LA CULTURA DE LA COMPETENCIA / Prof. Sheila Tarde

Me gusta observar a los niños en sus juegos, creo que escuchándolos se aprende mucho de nuestra sociedad. Ellos son el fiel reflejo del mundo que los adultos construimos día a día con nuestras acciones. Sus conversaciones delatan las afirmaciones y creencias de los adultos, sin el filtro que nosotros ponemos por convenciones sociales y reglas de cortesía.
Viendo a un grupo de niños jugar observaba como todos se esforzaban por ganar, en cualquiera de las actividades que realizarán lo importante, el objetivo, era ganar.

Aunque para hacerlo tuvieran que acortar el camino planteado o hacer trampas, sin importar que tuvieran que hacer, había que ganar. Ser el perdedor es lo que hay que evitar, nadie quiere llevar ese calificativo.

“Perdedor” tiene un aire de pobreza, de incapacidad, todos términos mal vistos en nuestra sociedad. Incluso he visto a niños pequeños decirle a sus compañeritos, “tu padre es pobre, no tiene auto, el mío sí”. Sus juegos me recordaban el pensamiento maquiavélico, y aquella famosa frase que se le atribuye al autor de “El príncipe”, obra que es la piedra angular de la Ciencia Política: “El fin justifica los medios”. También la frase que realmente pronunciara y que se encuentra en el libro “Historia Florentina”: “Aquellos que triunfan nunca resultarán avergonzados por el modo como hayan triunfado”.
Sin incursionar en el campo de la psicología infantil (no tengo conocimiento para ello) estas observaciones me hacen pensar y preguntarme

¿Qué valores estamos transmitiendo a nuestros niños para que actúen así?

En la escuela también se cultivaban estos valores, se estimula la competencia, hay que obtener una buena nota, llegar primero en la carrera, ser el mejor. Tanto se estimula la competencia que los niños que obtienen la misma calificación pelean por quien tiene el “sote” más grande.

Es frecuente escuchar a las maestras decir, “a ver este grupo si canta más fuerte que este otro”, “para el que responde primero tengo un premio “, etc. obviamente que las docentes no lo hacen con el sentido de perjudicar la educación de los niños, sino que, como la mayoría de nosotros, actúan de acuerdo a los valores imperantes en nuestra sociedad. Todos estamos imbuidos de un afán de competencia, incluso con las posesiones materiales que adquirimos, si el vecino se compró el plasma me sirve de acicate para comprarme el mío, si la amiga tiene vestido nuevo para el casamiento yo no voy a ir con lo mismo de siempre y así en todo.

Sin duda los niños, atentos observadores de nuestros comportamientos, maman esto desde la cuna y luego actúan en consecuencia. No podemos sorprendernos por sus reacciones nosotros los hemos formado así, incluso observando programas televisivos para niños se aprecia cómo se estimula la competencia y se castiga al perdedor.

Los invito a mirar en el canal Discovery Kids, un programa que se llama “Velozmente”, allí se les hace preguntas a niños que deben responder en el tiempo estipulado, sino lo logran, pierden y pasan a la “lavadora de ideas”, la que, con chorros de espuma, lava los cerebros de los perdedores, ante los festejos del resto. Hay muchos conceptos implícitos en este programa y en tantos otros dedicados a los niños.
En la actualidad los medios de comunicación masivos, como la televisión e internet, son poderos agentes formadores de nuestra percepción del mundo. Son más influyentes en los niños, sobretodo porque los referentes adultos están cada vez más ausentes para educarlos, para enseñarles que hay que cuestionar lo que ven, por tanto los niños creen que lo que miran en los medios es lo correcto.

Estos medios actúan como fuertes agentes socializadores, están disponibles las 24 horas del día, son atractivos, emiten imágenes, música, mueven emociones, lo que resulta seductor para niños y jóvenes. Pero también son movidos por intereses espurios, poco les importa formar a las generaciones futuras en valores que promuevan la creación de un mundo mejor, al contrario, les interesa incidir en la socialización para promover el individualismo, la competencia, el consumismo.

Son muy poderosos porque los procesos de socialización son los que nos conforman como individuos de nuestra sociedad y los valores que incorporamos desde pequeños serán asumidos como “buenos”, “naturales” y cuando adultos los defenderemos y transmitiremos a nuestros hijos.
Uno se pregunta: ¿Por qué defendemos esos valores?; ¿Esto es lo que quiero transmitirle a los niños, estimular el individualismo y la competencia para que se esfuerce sólo por ganar a toda costa?; ¿No será más importante aprender a vivir de otra manera? Incluso ¿Es posible vivir de otra manera?
La primera pregunta tiene una respuesta rápida: porque son los valores que ostenta el sistema capitalista en que vivimos.
“El capitalismo es una ideología donde la ganancia es lo principal, no importando a cuanta gente sobreexplotes o cuantos recursos desperdicies o que te acabes el planeta, lo importante es ganar…”
“…en la competencia se trata invariablemente de ganar, pues si no se gana se pierde, perogrullada que permite comprender la necesidad de los capitalistas de competir hasta el fin…”

El capitalismo necesita que seamos individualistas y competitivos, cuanto más desintegrada esté la red social, cuanto más aislados estemos, más fácilmente manipulables seremos. La persona que centra su felicidad en sus vínculos afectivos, que disfruta realizando una tarea que le gusta y que comprende que los objetos están a su servicio, no será fácil presa de este mundo.

En cambio si centra su valor social en su exterioridad, en su poder económico, todos los objetos lo harán prisionero, el mercado se encargará constantemente de ofrecerle algo nuevo y esa carrera no tendrá fin, nunca llegará a tener todo lo que quiere, por tanto se sentirá vacio y frustrado.
Yo no quiero eso para los niños, creo que la mayoría de los adultos tampoco lo desean. La cuestión es hacernos conscientes de lo que les estamos brindando, no es fácil, el sistema se encarga de distraernos. Existen infinidad de estrategias para que no pensemos, para que no estemos “conscientes”, término interesante que etimológicamente, en su significado original, significaba: conocimiento compartido.

El sistema no quiere, porque no le conviene, que nos unamos, que compartamos nuestro saber. Es peligroso que pensemos y nos relacionemos a través de ese saber. Podríamos intentar liberarnos de las cadenas que nos oprimen, emanciparnos y crear un mundo distinto, que defienda otros valores.
La competencia no es mala en sí misma, realizar un esfuerzo puede llevarnos a desarrollar nuestras aptitudes, competir con uno mismo nos puede hacer crecer. Lo que sí veo negativo es signar nuestra vida por la competencia con los demás. No quiero que los niños vean a los semejantes como a personas a las que hay que ganarles, y que sientan ese desprecio frente al que pierde.

Muchas veces serán ellos los perdedores en las diferentes circunstancias de la vida que les toque vivir. En realidad perder es la circunstancia que más enseña, es la oportunidad para crecer y conocernos a nosotros mismos.
Las últimas preguntas que nos planteamos nos inquieren sobre la posibilidad de cambiar y construir otro mundo. ¿El sistema capitalista, en que vivimos, será superado? ¿Es posible crear una forma de vida diferente, con otros valores? Al respecto las ideas marxistas nos enseñan que la realidad es dinámica, se encuentra en un continuo proceso de cambio.

El mundo de hoy está gestando el mundo de mañana, en cada sistema se encuentra su opuesto. Basta observar la historia para comprobar la certeza de este planteo, el esclavismo superado por el feudalismo, el feudalismo superado por el capitalismo. El actual sistema capitalista se encuentra en crisis, generadas por los excesos del propio sistema, el análisis marxista nos ayuda a comprender estas crisis del sistema capitalista:
“Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda…En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción… ¿Y todo por qué?

Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad.

Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia una crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.
Las armas con que la burguesía derribó al feudalismo se vuelven ahora contra ella.”

El sistema capitalista actual está ocasionando su propia destrucción, el individualismo, la competencia feroz, el consumismo llegarán a un punto en que serán insostenibles. Son tantos los excesos que el nuevo mundo está próximo a ser parido. Ese nuevo mundo será empático, cooperativo y sólo será posible si desarrollamos una cultura de la cooperación.

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Referencias:
http://www.herramienta.com.ar/foro-capitalismo-en-trance/crisis-del-sistema-capitalista-analisis-coyuntura-y-alternativas.
http://213.0.8.18/portal/Educantabria/ContenidosEducativosDigitales/Bachillerato/LECTURAS_DIGITAL/D

 

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