¿Por qué decidió volver a Tacuarembó, después de dejar la dirección de la Biblioteca Nacional en 2010?
Me siento más cómodo en Tacuarembó que en Montevideo, acá conocés a todo el mundo. Pensaba quedarme porque mi señora está jubilada y a ella le interesa más Montevideo, pero en realidad un quebranto de salud nos hizo volver. Montevideo tiene una gran ventaja sobre Tacuarembó para escribir porque tenés mucho más cerca los materiales que necesitas. En Montevideo te podés replegar con más facilidad. El tiempo, cuando te encerrás en Montevideo, es mucho más amplio que el que podés tener en Tacuarembó donde siempre hay visitas, compromisos, una vida social más intensa. El montevideano lleva a veces una vida más retraída que todos nosotros.
¿Tiene muchos amigos aquí en Tacuarembó?
Tengo muchos en Montevideo y muchos aquí en Tacuarembó. Lamentablemente por una cuestión de edad muchos amigos ya se han muerto. Me está pasando lo que mi padre me decía; que en definitiva la muerte no es un instante sino una sucesión de eventos, te vas muriendo con tus amigos. Cada amigo que muere, muere un pasado compartido con otra persona que no lo podés compartir con otro.
Se va volviendo ajena la vida…
Exactamente, se va volviendo ajena. También ves que la sociedad va cambiando y tiene costumbres y gustos absolutamente nuevos. Vos ves que no es solo que los viejos te dicen que todo tiempo pasado fue mejor, sino que los muchachos te dicen todo tiempo presente es mejor que el que has vivido tú. Eso es bravo, porque cuando las cosas para ti fueron de una manera y la realidad empieza a cuestionarte, tenés dos posibilidades que no son muy buenas: el rechazo liso y llano de lo nuevo o lo que no sé si no es peor que es la aceptación de lo nuevo y te empezás a arrepentir por lo que no hiciste antes. Uno debe aceptar la irreversibilidad del pasado, eso fue y fue.
¿Qué amigos tiene acá?
Darnauchauns está muerto. Victor Cunha y Benavides en Montevideo. Mi barra de amigos, Nelson Ferreira que es un primo, Gustavo Ferreira, González de Mattos, todos esos están acá. Además vos te vinculas a una parroquia o a un cuadro de fútbol y te ganas nuevos amigos. Yo me siento muy cómodo en Tacuarembó, cuando estoy en Montevideo extraño.
En Montevideo estos cinco años que estuve me hicieron gustar más. Se me volvió mucho más personal, el diariero empezó a tener nombre, las personas que me atendían, los empleados de un pequeño servicentro también todos con nombres y con historias. Vivía en Libertador esquina Cerro Largo, donde está la estación de servicio de ANCAP. Ahí está el origen de El Tanque Sisley, que ahora no es un cuadro de la zona ni mucho menos, pero donde está Salvador Livio había un tanque, de ahí el nombre de El Tanque. Es una zona cada vez más poblada y cada vez menos comercial.
¿Cómo vivió la muerte de Darnauchans?
Él venía muy mal. No fue una historia con desenlace imprevisible ni mucho menos. A veces pienso que fue un desenlace deseado por el Darno. El hecho de que se le muriera la esposa muy pocas semanas antes y la actitud que empezó a tener él, yo creo que marcaba ese deseo de bajar la cortina. Aparte toda la obra del Darno y su personalidad era bastante deprimida y angustiada. Lo asombroso es la capacidad que tenía, porque en un deprimido normalmente hay una inhibición y negatividad, en Darno había una avidez prodigiosa por la creación. Yo diría que no tenía avidez por la vida, pero sí por la obra, la propia y la ajena. Él estaba pendiente de lo que estaba pasando en el mundo, sobre todo estéticamente, aunque también políticamente.
¿Cómo vive la muerte? ¿Piensa en la muerte?
Soy católico, siempre fui católico, no como algunos que me preguntaron si soy católico ahora por una cuestión de edad. Yo más que miedo a la muerte le tengo miedo a la decadencia, y sufro la decadencia. Ya hay cosas que físicamente no puedo realizar. Yo tengo prohibido subirme para cambiar la luz; son detalles mínimos pero son cosas que te van marcando. La última vez que intenté poner una luz me caí. Tuve la suerte de caer sobre la cama de matrimonio pero ya me quitó las ganas de hacerme el rebelde ante las limitaciones físicas.
Leí una entrevista en El País de Madrid en la que decía que Las Puertas de la Misericordia es la novela de su vida. ¿Cambió esa opinión?
No, la mantengo, lo cual no quiere decir que no tenga proyectos que quisiera terminar. Siempre fui muy fiel a mis proyectos, tengo un proyecto y lo mantengo. Una vez que le confiero a una idea el carácter de proyecto, lo mantengo. Lo que tengo para escribir, hace mucho tiempo que lo he pensado. Toda mi vida pensé en hacer una novela sobre Jesucristo como también dentro del terreno religioso me importa mucho la figura de Pablo de Tarso, pero también me interesa Artigas, Venancio Flores, Bernardo Berro, Figari, Vaz Ferreira y Batlle, en definitiva.
Quisiera hacer cuentos también contemporáneos que a veces los tengo medio pensados, pero esos son más difíciles porque tenés que inventarles un final o una situación de abandono del cuento. A mí me encantan esos cuentos de final abrupto en los que la historia abandona al lector, pero la realidad es mucho más imaginativa, mucho más interesante que lo que uno pueda fabular. Siempre me importó fabular de acuerdo a lo que previamente existía en la realidad; la realidad para mí era un pretexto en el doble sentido, pre texto y pretexto.
¿Cuánto estuvo escribiendo «El hombre de marzo»?
11 años.
¿Cómo se lleva un proyecto tan largo?
No fue de los más largos míos, La Puerta de la Misericordia debe tener 40 años. Tiene sus altibajos o lo postergas por otro proyecto y después volvés. En el caso de esta novela de Varela fue una novela que se mantuvo en el primer plano todo el tiempo; lo que pasa que Varela y su época- y cuando digo su época hablo de Julio Herrera y Obes, de Carlos María Ramírez, de José Pedro Ramírez, de Bauza, Acevedo Díaz- fue una época muy compleja, muy entusiasmante pero al mismo tiempo muy enigmática, más que enigmática, intrigante, te plantea muchas preguntas a resolver, te va planteando y de alguna manera me llevó mucho tiempo leerlo, conocer la realidad. Después me costó traspasar a una estructura narrativa. Si bien es cierto que soy propenso a las novelas largas también soy propenso a las novelas que de algún modo atrapan al lector y que lo envuelven y lo hacen sentir cómodo. Siempre me fascinaron las casa grandes, con muchas piezas, que en cada pieza haya muchos elementos para ver, como quien visita una casa. Lo que busqué en esta novela fue darle una estructura narrativa a lo que aparentemente era anarrativo, como el Varela teórico y de alguna manera lo fui logrando.
Ya pasado un mes de la presentación del libro y un mes y medio de la revisión del libro. El libro quedó independiente de uno, yo en el fondo estoy satisfecho con esa novela. Los problemas que tuve soy consciente de que algunos los resolví, otros no, pero en definitiva se hizo lo mejor que se pudo. El resultado a mi juicio, y a juicio de gente que me importa que ha leído la novela, ha sido bueno.
¿En qué soporte escribe?
En computadora, no puedo escribir ya casi con cuadernola y lapicera. Cuando comencé la transición pasé del manuscrito a la máquina de escribir y no podía escribir directamente en la máquina de escribir porque estaban las correcciones entonces primero escribía en manuscrito y después se pasaba a máquina. Con la computadora siento que he ganado dos cosas fundamentales, el hecho de que no necesito corregir y la otra, el orden. Soy abogado, estoy atendiendo a una persona y atiendo a otra, pero a veces hay quince minutos y puedo ir hasta la computadora y tomar esa página para escribir aunque sea un párrafo. El único defecto es que perdés una visión de cancha. Utilizas una palabra, por ejemplo “inmaculado”, y no te das cuenta que a los pocos párrafos la estás utilizando de vuelta y eso a manuscrito es diferente porque de algún modo vos relees.
¿Todo el tiempo está pensando en lo que está escribiendo?
Sí, alguien te dice una frase y decís «está es la palabra que me faltaba», o te estás bañando y se te ocurre algo. A mí me llegó a pasar con esta novela que hay toda una revisión que se hace, una corrección de estilo, y esa es una ocasión para que vos busques palabras y cambies, y me pasó que cerrada la posibilidad y entregado el libro a la imprenta, me brotaban ideas para aplicar. En realidad yo el otro día decía, pensando en mi señora fundamentalemente, que la mujer de un escritor o de alguien que quiere ser escritor el gran problema que tiene es que se casa con un viajero, que desaparece por horas, es como si se fuera de viaje, y cuando vuelve, vuelve pensando en el viaje.
Las ideas son propuestas que te hace ese otro que tenés adentro y uno tiene que ver si se ajustan o no a los plantes, entonces uno tiene la sensación de que quiere volver cuanto antes a escribir para ver eso que se te ocurrió.
¿Participa a su entorno cercano de las cosas en las que está?
No, pero si estoy buscando un documento o descubro algo sí. Por un amigo descubrí que Latorre puede ser hijo natural de Oribe, entonces eso era una verdad escandalosa, y la transmitís a tus amigos, pero la intimidad de la novela no. No, porque es malo eso, no conviene. Yo en eso estoy totalmente de acuerdo con Quiroga, que para mí es el maestro máximo en materia de cuentos, que él defendía la impersonalidad. Tú escribís para un lector que no conoces, al servicio de la obra y entonces si vos personalizas demasiado la obra se te complica, lo que no quiere decir que no haya lectores especiales: mi padre era uno de ellos. Un amigo como Rosario Peluffo fue muy importante cuando hice La puerta de la misericordia, pero en definitiva es en plano de confidencialidad, en el sentido de que no tome estado público.
¿En algún momento pudo vivir de lo que escribía?
No, nunca. Viví de la abogacía, pude viajar de lo que escribía, los viajes que hice fueron por invitaciones a congresos, actividades literarias, presentaciones de libro, y me di el lujo de viajar gracias a la literatura. Soy en términos futbolísticos un pijama, sirvo como locatario pero como visitante no. Bernabé Bernabé no interesa, en las editoriales extranjeras me dicen muy lindo, muy bien escrito, pero el lector no va a entender tal cosa o tal otra cosa. Con La Fragata de las Máscaras pasó lo mismo que para mí, sin embargo desde ese punto de vista es más universal, y paso con La Puerta de la Misericordia; un editor de acá me dijo «otra novela sobre Jesús escrita por un desconocido». No es una novela que te abra caminos y me va a pasar con Varela: muy extensa, muy complicada, y me van a decir que el lector español no conoce lo que pasa en Uruguay. Yo no estoy de acuerdo con eso, yo me tragaba La guerra y la paz sin ningún tipo de problemas, o todas las novelas de Dostoievski que son muy rusas sin tener la menor adaptación y conocimiento previo de la realidad rusa.
¿Cómo se encaran proyectos así cuando se sabe que no van a retribuir económicamente?
Todos ellos fueron más extensos de lo que yo pensaba, La Puerta de la Misericordia yo sabía que iba a ser larga, la de Varela ni sombra de que iba a ser tan larga. El tema de Varela fue que fui encontrando cosas dignas de contar y se fue alargando y se fue alargando… Es una novela que pudo haber sido mucho más extensa. Uno escribe lo que desea leer, yo nunca tuve un afán de lucro, eso es un principio benavidiano; a mí no me gusta decir “grupo de Tacuarembó”, me gusta decir “ciclo de Benavides”. Todos partíamos de determinados postulados que eran implícitos y compartibles; uno de esos es no vender el arte, que el arte sea lo que uno siente, y a mí se me ha ocurrido querer leer libros que no son exportables. Hay uno que es exportable que es la Guerra del Paraguay, pero no le doy prioridad porque es muy complejo.
Es un tema de interés regional, lo voy pensando pero todavía me falta muchísimo. Por ejemplo, la novela de Artigas que es un proyecto de larga data que tengo, ¿qué mejor momento que éste para escribirlo, que estamos en el Bicentenario? Y sin embargo es una novela que yo quiero dejar madurar. Es una de las pocas virtudes que me reconozco: no mezclo el lucro, ni la especulación marketinera con la creación. La creación tiene tres enemigos: uno es cuando el escritor da todas sus fuerzas para un tema que es banal, otro es el hecho de que apresura, no se da tiempo y da una fruta verde, y lo otro que es terrible es supeditar la realización de la novela, la escritura, al lucro. Entonces escribís una novela por año para que los ingresos de ese año sustituyan a los de otro año y por supuesto caes en el error de plagiarte a ti mismo. A mí un personaje que me apasiona es León de Palleja, pero ya estaba en Bernabé Rivera y corro el riesgo de plagiarme.
¿Cómo surge el personaje de Josefina Peguy?
Surge por necesidad en La Fragata de las Máscaras, pero apareció primero en Bernabé. Yo estaba escribiendo La Fragata de las Máscaras y lo suspendí cuando vi que la novela de Bernabé estaba escrita. Es todo un tema ese, yo pienso que el escritor de novela histórica puede simplemente pactar una convención de laxa verosimilitud con el lector y decirle «bueno, te voy contar esta historia que parece verdadera pero vos sabés que no es verdadera». El caso típico es Crónica del Descubrimiento de Paternain, que cuenta el descubrimiento de España por los indios charrúas: hecho no veraz, pero con una trama bastante verosímil. Puede pactar con el lector una convención de veracidad: lo que te cuento es verdad, esto que ocurrió no te miento. Ahí es mucho más complicado, porque tenés casi los zapatos de plomo del historiador, la fabulación queda relegada a lo que no es históricamente relevante. Si José Pedro Varela se manchó o no la camisa con salsa de ravioles mientras estaba hablando de una situación, no puedo dejar de decir que fue tuerto, que sostuvo un duelo; tengo que ajustar, no puedo inventar un duelo o convertirlo en calvo. Tengo que ajustarme al personaje real. Tengo la libertad de caricaturizarlo, deformar un poquito la facción para acentuar los rasgos fundamentales. En definitiva se busca una imagen más real que la del mero retrato.
Se precisa honestidad para escribir novela histórica, porque uno podría tener interés en deformar la realidad en función de una determinada interpretación histórica o también se puede enamorarse del personaje. En el caso de Varela, existe esa dicotomía entre el Varela de la escuela pública y el de la dictadura de Latorre.
Trato de no hacerlo nunca, incluso trato de ser adversario. En el caso de Jesús, mi Dios para mí, no era simplemente un héroe o un personaje fascinante, pero yo no podía hacer que el increyente se sintiera incómodo, tenía que darle una línea de fuga, decir «bueno, esto no pasó así, no fue un milagro, pasó de tal modo», y que el lector pueda elaborarse sus líneas de fuga, dejar en la pieza una ventana para que él pueda salir. En el caso de Varela, que tu planteas con Latorre, a mí me interesaba vivamente tratar de entender por qué Varela después de rechazar el ofrecimiento de Latorre, a los cuatro días lo aceptó y porqué Varela se mantiene en el cargo de inspector nacional después que Latorre se iba deslizando hacia una dictadura.
Ese gobierno provisorio de Latorre que iba a llamar pronto a elecciones empieza a demorarse porque Latorre empieza a entusiasmarse con la obra que está realizando, y se mantiene cumpliendo algunos objetivos muy maquiavélicamente, las matanzas por ley de la fuga. Él adopta medidas muy buenas, como que la policía de Salto pueda seguir a un matrero de Salto en Paysandú que antes no se podía, pasabas la frontera y estabas libre, pero al mismo tiempo tiene norma muy draconiana como el sumario instantáneo y la ejecución o la ley de la fuga que no está escrita porque no aparece la instrucción, pero ves cantidad de episodios donde la policía aplica el asesinato del presunto delincuente e inmediatamente le atribuye propósito de fuga.
Hay episodios de ese tipo, había que plantearle al lector esa aparente contradicción de Varela y al mismo tiempo plantearle lo que vos ves como justificación del personaje. Yo creo que está en dos cosas; Varela viene de 25 años de inestabilidad política, del fin de la Guerra Grande al tiempo de Latorre hubo 19 levantamientos. No había un gobierno estable en el Uruguay, porque no había una práctica republicana. No es casualidad que seis españoles integren el elenco de nueve colaboradores que tiene Varela. Vienen los españoles exiliados y le cuentan que la primera república se cayó porque no había republicanos que la sostuvieran. Se da cuenta que para la formación de republicanos es esencial la educación. Lo dijo Varela, lo dijo Mujica en el discurso inaugural de su gestión y en realidad habría que decirlo siempre, y una segunda razón creo que fue el hecho de que para la educación es esencial que se sepa leer.
Si vos tenés un 90% de analfabetos, esos analfabetos no van a tener la posibilidad de educarse y van a ser una carga negativa para los que se educan, por eso tenés que formarlos. Más que la nueva Constitución es una Constitución oligárquica porque los analfabetos estaban excluidos de la educación. Cuando vez que el colaborador de la dictadura crea 57 escuelas en un año y que esas escuelas son del Interior y de la campaña te das cuenta que el tipo tenía principios y coherencia. En menos de un período de gobierno, logró crear y asentar una reforma. Por algo hablamos de la escuela valeriana. Ahora no podés soslayar y ocultar que Latorre salpicó de sangre a Varela.
Varela ha criticado a la intelectualidad, decía que los intelectuales pensaban en francés. ¿Le parece que ahora siguen pensando en francés?
La intelectualidad, no la uruguaya, toda la intelectualidad, tiende a ser farisaica, mandarina, de pensar para sí, y en sí y desde sí y no pensar en el interés colectivo de la chusma, de la plebe, de la mersa o del lumpen que es una palabra que ahora está muy de moda. En realidad Varela reaccionó contra la intelectualidad de su tiempo, para usar una palabra que para él era mandarín, porque hablaba en chino a la gente, en chino mandarín, no se podía entender para nada y esa crítica que le hace a la intelectualidad de su tiempo yo le pregunto al lector si no es válida hoy. ¿A quién le parece que votaría Varela en 2014? Realmente no lo sé. Él terminó su vida siendo radical, en el partido que había fundado su amigo Carlos María Ramírez apartándose de los blanco y los colorados, pero fue una adhesión muy dubitativa, como mucho dolor porque él se sentía colorado. No quiero responder la pregunta porque no encuentro elementos para fundamentar seriamente.
Esta novela de Varela surgió cuando estaba trabajando en Flores y Berro. ¿Qué pasó con esa novela?
Es la que viene, si Dios quiere.
¿Tiene idea del tiempo que le llevará?
Quiero hacer una novela más corta, más intensa, sobre todo para terminar con la crítica del ladrillo. Hay un amigo, Mauricio Rosencof, que me dice irónicamente que admira mi poder de síntesis. Le quiero demostrar que tengo poder de síntesis.
¿Cómo fue su experiencia en la Biblioteca Nacional?
Fue una experiencia dolorosa, sobre todo a partir de que se fue Brovetto, a partir que dejó el Ministerio. Ahí había apoyo y coincidencias ideológicas. El objetivo que teníamos con Brovetto era la conformación del sistema nacional de bibliotecas públicas, que quedó on line, al final de período, prácticamente por insistencia mía, pero que no se ha cumplido. Ni siquiera se hizo un decreto reglamentario. No era un propósito mío, era un propósito de muchos bibliotecarios del interior y en definitiva marcaba que la biblioteca dejaba de ser montevideana. Además es falso que la Biblioteca Nacional es montevideana: es una biblioteca del cordón y del cordón universitario, de la Facultad de Derecho, de Psicología, de Humanidades, de Ciencias Políticas, de Ciencias, del IAVA, y esos son prácticamente los lectores. Hay un límite que es el boleto: si podés ir caminando es una cosa y si no podés ir caminando es otra. No cabe la menor duda que no es la biblioteca del Cerro, ni de Manga, ni de Carrasco o Pocitos. Es una biblioteca encerrada en sí. Varela decía que era un panteón nacional porque no era accesible a toda la población y además decía que no se podían llevar libros a domicilio, y eso se mantiene.
¿Cambios tan específicos precisan legislación?
Precisarían una estructura nueva. Lo ideal era crear un sistema nacional por un lado. Si tu necesitabas un libro de Bauzá en Tacuarembó te lo mandaban en copia electrónica, lo tenías y lo tenía tu biblioteca. La edición electrónica es de bajísimo costo, a pesar que al principio está el escaneado, pero lo hacés una vez. Si te lo pidieron en Tacuarembó es probable que después te lo pidan en Rocha o en Melo. Hay libros que son muy consultados. El libro Artigas y el artiguismo de Arturo Ardao por ejemplo, y cuando quieras acordar vas teniendo un material.
La otra cosa que tenés que comprar, ¿por qué va a ir a comprar la biblioteca de Durazno a la librería de Durazno? Hacemos una compra colectiva y vamos a la propia editorial que nos puede hacer una oferta mejor. ¿Querés difundir la última novela de Mario Delgado Aparaín?, que bueno sería disponer de un itinerario. Este mes van a salir tales y tales novelas, ¿qué autor les interesa que venga?, y contesta la localidad. Se habló de hacer una nueva sede, pero es mucho menos oneroso reformarla que hacer una nueva. Vamos a terminar en una edificación como la biblioteca de París, porque siempre va a venir la tentación de un proyecto impactante. El tema era hacerlo a lo Varela, no porque no podamos hacer todo estamos autorizados a no hacer nada. Estamos obligados a hacer todo lo que podamos.
El libro electrónico plantea muchas posibilidades.
No creo que el libro electrónico excluya al libro de papel, pero sí tiene sus ventajas sobre el de papel, lo económico. Una vez obtenida la versión electrónica no insume costo ninguno, es mucho más democratizador que el libro de papel y se puede acceder mucho más fácil al libro electrónico que al de papel, mucho más dúctil. Una enciclopedia implica la ocupación de todo un estante en la biblioteca y si yo estoy buscando algo de Tolstoi y me sale Guerra y la paz tengo que ir a la G. en cambio una enciclopedia electrónica es mucho más fácil de consultar. La otra cosa que a mí me fascina del libro electrónico es la posibilidad de juntar diversos medios. Yo odio la física, nunca me llevé bien con la física, pero pienso que hoy día con la idea de poner en movimiento las fórmulas y las representaciones de los experimentos y hacerlo en vivo, ahí cambia radicalmente la situación, la atención y la comprensión es mucho más fácil. Es mucho más fácil comprender si cuando estás leyendo sobre el asesinato de Kennedy ves las imágenes. El libro electrónico permita la correlación con otras artes, estás estudiando lo que es una sinfonía, necesitás oír ejemplos.
Una de las críticas que se hacían era que tenías que estar todo el tiempo frente al monitor y ahora con la tableta desapareció eso. Esto que estamos viviendo hoy, es un protoarte respecto al arte que va a surgir con el libro electrónico. Si hay esa transformación revolucionaria en el soporte, las bibliotecas tienen que adaptarse a eso. A mí señora, mi cuñada nos cuesta pero es maravilloso verlo. A mí me cuesta la digitalización con el dedo, moverse con lo táctil. Para mí es fabuloso y lo que se ha hecho en Ceibal es muy importante, hay que apoyarlo en la producción de material para Ceibal y a su vez darle proyectos similares, hermanos, para acentuar la digitalización cultural de la sociedad.
¿Se arrepiente de haber aceptado el cargo?
Quedaría mucho más digno decir que me arrepiento. No me voy a ofrecer porque estoy mal de salud, pero si me lo ofrecieran de nuevo lo pensaría, porque me interesa muchísimo el sistema nacional de bibliotecas públicas. En Chile es maravilloso, y el otro día leía que hay una merma de lectura y demanda de los lectores a las bibliotecas. Tenemos que salir al paso de eso y al paso del cambio de soporte que es un cambio mayúsculo. Lo que el Plan Ceibal está logrando en la escuela, también tendríamos que lograrlo en la biblioteca y ahí seríamos varelianos porque Varela era de la educación permanente. Tenias que seguir la educación fuera del aula. Uno de esos lugares era la biblioteca y otro era la prensa, Varela dirigió dos diarios, porque consideraba que la prensa era esencial para la educación.
Entrevista publicada en Montevideo Portal (17/5/2013)
Sé el primero en comentar