El mercado de venta de campos todavía no define una tendencia y sigue con una escasa oferta. Los operadores sostienen que van recibiendo mas consultas, pero se concretan muy pocos negocios. Los inversores cambiaron su perfil de compra. Los operadores inmobiliarios dedicados a la venta de tierras aseguran que están recibiendo mas consultas, pero todavía son pocos los negocios que se van concretando. Según aseguro a El País Sebastián Da Silva, uno de los principales de “Da Silva Inmuebles Rurales”, el mercado «aun esta en formación» y explicó que en los pocos negocios concretados en estos primeros dos meses de 2012, «se lograron valores parecidos a los de 2011».
Según este operador, «nada indica que en el corto plazo pueda darse un incremento de precios del mismo tenor que el registrado en el mercado en años anteriores. Estamos con valores muy altos». Los precios de la hectárea subieron ininterrumpidamente desde 2003, donde cotizaba a US$ 383 (promedio). En 2010 el precio se había multiplicado por 8 y llegó a US$ 2.633, según los datos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias/MGAP.
Hoy, como referencia cabe mencionar que un campo agrícola bien definido vale entre US$ 7.000 y US$ 8.000 la hectárea; un campo mixto se paga entre US$ 5.000 y US$ 6.500 por hectárea; los ganaderos valen entre US$ 3.000 y US$ 5.000, mientras que los arroceros cotizan entre US$ 3.000 y US$ 4.500 la hectárea, dependiendo del acceso al agua. Según la visión de Da Silva, los interesados se focalizan en campos agrícolas y campos ganaderos. El operador prevé un primer semestre de 2012 «bastante tonificado, con una finalización de la zafra de verano bastante buena».
Por su parte, Federico Rodríguez, principal del escritorio del mismo nombre (Cerro Largo) también confirmó a El País que el mercado sigue «muy tranquilo, con escasas operaciones». Rodríguez aseguró que el perfil de compra cambio y en su caso, «la demanda es por campos mixtos, que puedan ser usados en ganadería y en agricultura de secano». A nivel de rentas, «hoy las mas demandadas son las ganaderas, con mayores valores» pero a esto asociado como exigencia por parte del arrendatario, «poder destinar un 25% o mas del área a cultivos graniferos o forrajes intensivos».
Fuente: El País
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