El acuarelista Wilmar López, falleció en la ciudad de Montevideo el 6 de marzo de 2016, había nacido en la ciudad de Tacuarembó el 7 de abril de 1924. Sus restos mortales fueron velados en el hall de la Intendencia Departamental y sepultados en el cementerio local. En el libro “Tacuarembó, historia de su gente” de la escritora coterránea Sylvia Puentes de Oyenard, aparece una apreciación del plástico diciendo que lo que más le importa es: “la gente y su mundo interior. La gente y sus profundas, tiernas, entrañables vivencias… Uno de mis orgullos, manifestados una y mil veces, es haber nacido en un departamento como Tacuarembó, tan rico en paisajes, de cielo azul, montes tan verdes… Pero no existe paisaje más importante, color más intenso, tema más profundo que el hombre mismo… Nada es capaz de aunar tanto misterio, tanta magia, tanta poesía, como el corazón humano. Cada vez que intento plasmar en una obra unos ojos, unas manos, una sonrisa o un gesto de asombro o dolor, siento la tremenda responsabilidad de solamente estar intentando – reitero el término – dar algo de lo mucho que significa, de lo importante que es, de lo maravillosamente real que nos rodea o que poseemos en la figura humana…
Abordar el tema del hombre supone, entre otras cosas, aprender cada día a descubrir sus miserias y sus grandezas, su profundo misterio, su poesía… es aprender a respetarlo como una forma de respetarnos a nosotros mismos”.
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Ante el fallecimiento de Wilmar López
Querida familia tacuaremboense:
Con pena adhiero a las honras fúnebres que la Intendencia Municipal de Tacuarembó destaca la labor de nuestro querido artista Wilmar López. Es de estricta justicia celebrarlo en la forma y color de estos días y en su impronta maravillosa que fue un artista en toda la dimensión de la palabra pues siempre estuvo peleándole a la vida.
Tacuarembó le dio el lugar que merecía y siempre se sintió –nos sentimos- parte del pago grande por lo que le pedí ilustrara la carátula del libro “Tacuarembó, historia de su gente”. Y a través de los años nos unieron, la fe, el respeto, la alegría y mi profunda admiración por su obra que refleja nuestros paisajes, su gente y sus vivencias.
Con Wilmar se va un señor del arte y de la vida. Lo extrañaremos. A sus familiares y amigos, un abrazo de compueblana comprometida –como él- con el ser del hombre. Haya paz en su tumba.
Dra. Sylvia Puentes de Oyenard
La foto corresponde a la presentación del libro TACUAREMBÓ, historia de su gente, Norberto Bernachín, Jorge Oyenard, Sylvia Puentes y Wilmar López en Club Tacuarembó. (1981).
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UN ABRAZO EN LA ETERNIDAD
WILMAR LÓPEZ nació en Tacuarembó y en el barrio Rincón de las Yeguas, cuna de grandes como Severo Núñez, Gustavo Alamón y el Dr. Alejandro. Vio la luz el año del primer título olímpico y mundial del fútbol uruguayo en Colombes 1924. Y trajo a las orillas del Sandú y en homenaje a esa gesta, con la camisa celeste a su entrañable Fiat Lux que nació con él.
De gurí habrá andado recorriendo sus orillas, mojarrero en ristre, robándole al Sandú alguna palometa; y en los veranos se habrá zambullido en sus aguas observando paisajes, personajes y sus sueños para plasmarlos en sus pinturas.
Bajó a la capital acompañado de su bonhomía y su bohemia, siempre pegado al fútbol se hizo hincha fanático del Liverpool Fútbol Club allá en la cuchilla montevideana. Su arte ha sido apreciado por profanos y entendidos; nosotros dejamos estas líneas para recordarlo como el tacuaremboense que le puso rostro gaucho a la Fiesta del Pago desde el primer día. Y en esta edición número 30 se llevó con él la imagen del Juancho Franco que lo estaba esperando en la «aparcería» de la eternidad para el abrazo de los que nunca mueren porque supieron sembrar para los demás.
Salú Wilmar!! Salú Juancho!!
Luis Ángel Inthamoussu
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