformadas en realidades europeas o condicionadas por los recientes enfrentamientos de la Segunda Guerra Mundial.
H. G. M.: –Todo ese mensaje de neto contenido americano era hasta ese momento casi ignorado, no sólo por el PC, en general en la urbe porteña. Se conocía más la situación del proletariado urbano de las grandes ciudades, pero lo que ocurría en el interior del país no era muy conocido. Yupanqui contribuyó a que el país tornara la mirada hacia el interior, al denunciar la situación de injusticia social de los pueblos originarios postergados del noroeste argentino, principalmente de la zona de los Valles Calchaquíes, la Quebrada de Humahuaca, la Puna jujeña.
–Sobre la renuncia de Yupanqui al PC no hallaron demasiadas explicaciones ni autocríticas posteriores. Aun así, a la luz de su análisis, ¿cuáles creen que podrían ser las causas de esta renuncia?
S. F. V.: –Dije que Yupanqui llegó al Partido Comunista urgido por su espíritu de justicia. Pero en él también hay un componente libertario esencial, del que no abdicó nunca y que constituyó su norte principal. Supongo que debió sentirse incómodo en una organización ideologizada, esquemática, de corte vertical, semiclandestina, con reglamentos y estatutos rígidos… Por algo nunca más quiso atarse a sistemas partidarios. De ahí en más, orejano y cimarrón.
Publicado en el diario argentino Página/12 (23.1.2013)
– Schubert Flores Vassella, nació en Tacuarembó hace 59 años, reside hace 39 en Buenos Aires. Realizó sus estudios secundarios en el Liceo Departamental de su ciudad natal y actualmente estudia Antropología en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Licenciatura en Folklore en el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA).
Sé el primero en comentar