El subsecretario de Salud Pública, Jorge Quian, sostuvo que la caída en el indicador del embarazo de adolescentes se explica por una serie de políticas sociales para este grupo de población. En 2016, los embarazos de adolescentes representaban el 14,2% del total, y en 2017 el 12,7%. El jerarca explicó que este comportamiento incidió un 30% en la caída de la natalidad del país lo que, además, es una tendencia mundial.
El jerarca informó sobre algunos datos estadísticos analizados en el coloquio sobre “Tendencias recientes de la fecundidad, natalidad, mortalidad infantil en el Uruguay” en la sede ministerial, evento donde participaron autoridades sanitarias, expertos, académicos y representantes de la sociedad civil. La experiencia cuenta con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNPFA).
El objetivo es profundizar el análisis de los datos para identificar las políticas que incidieron en los indicadores y definir nuevas líneas de acción a implementar. Los datos sobre fecundidad y natalidad que registra el país demuestran que Uruguay acompaña la gran tendencia mundial de descenso, iniciada por los países más desarrollados y actualmente expandida a casi la mitad de la población mundial. En 2017 nacieron unos 43.000 niños, se registró una caída de 4.044 nacimientos, respecto al año anterior (8,6 %).
El mayor descenso se registró en mujeres menores de 40 años y con mayor proporción en los grupos de menos de 19 años. Respecto a este segmento, en 2017 nacieron 1.235 bebés menos de madres adolescentes. La cifra varió de 6.698 en 2016 a 5.463 en 2017 (18% menos).
En este contexto, los casos de embarazos de adolescentes (entre 15 y 19 años) pasaron de 14,2% del total de los embarazos, a 12,7% en igual período de tiempo. El subsecretario Quian aseguró que el 30% de la caída de la natalidad del país se explica en el descenso de los embarazos en población adolescente. Consultado sobre los motivos de esta baja, el jerarca los atribuyó sobre todo al despliegue de políticas sociales específicas y a una mayor oferta anticonceptiva para esta población, sobre todo los de larga duración (implantes subdérmicos). Recordó que el 80% son embarazos no deseados. “Creemos que las medidas desplegadas contribuyen a que estas niñas puedan seguir estudiando, trabajando y desarrollando su vida como merecen”, agregó.
En el grupo de 20 a 40 años, el descenso de nacimientos fue de 2.314 (6% menos que en 2016, pasando de 38.196 a 35.882 recién nacidos. En tanto, en el grupo de mayores de 40 años se mantienen las cifras de nacimientos de 2016. Asimismo, no se registró un aumento de los abortos terapéuticos (68 en 2016 y 70 en 2017) ni del promedio mensual de interrupciones voluntarias del embarazo (810 en 2016 a 819 en 2017).
Respecto a la mortalidad infantil, que se ubica en 6,6 por cada 1.000 nacidos vivos, Quian aseguró que es un indicador que viene en descenso en los últimos 20 años en el país. Explicó la baja en la mejora de la atención neonatal y la detección precoz de malformaciones congénitas.
“Se continúa la curva de descenso. Hubo una caída franca de la mortalidad neonatal precoz”, acotó Quian, quien atribuyó la mejora de este indicador a las políticas sociales desplegadas que permitieron la reducción de la pobreza y la exclusión social, y a una mejor calidad de la atención y los cuidados, con maternidades de alto nivel. También asoció esta baja de la mortalidad a la reducción del embarazo adolescente, por considerarse embarazo de riesgo.
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