El Presidente de Uruguay, José Mujica, recibió en la capital cubana, de manos de su homólogo de México, Enrique Peña Nieto, la Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca, el máximo reconocimiento que el pueblo de ese país otorga a quienes han realizado grandes aportes para el porvenir de la humanidad. En la ceremonia, Mujica dijo que pertenece a una nación que se asoma en forma tardía a un mundo que se está aglutinando en grandes unidades; en el marco de una civilización que le da al hombre medios inconmensurables como jamás ha tenido.
Precisó: “Nunca el hombre a tenido tanto, nunca han sido tantas las posibilidades de erradicar la pobreza, la miseria, de prolongar la vida, de defender a la naturaleza, nunca el hombre acumuló tantos conocimientos. Pero el hombre no puede gobernarse a sí mismo, todavía, sigue pensando en letra chica”.
Complementó esta reflexión diciendo que “el hombre piensa en el marco de gobiernos que están preocupados por su presupuesto y en cumplir desafíos, y todos son válidos”. Pero, prosiguió, “hay una agenda estridente con los problemas mundiales, que ningún país puede albergar solo, y que está determinando la vida, muy lejos de la voluntad que pueden ofrecer los gobiernos”.
Mujica también sostuvo que las fuerzas de producción se han multiplicado en el marco de una civilización de carácter avasallante, que ha traído y ha despertado formidables poderes, pero que tiene una gran capacidad de autodestrucción. “Nunca los hombres han tenido tanto y nunca hubo tanta gente infeliz, una soledad multitudinaria, con una gran falta de cariño y de humildad, con una enorme soledad en medio de la multitud”, apuntó.
“Lo bueno vive entreverado con otros desafíos, pero la humanidad ya no puede pensar en espacios chicos”, señaló, al tiempo que se preguntó “cuál es el destino de la especie humana y a dónde vamos, hacia dónde convergemos”. Afirmó que el hombre supo multiplicar la fuerza del trabajo, “el trabajo de otros, además de las armas, y sometió a otros hombres e inventó la esclavitud, y está colonizando todo el planeta; pero necesita tener capacidad para autogobernarse”.
El Presidente agradeció de corazón el homenaje y la medalla otorgada por México y señaló que es un regalo para el pueblo uruguayo.
“No puedo ser otra cosa que hijo de la peripecia de mi pueblo; allí una esquina del sur pequeña, de penillanura, nada exagerado, ni siquiera en la maternidad y por eso somos pocos”, repasó.
Dijo sentirse un amigo del corazón de México, por razones culturales, por los compatriotas que en el exilio vivieron en ese país, por todo lo que significa el pan, el albergue, el cariño y el respeto que sembró por todas partes.
“El mundo se está apretando y tenemos que andar cada vez más cerca, inequívocamente. Los latinoamericanos llegamos tarde a la hora de esta civilización occidental, no muy cristiana, y debemos ser capaces de construir cultura, libertad y fraternidad”, agregó.
“Un abrazo a todos los que están acá, a los mexicanos, a los cubanos, a mis compatriotas y a todos mis compatriotas en el sentido amplio”, saludó.
En la ceremonia de condecoración, realizada en el marco de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), estuvieron presentes el secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, el periodista y novelista cubano Leonardo Padura, los cancilleres Luis Almagro, de Uruguay, y José Antonio Meade, de México, entre el centenar de personas presentes.
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