Eduardo Darnauchans Miralles.
Fue un niño singular y muy retraído.
Golero insólito en el Colegio San Javier
una rotura de clavícula frustró su aspiración a Mazurkievicz.
Y despertó al cantor.
El Dr. Pedro se desvivía por el folklore.
Allí Darno escuchó a los Cantores del Alba, a Los De Salta.
Pero las radios de Tacuarembó,
quiero decir las radios que allí escuchábamos, eran argentinas o riograndenses.
Y de allí comenzaban a llegar otros ritmos.
Por otra parte, el Darno con sus amigos estudiantes, intercambiaban discos insólitos.
Como antes con las figuritas del futbol. Nombres insólitos: Los Beatles, Los Rollings, Bob Dylan, Donovan Leicht, Antoine, Cohen…
De todo este arsenal y mucho más se proveyó
el cantor incipiente. Que ya agredía a una guitarra de cuerdas de acero, indomable, regalo de sus padres.
Y de ahí en adelante, la vida de Darno fue en un tren-bala: ganador como solista del Festival de música en Tacuarembó, ofrecimientos para grabar; otro mundo se le abría.
El seguía leyendo libros bizarros. Y pasó
del Kropotkin o Bakunin a Marx (incluido
Groucho) y a defender una ideología perseguida a capa y espada.
Y nadie ni nada lo cambió.
Cárcel, persecuciones, puertas que se le cerraban.
Ahí están sus discos, desde “Canción de Muchacho” en adelante.
Montevideo. Trabajando en oficios sin idealidad (como dijera otro grande perseguido: Porfirio Barba Jacob).
Jamás descendió a lo estrictamente comercial su voz y su poesía.
Contra toda tormenta – y sí que las soportó!-
levantaba sus canciones incomparables,
vehiculizadas por una voz sin segundo.
Murió tempranamente, y sin que la gente a la que defendió, comprendiera que con él
moría una figura solo comparable a Gardel y Zitarrosa, por la autenticidad de su color, por la verdad manifiesta de lo que defendía
en arte y política.
Por supuesto que es “un artista de culto”.
Y que hubo amigos que lo acompañaron
en su peregrinaje por la “pampa de granito”.
Pero alegrémonos! nos defienden sus canciones grabadas.
Su alta poesía, su entrega definitiva.
Aquí estamos. Darno.
Washington Benavides / 2014
– Eduardo Darnauchans y Eduardo Larbanois, hace más de 40 años, en los 16 años de una amiga en Tacuarembó.
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