Mis bisabuelos fueron arreados
de un pueblo de zulùes.
En un barco negrero màs horrible
que los monstruos marinos
de las cartografías.
Primero en una estancia en campos
sanduceros. Luego mis abuelos y mis padres
no todos) pasaron a las chacras linderas
de la «Muy fiel y reconquistadora».
Allí dejaron sus largos huesos, casi todos.
Nosotras (mis tres hermanas y yo) vinimos a parar
a los campos de Tambores y más al Norte
en Minas de Corrales.
Mis hermanitas parieron una troja de gurises.
(Ni se le ocurra preguntar el padre).
A mi madre la trajo a Tacuarembó (mejor dicho
a la Estancia La Blanca) el Coronel Escayola.
Yo vine rebotando en distintas familias
como negrita sirvienta, y luego hasta con titulo:
«Empleada domestica». Tuve dos hijos
con distintos padres (el «niño» de uno de mis empleos,
y el padre del «niño» en otro). Yo pude ir a Corte
y Confección, y aprendí rápido el crochet.
¿El sueldo? Lo nota en mi sonrisa. No daba
para nada, y una se ataba de por vida (si no la echaban
antes) a la casa de los patrones. El trato variaba
según su ánimo al levantarse. A veces era casi afectuoso.
Tal vez por acordarse del origen de mis negritos.
Pero nada de quejarse. (Ah, ¿te duele el riñón? Fregátelo
con grasa, y meta pa´ delante, Negra) Un día me habló
otra sirvienta (perdón: doméstica) de hacer un sindicato.
Para ayudarnos todas juntas. A ella le explicó la cosa
uno del gremio del frigorífico. Fui a una reunían.
Con un julepe bárbaro (como cuando el «niño»
me llevó al galpón…) El sindicato recién se formalizó
en noviembre del 2006. Cuando fuimos invitadas
por el PIT-CNT a un Encuentro Nacional
de Trabajadoras Domésticas. Me echaron de mi empleo.
Pero UNIFEM colaboró y pude sobrevivir.
Y ahora le cuento esto, señor periodista,
por si sirviera para algo lo que digo…¿Si creo en Dios?
Claro que creo en Dios…
Ahora que no sé si El cree en nosotros…
(POEMA/REPORTAJE DE JOHN FILIBERTO. INÈDITO. 2010. Tacuarembó)
W. Benavides
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