A principios del 2016 me tocó asumir el patrocinio de una familia a raíz de un hecho violento ocurrido en un liceo céntrico de la ciudad de Tacuarembó. El hijo de esta pareja de 13 años de edad, había sido víctima de acoso y recibió algunos golpes por parte de 5 o 6 compañeros, dentro del local liceal.
La situación provocó angustia al menor y preocupación al entorno familiar. La pregunta que se hacían era muy sencilla ¿qué se hace en estos casos, cuándo todo indica que las autoridades sabedoras de la situación miran para el costado?
Y en ese panorama uno tiende a adoptar dos posiciones. O pensamos que todo es exagerado y llegado el caso ese menor ha mentido o pensamos que todo es verdadero.
A poco de indagar, no resultó difícil adoptar la segunda opción. La proliferación de hechos similares en Tacuarembó, en ese centro y en algunos otros, sumada a las noticias de que en diferentes lugares también habían ocurrido, nos llevó a considerar que ni el menor ni los padres exageraban.
Una de mis hijas, que precisamente es conocedora del tema me explicó desde el punto de vista profesional que esos temas son sumamente graves y que no actuar a tiempo puede generar consecuencias muy dañinas en todo sentido. Además, es abundante la literatura que demuestra que en las últimas décadas ese problema se ha agravado en todo el mundo.
No quedaban dudas, estábamos ante un caso de acoso estudiantil o bullying.
En base a todo eso y siguiendo las recomendaciones sobre el tema, decidimos con la familia, adoptar una estrategia intensa a los efectos de lograr frenar los hechos y tratar de cortarlos de raíz.
Por tanto entendimos que decididamente teníamos que ir a golpear a todas las puertas que tendrían de una manera, directo o indirecta, que ver en el tema.
Y fue así que acudimos a las autoridades liceales y del Consejo de Enseñanza Secundaria, al INAU e incluso judiciales, presentando una denuncia penal.
¿Resultado? obtuvimos un exitoso fracaso!!!
Las autoridades de INAU se declararon incompetentes y tibiamente ofrecieron una determinada ayuda y algo inédito, una sugerencia para “que los padres se reunieran con otros padres cuyos hijos hubieran vivido situaciones similares en el liceo”.
De las autoridades del liceo al principio solamente silencio e igual desde la juzgado.
Lamentablemente esas faltas de respuestas rápidas y eficaces eran esperables.
Paso siguiente decidimos con la familia buscar la forma de amplificar el tema a nivel público, a los efectos de que se visibilizara la situación y se adoptaran medidas en forma urgente.
La divulgación en el programa Rompkbzas por parte de Carlos Peláez, puso el tema en el candelero. Entonces esperábamos que las autoridades se sensibilizaran y que realmente pusieran la debida atención al asunto.
En forma urgente se determinó una investigación administrativa con toda la pompa que ello conlleva. La familia ilusionada dijo ahora sí nos darán la respuesta esperada y necesaria.
A esa altura y en el pueblo el tema corría de boca en boca. Como profesional recibí testimonios en privado de dos docentes. Una de un viejo amigo quién me confesó que muchas veces debía salir a la calle a apartar peleas de jóvenes y que incluso en una oportunidad debió ir hasta su casa a cambiarse de camisa porque en los forcejeos se le había manchado de sangre de uno de los muchachos.
La otra acusando el descalabro de la autoridad, acusando a la dirección y a algunas colegas, me envió algunos audios, que comprometían a la dirección por la forma que una profesora se dirigía a los alumnos en referencia al otro liceo céntrico y problemas de acosos hacia esos mismos profesores. En este último caso sugerí formular las denuncias concretas a las autoridades a lo que se me respondió que “por temor a perder su trabajo y a las presiones no se iba a animar”.
Junto con ello salieron a la luz hechos de similares características por lo menos en dos centros liceales y en la UTU.
Incluso una persona con quien tuve trato por razones profesionales, me comentó que a la noche había concurrido a otro liceo munido con una cadena forrada de goma, a pegarle a un vendedor de drogas de las inmediaciones de ese local de enseñanza.
Pero como todos sabemos el problema se verificaba no sólo en Tacuarembó. Las denuncias por las redes se han multiplicado para espanto de todos nosotros.
¿Qué hicieron las autoridades en ese caso? Y por sobre todo ¿qué hacen para prevenir, controlar y sancionar esas conductas que se vienen reiterando con más frecuencia?
En el caso concreto, la Directora del liceo de Tacuarembó suspendió a los agresores por un día y llamó a una dudosa Comisión de Apoyo Pedagógico (CAP), siguiendo un protocolo de actuaciones.
Esa comisión de 3 docentes, al parecer realizó “interrogatorios” a los menores agresores con sus padres y labró actas etc.
La víctima, su familia y su patrocinante jamás tuvieron conocimiento. Una investigación sin el testimonio de la víctima es algo sumamente sospechoso y por supuesto que fuera de toda lógica jurídica.
Nunca esa famosa CAP, procuró el testimonio del agredido.
Eso sí, destacó y apoyó (faltaría más) la actitud de la Directora, poniendo en tela de juicio el hecho, sin siquiera conocer de primera mano la opinión del agredido.
No corresponde detenerme a detallar el enredo de fechas que se armó, dado que se hicieron actas a destiempo y según parece hasta se cambiaron algunas fechas en forma intencional, lo que derivó en una investigación interna incluso en el Consejo de Educación de Secundaria con amenazas de sanciones a funcionarios de Montevideo.
Para no aburrir, expediente archivado y punto.
¡Ah! claro, sano consejo de las autoridades, cambio de liceo.
Y así fue la víctima comenzó el año 2017 en otro centro, pero en el que ocurren hechos similares, aunque no contra él, llegando al extremo de que un padre participó de una pelea dentro del local.
Algunas conclusiones
1.- La realidad revela que la violencia en los centros de enseñanza va en aumento y en forma descontrolada.
2.- Las autoridades dan a entender que les molesta que se hagan denuncias, no se sabe si porque no quieren que les muevan el barco o porque no tienen respuestas para dar, dado que el tema les ha pasado por encima.
3.- El colectivo de la enseñanza como gran espíritu corporativo trata de abroquelarse en su autodefensa. Autoridades centrales, directores y docentes unidos y adelante.
4.- No parece que las políticas llevadas adelante para minimizar estos hechos y los famosos protocolos de actuación tengan la eficacia necesaria, por lo que a la luz de los hechos parece que solamente quedan reducidas a talleres con power point incluidos y poca cosa más.
5.- Y lo peor de todo: la absoluta falta de empatía con los denunciantes y sus familias, dando muestra incluso de rechazo a las víctimas tratándolos poco menos que de farsantes.
La infausta UTU de Ciudad del Plata
Seguramente lo de Tacuarembó, no tenga casi ninguna diferencia sustancial con lo ocurrido hace unos días con Fausto. Seba y Fausto andan por las mismas edades.
Ese video bien lo podría haber elaborado alguno de los tantos gurises agredidos diariamente dentro o fuera de los centros de estudios por sus compañeros. O sea desgraciadamente, nada nuevo bajo el sol.
En este caso en forma rápida, se le agregó un nuevo condimento, la filiación política y militancia partidaria de la madre del menor.
Y ahí, hablando mal y pronto, se pudrió todo.
Olvidado que fue Fausto y su drama, los uruguayos ubicados en Ámsterdam y Colombes, entramos todos a saltar por la enseña de nuestros amores. Quizá no todos, pero convengamos que una gran mayoría lamentablemente.
Que la foto esa de la madre con el candidato A. Que la otra foto de la directora con el candidato B. Que la foto de la docente con un cartel a favor de un género determinado. ¡Que ta! que todo es política y que nadie dice la verdad.
Fausto no dice la verdad porque la madre es candidata.
La directora y el gremio no dicen la verdad porque tienen que defender el cambio de ADN y a las autoridades en su camino al cuarto.
Y así quedamos todos dando vueltas sobre estas miserias humanas, sin saber realmente que va a pasar con Fausto.
Para colmo en una entrevista radial (Carve – Así nos va), en forma desafiante y muy enojada quien debería brindar calma, paz y seguridad a la población, la directora de UTU nos llenó de dudas y sinceramente nos asustó con sus respuestas, porque dejó en evidencia que a pesar de la aplicación correcta o no de esos protocolos, que no explicó cuáles eran, todo estaba totalmente bajo control. Eso sí, claramente manifestó que prefería no hablar de “bullying” porque no le agradaba el término en inglés. En fin…
O sea, esa sensación de que la violencia y la droga se han adueñado de los centros de estudios, como lo repiten miles y miles de compatriota, es tan falsa como la versión de Fausto.
Por eso lo del título: el famoso ADN de la educación tan largamente propagandeado, se ha desmadrado definitivamente y no será fácil revertir este caos, que están intentando escondernos.
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