En la Sala de Sesiones “Gral. José Artigas” de la Junta Departamental de Tacuarembó, el jueves 27 de octubre se realizó una sesión solemne con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Revolución Artiguista. En dicha actividad disertó la historiadora Ana Frega Novales sobre el tema “Artigas y la soberanía de los pueblos en la Revolución del Río de la Plata”.
Frega Novales es profesora de Historia, egresada del IPA, licenciada en Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades y doctora en Historia de la Universidad de Buenos Aires. Es especializada en el estudio de la Revolución de Independencia en el Río de la Plata con publicaciones en Uruguay, Argentina, Brasil, México y España. Hoy coordina un equipo histórico sobre los caminos de “La Redota” y su contexto.
La actividad académica, acompañada por numeroso público, fue organizada por el Legislativo Comunal y auspiciada por la Cátedra W. Benavides, MEC, Casa de la Universidad y la Asociación de Profesores de Historia del Uruguay. Foto: Bancadas del Frente Amplio y Lista 400 (PN) entonando “A don José”)
TEXTO DE EXPOSICIÓN DE LA Prof. Frega:
Prof. Dra. ANA FREGA: Buenas noches a todos. Antes que nada palabras de agradecimiento a la Junta Departamental de Tacuarembó y mi reconocimiento a todos Uds., por estar aquí y compartir algunas reflexiones en torno a este proceso histórico. Como decía muy bien el Presidente de la Junta, cuando pensamos en la revolución de independencia, estamos pensando en un acontecimiento fundamental para la experiencia y para la memoria histórica de los uruguayos y en ese sentido es que desde nuestro lugar de Historiadores, vamos a presentar algunas ideas y sobre todo vamos a tratar de mostrar como en el abordaje de este rico proceso histórico, a veces las cosas no son tan lineales y homogéneas, debemos advertir justamente sobre eso, y a veces mostrar también algunos claro oscuros del proceso que estamos analizando. El título que hemos dado a esta intervención es: «Artigas y la Soberanía de los pueblos en el Río de la Plata». Y ya desde el título estamos marcando por lo menos uno de los temas que debemos a tener en cuenta, cuando analizamos estos procesos históricos y es tratar de ubicarnos en el contexto de 1810, 1811, 1820, y en ese contexto analizar que por un lado se está produciendo el colapso de un imperio transatlántico, el imperio español, que paralelamente a eso ese proceso de ruptura, esa revolución de independencia también está expresando un conjunto de contradicciones y de tensiones que existían en ese régimen colonial. Entonces, cuando nos aproximamos a este período, recordemos que muchas veces las palabras que allí se están utilizando, tenían sentidos diferentes para los protagonistas de los cuales nosotros les podemos dar en la actualidad. Y voy a poner dos ejemplos, para ya entrar de lleno en la soberanía y en los pueblos en el Río de la Plata, que también deberé de hablar de que se entendía por soberanía, y hasta que punto que el pueblo es soberano significaba una ruptura fundamental. Cuando se declara este año como el año del Bicentenario, se habla del Bicentenario, del proceso de emancipación. Emancipación como uso corriente, en realidad estaba vinculado a la patria potestad o al poder que tenían los amos frente a sus esclavos, y, en esa metáfora de concebir la política como la familia, el rey también era el padre supremo de todos y en ese sentido el término emancipación, empieza a cobrar un nuevo significado cuando se utiliza para expresar lo que están pidiendo las colonias. Pero no es solamente ese proceso de emancipación, donde en el caso de la patria potestad, al llegar a la madurez, el padre podía emancipar al hijo, sino que aquí había algo inédito, y era que los «hijos» se estaban emancipando.
De ahí entonces que esa palabra empieza a cobrar un nuevo sentido y empieza a asociarse a «Independencia», «Independencia» que también es una palabra que tiene muchos sentidos, algunos positivos y otros negativos. Cuando un naturalista español y a su vez encargado de fijar los límites recorría la campaña de estos territorios al este del Río Uruguay, él hablaba de que la gente del campo era muy independiente y ahí no lo usaba en término positivo, lo usaba en término negativo, como aquel que no se sujetaba al orden, como aquel que no conocía reloj y las mujeres, esto es lo que decía Félix de Azara, no conocían aguja e hilo.
Entonces, estos términos al calor de estos acontecimientos inéditos van a ir cobrando un nuevo sentido e incluso uno podría decir que hasta la vida cotidiana se va politizando en el marco de la revolución. ¿Qué se entendía por soberanía en ese momento?, y ¿qué se entendía por pueblo o pueblos en ese momento?.
La «soberanía» era la alteza y el poderío sobre todos y ustedes seguramente recordarán o habrán leído incluso hasta en los cuentos infantiles, que un sinónimo de rey es soberano, un sinónimo de rey es su alteza y en definitiva cuando se hablaba de soberanía, en las explicaciones que daba el diccionario y en el imaginario de la gente, la soberanía estaba asociada directamente con el monarca.
Plantear, imaginen ustedes, que la soberanía ha vuelto al pueblo, encerraba una transformación muy grande al punto que en los primeros momentos de la ruptura del régimen español, se decía que esa soberanía en realidad estaba como en depósito, como que el rey estaba prisionero y como el rey estaba prisionero alguien tenía que guardar esa soberanía, pero que no se podía ejercer, no se podía transformar esa monarquía que pretendía ser monarquía absoluta aunque no lo lograra del todo, en otro tipo de régimen político.
Ahora, «pueblo», la palabra «pueblo» es una palabra más complicada, porque pueblo encierra muchos significados. Pueblo puede ser ese lugar, ese centro poblado; pueblos pueden ser también aquellos que viven, que habitan, ese lugar, no pueblo con la raíz «de populus»; pero pueblo también encerraba algo peligroso para la sociedad de la época, porque pueblo también podía ser plebe, podía ser vulgo, podía ser la gente común y ordinaria dice el diccionario de la Real Academia Española en oposición a los nobles, es decir que ese pueblo también puede ser populacho. Entonces, plantear que la soberanía vuelve al pueblo ante esta situación de una crisis de la monarquía de esos acuerdos a partir de los cuales la alianza entre España y Francia en la guerra contra Gran Bretaña y su aliado Portugal, habían dado por resultado que en definitiva la familia real española terminara en Francia con esas llamadas abdicaciones de Bayona, bayona por el lugar donde se hicieron, donde termina siendo coronado como Rey de España el hermano de Napoleón, José Bonaparte, en ese contexto plantear que la soberanía retrovierte al pueblo, en realidad plantea un campo de batalla porque, ¿quién va a ser ese sujeto soberano?; dicho de otra manera: ¿quiénes van a ser esos pueblos que reasumen la soberanía?.
Y yendo entonces al Río de la Plata porque esto es Artigas y la Soberanía de los Pueblos en el Río de la Plata. Yendo al Río de la Plata, esa idea de retroversión de la soberanía también va a admitir distintas lecturas, porque como yo les decía esto es un campo de batalla y si es un campo de batalla, entonces ¿qué es lo que va a ocurrir?. Lo que va a ocurrir es que, quienes se van a plantear soberanos lo van hacer desde una posición de poder reconociendo o tratando de que así sea reconocido, que los que están más abajo le reconozcan esa alteza que decíamos y poderío sobre todos. Entonces cuando se planteó esta idea de que con la crisis de la monarquía, con el rey que está prisionero en Francia, con un rey que pretende sustituirlo pero que no es acatado y se produce incluso en la propia metrópolis un levantamiento popular, frente a esa situación, ¿cuál es el sujeto soberano?, porque desde España se va a pretender conformar un gobierno que sustituya con esa soberanía en depósito que decíamos, la autoridad real y que por lo tanto el resto de los territorios españoles, las colonias españolas reconocieran esa nueva autoridad. Entonces en el Río de la Plata desde la capital del Virreinato, desde la Ciudad de Buenos Aires el Cabildo Abierto va a decir NO, la soberanía no retrovirtió, no volvió a un pueblo en singular y en este caso al pueblo español, sino que la monarquía española es una monarquía compuesta por distintos pueblos, por distintas corporaciones, por distintos estamentos, que reconocían la unidad en el rey pero desaparecida la figura del rey cada uno vuelve a ser soberano, no en esa idea de una monarquía compuesta de un pacto de sujeción al monarca pero que se rompe desde el momento en que el monarca no está. Ahora, esto que plantea la capital del Virreinato del Río de la Plata, dice: bueno, la soberanía de los pueblos, los pueblos americanos tienen los mismos derechos que los pueblos europeos, no españoles americanos, españoles europeos, de declarar que son soberanos y por allí entonces, toda la fundamentación que se hace desde la Gazzeta de Buenos Aires figuras como la de Mariano Moreno, en esa dirección. Ahora, cuando esos mismos escritos de la Gazzeta de Buenos Aires, son leídos en otras regiones del Virreinato, entonces ya no es que la soberanía de los pueblos se concentra en la antigua capital y por lo tanto se mantienen las jerarquías anteriores sino que esa soberanía de los pueblos puede ir incluso más abajo y entonces puede alcanzar a ciudades, ciudades que eran capital de intendencia que era una forma de organización del Virreinato en esa época, ciudades que eran gobernaciones que estaban también integrando el antiguo Virreinato y esas ciudades, esas gobernaciones decir: la soberanía ha recaído a este nivel, somos la ciudad de Salta, la ciudad de Jujuy, somos sujetos soberanos ante la crisis de la monarquía española. Pero en el caso de los territorios al este del Río Uruguay, al plantearse la ciudad de Montevideo, la fuerza de Marina que allí estaba en el apostadero naval, la Gobernación de Montevideo, el Cabildo de Montevideo, es decir las distintas autoridades de Montevideo, plantearse fieles, plantearse leales al consejo de regencia, a esa nueva autoridad que está sustituyendo la autoridad del monarca en España. Al plantearse entonces como un bastión realista, españolista, la idea de la retroversión de la soberanía necesariamente va a llegar a un escalón más bajo, más al ras del suelo de lo que había llegado en otros lugares del Virreinato del Río de la Plata, porque el levantamiento que se va a producir en los territorios unos dependientes de Buenos Aires, otros dependientes de Montevideo, otros dependientes de la Gobernación de las Misiones, porque en realidad la Banda Oriental como unidad no existía antes de la revolución, esos distintos pueblos y lugares que se van a levantar van a reclamar en definitiva el ser soberanos. Entonces, cuando hablamos de la soberanía de los pueblos en el Río de la Plata vemos que hay distintos niveles, distintas escalas en que se va a esgrimir, se va a pelear por tener la condición de soberanos.
Pero esto no es la soberanía de los pueblos en el Río de la Plata, sino que esto es Artigas y la soberanía de los pueblos en el Río de la Plata. Y allí la figura de José Artigas que ingresa a la revolución ya maduro, que ingresa a la revolución como Capitán de Blandengues pero que tiene una trayectoria anterior que le ha permitido tender puentes con grupos sociales, con grupos culturales, con grupos económicos, con grupos étnicos muy diversos, esa presencia de José Artigas va a poder ir congregando, aglutinando, levantamientos que se habían ido produciendo en distintas zonas, en distintos lugares al este del Río Uruguay. Si quisiéramos avanzar un poco más y resumiendo parte de lo que ya mencionamos, podríamos decir que a fines del Siglo XVIII la Banda Oriental, ese territorio que no está muy definido todavía, era objeto de controversia, de controversia al interior del Virreinato del Río de la Plata, decíamos la Intendencia de Buenos Aires, la Gobernación de Montevideo, la Gobernación de Misiones, pero también un territorio de controversia con Portugal, los dominios brasileños de Portugal y también con Gran Bretaña que en 1806/1807 había intentado controlar, por lo menos la zona de Montevideo o la zona costera de la Banda Oriental. En el marco de la crisis de la monarquía española, las autoridades encontraron ahí la posibilidad de pelear por antiguos privilegios, de pelear en definitiva por algunas de esas reivindicaciones que la monarquía española no les había dado. La renovación historiográfica que se ha producido sobre las revoluciones de independencia lo que nos muestra es que efectivamente el factor de la crisis exterior, el hecho del desmoronamiento de la monarquía precipitó los acontecimientos. Acontecimientos que ensayaban la posibilidad de alguna reforma, pero que plantear la ruptura que suponía la revolución era un paso que tal vez no se hubiera dado sino se hubiera producido esa crisis española. ¿Por qué decimos la ruptura que suponía la revolución? Porque la revolución puede plantear, el terminar con lo anterior y eso se conoce, pero lo que no se conoce es que va a pasar después, cuál va a ser la evolución y va a ser en el tránsito de la lucha que en definitiva se van a ir formulando proyectos, se van a ir afirmando nuevas teorías y nuevos resultados. En el Río de la Plata entonces, con la revolución va a ocurrir una lucha de soberanías, de soberanías que podía ser la soberanía española que no quiere perder sus colonias americanas, la soberanía de los nuevos centros que aspiran a ser capitales de un nuevo ordenamiento político y de ahí entonces aspiran a ser «nacionales», la de las ciudades cabeceras de provincia, como les decía: Córdoba, Salta, Jujuy y también la de los pueblos. Y esa lucha de soberanías va a ir definiendo la posibilidad de alianzas pero no van a ser solamente esas soberanías entre sí, sino que decíamos, en el Río de la Plata tenemos la presencia de Gran Bretaña, la presencia de Portugal que en definitiva también están movilizando posiciones y en definitiva planteándose como alternativas, porque ustedes saben bien, que la derrota militar del artiguismo va a ser fruto, entre otros, de la invasión portuguesa de 1816. Entonces en las poblaciones dependientes de la Banda Oriental, que estaban bajo la orbita de Buenos Aires, se había reconocido en 1810 el nuevo gobierno, pero, rápidamente debieron ceder a la presión de las partidas militares que envió Montevideo. A comienzo de 1811, se inicio el levantamiento armado en las zonas rurales, con participación de un amplio espectro social, promovidos por liderazgos locales que luego se unificaron entorno al Capitán de Blandengues José Artigas. En mayo de ese año las tropas orientales pusieron sitio a la ciudad de Montevideo, se incorporó poco después un contingente militar enviado por el Gobierno de Buenos Aires al mando de José Rondeau y si bien el movimiento se inició bajo la regencia de la Junta constituida en Buenos Aires el armisticio celebrado entre ese Gobierno de Buenos Aires y el Gobierno de Montevideo, ese Armisticio ratificado el 20 de octubre, y que se conoce su ratificación el 23 de octubre, y hace pocos días que conmemoramos las consecuencias de ese Armisticio. Ese armisticio marcó un punto de ruptura y marcó un primer momento de planteo entorno a la soberanía de los pueblos, entorno a quienes eran estos sujetos soberanos. En un oficio dirigido a la Junta del Paraguay, ya en plena marcha a buscar otra posición, en este caso aceptar la tenencia de gobernación en Yapeyú, actual provincia de Corrientes en la República Argentina. El 7 de diciembre, cuando las tropas orientales y las familias que lo acompañaban estaban acampadas a orillas del Daymán, Artigas va a dirigirse a la Junta de Paraguay. ¿Por qué se va a dirigir a la Junta de Paraguay?, porque en 1811 también Paraguay había planteado una postura diferente, respecto a quienes eran los sujetos soberanos. Y, en octubre de ese año, así como el Gobierno de Buenos Aires estaba celebrando un Armisticio con el Gobierno de Montevideo, por el cual le cedía todo este territorio más pueblos al oeste del Río Uruguay, Gualeguay, Gualeguychú y Arroyo de la China, también había celebrado un acuerdo, en este caso un tratado de alianza con el Gobierno de Paraguay y había reconocido que las relaciones iban a ser relaciones de confederación, es decir había reconocido a ese Gobierno de Paraguay su capacidad de soberano y había establecido lazos de unión. En esa carta que Artigas escribe a la Junta de Paraguay, el 7 de diciembre del año 11, Artigas denunció que el acuerdo se había suscripto sin el consentimiento de los orientales. Fíjense ustedes que un elemento que da legitimidad al gobierno, o que da legitimidad a sus resoluciones es el «consentimiento». Los orientales, dice Artigas en esa carta a Paraguay, no tenían representación en el Gobierno de Buenos Aires. En ese mismo oficio a la Junta de Paraguay, Artigas dio cuenta de que previo a la firma de ese armisticio se había «realizado» porque es la expresión que utiliza Artigas en la nota, «una Asamblea de ciudadanos quienes representaron» (y siguen las comillas de lo que escribía Artigas) que de ninguna manera podían serles admisibles los artículos de la negociación…», y sigue diciendo la carta: «y me declararon su General en Jefe». En agosto de 1812, un oficio de los Jefes del ejército oriental al Cabildo de Buenos Aires reforzaba esta idea de la soberanía particular, ó de la soberanía de los pueblos. Y, en ese oficio de agosto de 1812, los Oficiales le comunicaban al Cabildo de Buenos Aires que el Armisticio había quedado roto, y ahora viene la cita textual: «…roto el lazo nunca expreso que ligo a él – es decir al Gobierno superior- nuestra obediencia…». Y que en ese momento, es decir en el momento en que se está desconociendo el Armisticio celebrado por una autoridad, en la cual ellos no tenían un representante, en ese momento habían celebrado y sigue la cita: «…el acto solemne, sacrosanto siempre de una constitución social…». Es decir, se había conformado un pacto de sociedad o un pacto de asociación, donde los protagonistas entendían que ese conjunto de pobladores habían constituido un cuerpo soberano y desde ese momento, se va a plantear la reivindicación de esos derechos soberanos, de ese conjunto o de ese pueblo, pueblo en el sentido de cuerpo moral, no en el sentido de conjunto de habitantes, ni de gente común ordinaria, sino de cuerpo moral, sujeto de derechos y obligaciones, desde ese momento entonces se habría conformado. El nivel de desagregación territorial que planteaba el artiguismo, llegaban los pueblos, villas y lugares que en definitiva eran las que albergaban la base social del movimiento. Ahora, este planteo que se está definiendo a fines de 1811, que se está definiendo a partir de la resistencia a una decisión que se ha tomado sin el consentimiento, sin la participación de quienes van a ser objetos de esa decisión, porque eran los habitantes de la Banda Oriental que estaban acompañando la línea sitiadora, que estaban participando de las milicias y de las tropas regulares, los que debían o aceptar el armisticio y entonces reconocer que eran válidas las cláusulas que allí se establecían de que no se los iba a perseguir por sus ideas anteriores, que se iban a respetar sus personas y sus bienes, que se iba a lograr que los portugueses se retiraran del territorio, bueno, plantearse esa opción era bastante difícil de creer. Tan difícil de creer es que, cuando repasamos las fuentes de qué pasó después del armisticio en la Banda Oriental nos encontramos con que uno de los memorialistas, aquel incluso que señaló que los paisanos llamaban como «redota» ese movimiento por querer decir otra cosa, no por querer decir «derrota, derrotero, camino, senda», imaginen el camino que podrían formar 800 carruajes, 4.400 personas además del ejército, ese protagonista de los hechos pero que luego escribe sus memorias, Carlos Anaya, cuando analiza esto, dice: «y yo cometí la ingenuidad de volver a Montevideo desde San José», o sea el no acompaña la marcha, el vuelve a Montevideo y al volver a Montevideo lo están esperando es los famosos Artigas y que todavía habían de volver a Montevideo y para horror de los parroquianos de la pulpería amenazaba a los gallegos y dice uno de los testigos, con otras muchas expresiones, haciendo cruces y rayas con el cuchillo en el mostrador. Este mostrar, no desde la perspectiva de las grandes palabras, hablamos de un pacto social, de la asociación, de romper un lazo que nunca había estado suficientemente expreso y constituirse como pueblo, este lenguaje político relevante, también debemos acompañarlo de estas historias pequeñas, de estas historias menudas, pero en definitiva nos están mostrando que hay efectivamente apoyos, presencias que la historia debe recoger y debe contemplar. Y que son presencias que tal vez no jugaron un papel definitivo como individualidades, pero sí jugaron un papel definitivo como colectivos, como colectivos que eran capaces por ejemplo pensando en lo que mencionábamos de la Redota de fines del año ’11, que como colectivo contribuían a nutrir de fuerza, de capacidad, de pelea y de negociación de defensa de esa soberanía de los pueblos la posición que se estaba esgrimiendo. No es posible pensar que se hubiera difundido como se difundió el planteo artiguista sin ésta presencia popular que lo acompañaba. Y ese planteo artiguista se fue difundiendo y se fue difundiendo más allá de los pueblos al este del Río Uruguay. Claro varios meses pensando que se está en el territorio actual de la provincia de Entre Ríos, y cuando se plantea definir una nueva organización política para este territorio y cuando se convoca una Asamblea en 1813, cuando hay en definitiva que empezar a dar forma a este proceso revolucionario que ya lleva dos años, el artiguismo va a plantear esta idea del contrato, va a plantear esta idea de la igualdad, va a plantear esta idea de la necesidad de combinar la libertad y la unión. Las ideas artiguistas reconocen múltiples influencias, la noción del contrato, pese a que parezca algo tan elaborado en realidad formada parte de la vida cotidiana de las personas, a través de la actividad económica, a través de la vida comunitaria, a través de la fe religiosa, siempre el tema del contrato estaba presente; el proyecto artiguista recogía referencias a una igualdad primigenia de raíz cristiana, naturalista, contractualista y dialogaba también con el republicanismo clásico y con las experiencias revolucionarias contemporáneas, claro que el artiguismo lo que hacía era una apropiación selectiva, una reelaboración de esas ideas y en esa reelaboración de las ideas, planteó que la edificación de un nuevo estado en el Río de la Plata debía partir de una asociación voluntaria, en la cual los cuerpos territoriales conservaban todo poder o derecho no delegado expresamente y conservaban también la capacidad de ratificar o rechazar lo actuado por sus representantes. Esa era la soberanía de los pueblos, la posibilidad entonces, de decidir sobre lo que les importaba, sobre lo que les competía y por supuesto que también se plantean allí las ideas de independencia, las ideas de república, las ideas de libertad civil y religiosa, es decir ese proyecto político que nosotros tenemos sintetizado en los artículos de las Instrucciones, y ese proyecto político cruza el Río Uruguay y va a ir tomando cuerpo en otras zonas del antiguo virreinato que van formando el Protectorado, la Liga Federal, el sistema de los pueblos libres, que son las distintas denominaciones con que reconoció este sistema que a su vez reconocía a José Artigas como su Protector. Este protectorado, liga federal, sistema de los pueblos libres, fue una construcción inestable, con avances y retrocesos al calor de la lucha contra el Directorio de las provincias unidas por un lado, con las tropas portuguesas que en 1816 volvieron avanzar sobre la provincia oriental, pero también con las realineaciones de fuerzas al interior de la propia provincia y de esas nacientes provincias, porque?; por que soberanía de los pueblos y aquí vuelvo a la otra acepción de la palabra pueblo y ya comienzo el fin de esta intervención, porque la soberanía de los pueblos es la idea de un pie de igualdad, o por lo menos un cierto igualitarismo, ustedes recuerdan que el escudo de armas del antigüismo lo que tiene es una balanza, es decir la idea de la igualdad como planteo central de la propuesta. Esas ideas decíamos de soberanía de los pueblos, si se llevan al extremo, si se cumplen a cabalidad suponen por ejemplo que la provincia de Corrientes que está compuesta mayoritariamente por pueblos de indios, a la hora de pensar en su organización, a la hora de convocar un Congreso para organizarse como provincia, deba contemplar la participación de esos pueblos de indios en pie de igualdad, y eso va a ser visto por el Cabildo de Corrientes como un atentado al orden, incluso va a señalar que cada pueblo se va a querer plantear, pensando en la idea de los beduinos u otras formas para ellos absolutamente disgregadoras, caóticas, contrarias al orden. Es decir, no reconocían o no se reconocía en esos pueblos de indios, que se trataba de americanos de otro idioma, como habían señalado un conjunto de guaraníes de las Misiones cuando se nucleaban entorno a un ejército y ofrecían pelear a favor de la revolución a cambio de poder gobernarse ellos en sus propios pueblos, y esto va a ir generando divisiones en ese sistema de los pueblos libres, y de allí inestabilidad a la que aludíamos porque mientras se planteaba que la soberanía de los pueblos debía regir para que la provincia de Corrientes pudiera tomar las decisiones sobre sus recursos naturales, sobre su gobierno, sobre su organización en general, frente a lo que planteaba el directorio de Buenos Aires, que no reconocía esas múltiples soberanías, que planteaba una soberanía única, al interior de la provincia de Corrientes se estaba planteando un centralismo, lo de las escalas que les decía hace un rato. El conflicto ocurrido en Corrientes ilustra esta situación, porque la libertad y la independencia de la provincia se planteaba frente a Buenos Aires, pero al interior de la provincia se pretendía que esos pueblos siguieran obedeciendo al cabildo de Corrientes, aún cuando no participaba en su elección y que esos pueblos siguieran reconociendo a las autoridades de los pueblos, aunque esas autoridades no fueran propias, y que esos pueblos no pudieran disponer de las corrientes de agua, de las tierras ó de los ganados, porque en ese Cabildo de Corrientes se había declarado como propias las tierras de quienes no estaban habitando allí. Entonces efectivamente esta idea de la soberanía de los pueblos, es una idea que genera también resistencias al interior de la revolución y tal contribuya a explicar esa radicalidad con que el artiguismo la plantea, también contribuya a explicar porque se va a dar esa inestabilidad de las Alianzas que lo apoya. La revolución había conmovido la totalidad del orden social existente, al interior de la provincia oriental también las élites orientales habían apoyado la acción de las huestes artiguistas para desplazar a los españoles-europeos de sus posesiones de poder político y de poder económico. También para concretar la constitución de una provincia que tuviera territorios que antes pertenecían a Buenos Aires y territorios que antes pertenecían a las Misiones. Pero esas élites orientales se distanciaron de las ideas de Artigas, que podían poner en riesgo lo ya obtenido, prolongar la guerra o contemplar cierto igualitarismo social. Es así entonces, que desde 1815 en que el artiguismo controla el conjunto de la provincia oriental, y a su vez ese sistema de los pueblos libres alcanza su máxima extensión, en ese mismo año 1815, se van a tejer las Alianzas que van a terminar con su derrota en 1820. Alianzas que como decíamos, se hacían en aras de conservación de un orden, en aras de terminar con el proceso revolucionario una vez que se hubieran sustituido las autoridades españolas y no llevar más allá la revolución.
En aras de la conservación del orden debía prestarse obediencia al centro o autoridad suprema, renunciando a las garantías de un pacto recíproco.
Esta idea de la conservación del orden es la que va a acompañar la posibilidad de unirse a las Provincias Unidas del Río de la Plata, ensayada y fracasada en 1816, /’17, la posibilidad de unirse a la Corona de Portugal que desde 1817 se está pidiendo formar parte como Reino Cisplatino de ese Reino Unido de Portugal – Brasil y Algarves, en esa idea de conservación del orden se va a solicitar transformar Montevideo y sus alrededores en un Protectorado Británico. Y en definitiva se puede ver hasta que punto -decíamos entonces- el llevar a sus extremos, el llevar a sus orígenes esta idea de soberanía de los pueblos, es uno de los elementos que cruzó las realineaciones de fuerza a lo largo de la revolución.
Pero estamos en un año de Bicentenario y estamos recordando -como decíamos- este episodio, este proceso, que en definitiva es fundamental para la experiencia y la memoria histórica de los uruguayos; pero en esa recordación tal vez debemos pensar que este proceso como todos los procesos históricos, no es posible dividirlo en político, económico, social, cultural, sinó que para quienes fueron protagonistas lo que estaba cambiando era el mundo completamente. O sea, la posibilidad que se vislumbraba era -como se decía en la época- del surgimiento de una nueva era. La mayoría de los que participaron no eran dirigentes, podríamos decir que eran seguidores, no eran ideólogos ni eran ilustrados, eran hombres y mujeres comunes que participaron de esta lucha, que tenían algunas ideas sobre lo que querían pero que tal vez no las expresaban a través de escritos sino a través de acciones, esas ideas tal vez son las que nosotros nos sentimos en la obligación de rescatar, son las que debemos inferir a través de estos expedientes judiciales, a través de acciones que puedan haber quedado y que en definitiva son las que nos permita otorgarle a esta recordación algo que vaya más allá de la idea de un héroe fundador, algo que vaya más allá de un destino predestinado y algo que en definitiva nos muestre entonces, que esa experiencia colectiva no tuvo líneas rectas, no tuvo colores puros, que esa presencia popular marginada incluso por sus contemporáneos que en aras de conservación del orden podían pactar con una fuerza extranjera. Bueno recordar entonces esa presencia y en definitiva tratar de ver cuánto de esa historia compartida nos puede llegar hasta el presente y en definitiva nos puede permitir transformar esta agenda conmemorativa también en algo de carne y hueso, también en algo que nos haga reflexionar, también sobre los excluidos. Porque en aras del tema que habíamos escogido, no tratamos otros que también deberíamos recordar y mencionar dentro de esta presencia popular marginada, que tiene que ver con la situación de aquellos sectores menos privilegiados de la sociedad colonial y dentro de esos sectores menos privilegiados pensar qué pasaba con los negros y los pardos, o sea que pasó con la esclavitud, qué pasaba con las distintas poblaciones amerindias, qué pasaba con los criollos pobres, para tomar simplemente algunas de las categorías de más infelices que estaban en el Reglamento de 1815. Pero en definitiva, se ha avanzado bastante en el conocimiento pero todavía falta mucho por avanzar y tal vez en las contradicciones, en la conflictividad de este proceso, en las derrotas, en los logros, es que vamos a poder sí, hacernos más cercanos a este proceso tan rico, tan importante para la memoria de todos los uruguayos. Muchas gracias.
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