Un dolor imposible de volverse poesía / Por Laura Romero (*)

Sé que marchar por romper el silencio… a través del doloroso tronar de pesados pies alejando el rugir atropellado de las botas… no es igual a quedarse en casa siguiendo ese silencio que parece aclarar la mirada esperanzada que buscamos, casi todos a su lado, detrás, y tomados de los brazos de tantos… y aún de Luisa.

Honro la fuerza de los uruguayos… pues no se cansan de caminar por subsistir y empoderar en realidad cada una de sus interrogantes.

Porque entienden lo que es «No saber  qué sucedió» y el impacto de locura que esto instaura para siempre.

Vivir en eterno duelo y tortuosa espera se transforma en oscura naturalidad, viendo y amando y orando y luchando por esos hijos y nietos perdidos que se llevan y han llevado mucho más almas que las propias.

Saber que no pudieron elegir.

Saber… que respiran y duermen abrigados y silenciados por el poder de la ceguera aquellos que, como dioses paganos eligieron torturando. 

No sé de veras hoy… qué son los hombres en su esencia.

Qué han gestado los uniformes.

Qué les brota decidir en sus justificaciones.

No me interesa si creen tenerlas.

No me interesa si ya les queda poco por vivir.

Porque… qué darían esas «Luisas» por un instante de la vida de los suyos, queriendo supongo creer que no han sufrido, jamás volviendo a dormir en paz, buscando mágicamente curar las heridas y las traiciones de los mundos por donde a ellos los dejaron. 

Luisa mira, Luisa.

Seguro hoy ya tienes tu respuesta.

Una impronta de paz uruguaya para todos los que creemos que esos años de despejar el camino, hoy, son sus mates a tu lado,  su designio y explicación.

Ya no sangran. 

Ya no duele. 

Pero vamos todos tras de ti porque tantos y tantos en éste mundo y en los otros se han silenciado buscando.

Si un hijo se nos va, caminamos para siempre a medias.

Con bastones o creencias… pero rotos y sedientos de transitar el camino que por ellos sea o a ellos nos conduzca.

No milité nunca contigo Luisa pero miré rato hacia y dentro de tus ojos empañados… y aun increíblemente siempre se vieron claros.

Y te abrazo con ellos porque quisiera tomar la fuerza de la hoguera de tu alma quemándose por años y aún en ruinas, jamás el amor te impidió caminar tras su recuerdo. 

Tantos héroes en tantos lados sin póster ni páginas de libros.

Tantos mártires perdidos.

Tantos que nos quedamos orgullosos de que el amor llene las calles uruguayas callándose gritando por esas tan necesarias respuestas. 

En el paisaje de grandiosidad que muestran cada año las personas en la marcha, yo pude estar a mi manera.

Porque caminé más de veinte años por respuestas y seguiré siempre tras ellas.

Y vos lo ves Luisa. 

Vos… desarrollaste una capacidad de mirar por indicadores que… las ventanas con un velo de luz que veías por las calles sabes que también son tus pupilas… y que  eternamente verán -y veremos- a través de ti.

  • (*) Licenciada en Sicología – Escritora.

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