Foro de Soberanía Alimentaria – En setiembre, en Tacuarembó, está reunión congregó a colonos y aspirantes a serlo, militantes de los sindicatos rurales, pescadores artesanales, representantes de la Comisión Nacional de Fomento Rural y del Instituto de Colonización. El acceso a la tierra, la defensa de la soberanía alimentaria y los conflictos que el cumplimiento de estos objetivos supone con la expansión de la forestación y la minería estuvieron en la agenda. – El sábado 20 de setiembre se presentaron los números de 6 mil solicitantes de tierras, mientras los compañeros confirmaban la presencia de la presidente del Instituto Nacional de Colonización (INC) en uno de los varios campos recuperados y ocupados por los trabajadores rurales. El domingo 21 amanecíamos en el fogón con los obreros de la naranja de Guaviyú (Paysandú), hoy colonos del Grupo Yvy.
Los “consumos”, como se llama en campaña a la carne ovina, recién empezaban a verse en los gauchos. En la Cuchilla de Haedo, cerca del Valle Edén, continuaba el Foro de Soberanía Alimentaria. Hasta el fogón en la ex estancia La Lata viajaba desde el norte la Comisión de Tierras de UTAA. Llegarían también delegaciones desde los rincones más profundos del paisito, como Las Palmas, La Hilera, Cañas, Paso del Medio, Cuchilla del Fuego, Eucalipto, Pay Paso, La Estiba, Rincón de Paiva…
Señalando los “Montes del Plata” en la falda de la cuchilla (una estancia de 5 mil hectáreas de eucaliptos), conversamos sobre datos del Censo Agropecuario: entre los años 2000 y 2011 en la región norte el porcentaje de tierra destinada a las ovejas (“el ganado de los pobres”) se redujo a la mitad, mientas el porcentaje de tierra destinada a los eucaliptos aumentó al doble. Más eucaliptos, menos “consumos”. Los paisanos de Paso Centurión (Cerro Largo) contaban que ellos frenaron la forestación para no convertirse en otro pueblo Arévalo, con electricidad y rodeado de árboles, pero sin gente en la tierra. Hoy las medidas cautelares a nivel departamental resistieron las presiones de la cuarta empresa mundial del acero: la coreana Posco SA, que en complicidad con el intendente departamental quería que le permitieran plantar eucaliptos en la Reserva Departamental de Centurión y Sierra de Ríos, habilitando exageradas excepciones a las directrices del ordenamiento que fueron rechazadas por el mismo Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.
La zona de Paso del Centurión y Sierra de Ríos es parte de la faja fronteriza sobre el río Yaguarón. Dada la cercanía con la ciudad brasileña de Erval, las fiestas criollas a ambos lados del río, los partidos de fútbol con los sem terra de Bamburral son cosas habituales. Al igual que en La Hilera (Tacuarembó), “llegó la luz”, festejaban los compañeros. Ahora falta la tierra, y lo plantearon al directorio de Colonización, porque el ganado de los pobres todavía pastorea entre los surcos que las forestales abrieron para sus eucaliptus. Muchas de estas empresas ya desistieron de plantar y ofrecen en venta las acciones o la tierra, hay para elegir.
Otras siguen esperando y especulando. Los vecinos saben que cuando empiecen las ventas también empezarán los desalojos de los pequeños ganaderos que arriendan y pagan pastoreos precarios, algunos sin seguridad alguna de quedarse en el rubro. Los asalariados reducirán sus changas y los encargados de campo quien sabe si no se sumarán también a esta “Redota” del exilio rural. El Instituto de Colonización ha comprado varios campos en la faja fronteriza y puede seguir cumpliendo el papel de asegurar la soberanía. Ojalá también pueda colaborar en la otra soberanía de la que se habló en el foro, la alimentaria, ayudando a multiplicar los “consumos”.
A media mañana seguían calentándose las pavas para ensillar el amargo. En una ronda plural y diversa, casi en vísperas de los 200 años del reglamento artiguista, las voces de los grupos estaban representando a los más de 6 mil solicitantes de tierra, muchos de ellos sin organización aún, pero también estaban representados los nuevos colonos, que hoy son 1.300 más que en el año 2005. Mientras sonaban guitarras y acordeones veíamos que la gente de Cañas y Paso del Medio se hacía presente, y recordamos que hace un par de años recibieron en sus hogares a un lote de activistas de Vía Campesina y del movimiento estudiantil latinoamericano, y que también en esta ocasión, cuando escucharon que la Vía Campesina iba a estar de nuevo en Tacuarembó, se pusieron a la orden “por si había que recibir gente otra vez en las casas”.
El día anterior la Comisión de Fomento de la escuela rural de Rincón de la Aldea había asegurado la olla para 200 personas, y la Sociedad Criolla Irineo Leguizamo, del Valle Edén, aportó la cena de la “soberanía alimentaria”. Por allí andaba colaborando su anterior presidente: Juan Bermúdez, hombre de Patria Gaucha, luchador por la tierra, colono en la zona de Clara, que contaba que conoció a Sendic cuando andaba peludeando por Bella Unión. Los vecinos del “cante” San Gabriel – que lucharon por los comodatos de la tierra para su vivienda con la Intendencia de Tacuarembó – montaron la cantina, vendieron tortas fritas y atendieron a toda la concurrencia, con el objetivo de pagar los pasajes de los pescadores.
Falta mucho. Apenas “tenemos” (y es importante conjugar el verbo en primera persona) un 3,6% del territorio bajo la “función social” que cumple el INC. El último representante de la Universidad de la República en el directorio de Colonización consideraba que hacían falta unas 649.200 hás. para atender las aspiraciones pendientes. ¿Cuántos fogones nos faltan? ¿Cuántas comunidades rurales podemos seguir apuntalando como sociedad, poniendo un freno al acaparamiento de tierras y la pérdida de soberanía? Intercambiamos con algunos compañeros extranjeros allí presentes lo que se dice con orgullo: que Colonización es el mayor latifundio del país. Cuando la tierra en manos del Instituto es apenas 4% del territorio, la formulación parece más bien un consuelo. Luego del almuerzo, Cedrés, del grupo de Las Palmas (Durazno), nos explicaba que los papeles del abandonado campo de San José de las Cañas que están solicitando tenían que pasar de una oficina de Primaria a la oficina del INC, y mientras tanto otra vez el invierno fue “ganancia de pescadores” (de pasto). Dicen que mientras ese papel seguía en algún cajón hibernador de Primaria, Colonización compró más de mil hás. en Farruco, explicaba Cedrés, refiriéndose a un campo que está a 2 kms. de la futura Mina Las Palmas, de Aratirí, y que si sale Aratirí, se pierde.
Y si sale Aratirí también habrá que tirar abajo las viviendas de MEVIR del pueblito Las Palmas. Desvestir santos para vestir otros, decía mi abuela. Si hay hambre de pasto en una zona del país es en el este de Durazno en las cercanías de La Paloma y Blanquillos: La Palmas, Las Cañas, Casa Saens, Puntas de Herrera, Capilla de Farruco, Ceibal, Cerrezuelo… Calculaban que la planta de celulosa en la 9ª sección de Cerro Largo los iba a beneficiar a ellos por el tema de la caminería. En el Centro de Desarrollo Social de Las Palmas se presentaron 400 currículos para trabajar en Aratirí en el año 2011, y hoy “cuchilan en las taperas”, dicen. No faltan “consumos” por allí, pero el ingreso promedio de los asalariados ronda los $12.000. El día anterior ya había saltado el tema de la minería. Una de las directoras de Colonización presentes, Nilsa Pérez, había dicho: “Si estamos de acuerdo en defender la ley de colonización, tenemos que pensar que el INC no puede estar para taparle los agujeros a Aratirí”. Y efectivamente, la Ley de minería de gran porte (19.126) va por ahí: “Art. 6. (Prioridad de reubicación).
Los propietarios de predios con una superficie menor a las 100 hás., con al menos un 50% de las mismas alcanzadas dentro de una concesión para explotar un proyecto de minería de gran porte, tendrán prioridad ante el INC para el acceso a los inmuebles que éste disponga en un radio de 100 kms. de su ubicación inicial. El INC podrá exigir una afectación parcial sobre el canon del propietario a los efectos de la compensación para arriendo o compra del mismo”. El grupo de Las Palmas está en la fila de los 6 mil solicitantes de tierra. Pero si sale la minera, ¿se van a “colar” en la fila de los 50 productores desalojados por Aratirí? ¿Entonces habrá que pelearse pobres contra pobres? Porque menos de 100 hás. en la Cuchilla Grande significa “paisano pobre”, no “latifundismo”. Ojo.
Me estaba olvidando de contar que algunos ni churrasqueamos. No es que faltara el aire libre ni la carne gorda, sino que sobraban otras cosas a las que prestar atención, como la moción planteada por un colono sanducero visiblemente emocionado: “Ya al otro día que me dieron el campo de Colonización yo me llevé las cosas para ahí. ¿Estaría entusiasmado? Me fui sin mucha comodidad, pero… miren gurises, que si hay que ir a topar de nuevo a aquellos viejos, vamos a tener que ir”. La lucha tiene momentos para topar y momentos de amansarse, pero si sumamos los miles de kilómetros que hizo cada uno de los participantes en el foro, la mayoría yendo por cuenta propia, el resultado da que voluntad no falta. Recuerdo las épocas en que los gurises comían pasto cerca del barrio del abuelo, y pienso que si esa voluntad no afloja, el hambre de tierra y el hambre de pasto paradójicamente pueden ayudar a que no haya más aquella hambre.
Pablo Díaz (Extraído de Brecha Nº1506)
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