Escarbando en la historia carnavalera tacuaremboense, encontramos datos más claros que hablan de los festejos de carnaval a principio de la década de 1880, donde en fiestas realizadas en la Plaza “19 de Abril”, participaban diferentes músicos así como bandas de aquel entonces.
Nuestra tradicional plaza se adornaba con “faroles venecianos”, se armaban bancos y se talaban los eucaliptus que existían en ella. También hubo épocas a fines del pasado siglo que se construían tablados de tamaño considerable no solo en esa plaza sino además en la Plaza “Colón”. Los habitantes de la villa de San Fructuoso acudían en masa y participaban alegremente de las carnestolendas organizadas por una comisión reunida a tales efectos.
Se destaca a partir de la segunda mitad de 1880 el ingreso de comparsas bien formadas, las cuales le agregaron un sabor especial a las fiestas del carnaval; vale decir también que existieron en aquel entonces comparsas integradas únicamente por mujeres.
Todo da a entender que nuestras actuales fiestas de Momo guardan una herencia de muchos años detrás y son reflejo de un pueblo con tradición carnavalera, el cual cada febrero saca a relucir sus valores. En estos testimonios, unos tacuaremboenses trasmiten vivencias de carnavales pasados, donde dan muestra de pautas pertenecientes a otras épocas.
Bárbara Calcagno de Ortiz (95 años), describe las vivencias de los carnavales de la década del `20 en nuestro Tacuarembó: “… eran preciosos, preciosos… como no lo son ahora. Arreglaban las calles con farolitos, había troupes, comparsas, carros alegóricos hermosísimos tirados por caballos; hubo uno llamado “Rosas de Japón” que hizo época acá. Las muchachas concurrían arregladísimas y habían batallas de flores que se tiraban de arriba de los carros, y muchas veces les poníamos un cordoncito al ramo para recogerlas nuevamente y los muchachos nos seguían detrás. ¡Quedaban colchones de serpentinas de tanto que se jugaba! Los corsos eran por 18 de Julio y 25 de Mayo, de plaza a plaza… las calles eran de puro pedregullo…”
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Madrona Llagostera de Valiente (81 años), evoca un carnaval con características propias de una joven tacuaremboense: “¡Era tan lindo y divertido! Nosotras nos disfrazábamos y salíamos en coche o en camiones o también nos sentábamos en las veredas. Se jugaba mucho con serpentinas y papelitos; recuerdo que después nos vestíamos para asistir a los bailes, y entre las muchachas nos prestábamos los vestidos. También estaban los “asaltos” a casas de familia que eran muy lindos. Los carnavales más alegres se realizaban en la Plaza 19 de Abril, donde se hacían bailes populares, pero nosotros no nos acercábamos, mirábamos desde la vereda de enfrente…”
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Miguel Medina Núñez (73 años), manisero, heladero, murguista por muchos años – “sólo con Tachuela, 39 años”, agrega con orgullo – rememora: “Empezábamos saliendo desde el barrio Cuchilla de la Gloria, aunque yo antes salí con “Araca la Cana”, “Verdades en broma”, “Salimos porque queremos”, que salían del Parque, junto al Gordo Pressa, al Gatula, el Negro Deadriana, Mauricio Rivero… ¡Hasta actuábamos en el Teatro Escayola! Y la forma de vestirnos era bien a lo bandido, recuerdo que con el finado Odalís Sosa salimos de calzoncillos de punto. Actuábamos en los cafés del centro: la Gentil, el Café Uruguay, el Bar Los Tres Mosqueteros, cantando de mesa en mesa; la gente colaboraba y después nos seguían a los tablados, nosotros íbamos a pie e hicimos capote con el Negro Odalís”.
Miguel Medina recuerda sus carnavales y su murga que ensayaba “dos meses antes más o menos” y compara épocas “yo conocí el carnaval de aquellos años. Ahora dicen que van a hacer carnaval de antaño, pero no lo pueden hacer. ¿Sabe por qué? Porque no se ve un papelito o una serpentina; antes en los corsos, desde que salíamos del corralón municipal, ya nos enredábamos en serpentinas y papelitos, hoy ni se juega con pomos y en vez de papelitos se tiran diario picao. Antes las calles se llenaban de gente que salía a escucharnos y aplaudían a las murgas”.
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Nicasio Luis Excelso Fernández Virlée (68 años), un tacuaremboense con herencia de comparsa que cuenta: “Mi padre – que era de origen brasileño – tenía el género de comparsa compuesto por 25 personas y orquesta, usando música de tango, rancheras, milongas y vals. Hablo de la época del `30 más o menos. Ensayaba y salía en el mismo lugar que hoy vivo, recuerdo que teníamos un hermoso parral que había que taparlo con cobijas, sino los muchachos se comían las uvas. Con papá salíamos mi hermana Teresa, mi tío Florencio López, Belarmino Viera, el Gallego Núñez y la orquesta la integraban músicos de la banda del regimiento. Y de algunos nombres de comparsa me acuerdo, como `Hijos del Pueblo´, `Los Caparrojas´, `Hijos de la Noche´, `Hijos de Tacuarembó´… Pero los carnavales eran carnavales, se hacían una noche en cada plaza y ahí había de todo: serpentinas, papelitos… ¡hasta sandía vendían en los kioscos!”.
Muchas son las reminiscencias al evocar el pasado carnavalero, por ejemplo: “Una cosa que recuerdo cada vez que escucho una canción que habla de Cirilo Rodríguez – la cual me emociona mucho y muy adentro del alma -, es que él fue uno de los tantos padrinos de las comparsas que tuvimos y una de ellas se llamaba justo `Hijos del Pueblo´. La cosa era que el día antes del comienzo del carnaval, íbamos a la casa del padrino a levantar el estandarte ya bautizado. Cuando íbamos rumbo a la casa del padrino levábamos una sábana blanca como estandarte y allá recogíamos el estandarte oficial que lo presentábamos el día del desfile”.
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Nelson Marino Macedo (63 años), nombre relacionado a anteriores carnavales tacuaremboenses: “… desde 1946, con `Farolito del Barrio´, que la sacaba mi padre y uno de los integrantes era Urbano Piñeiro y yo saqué la primera en 1947, no recuerdo el nombre y en ese entonces Edmundo Rodríguez sacaba `Los caídos de la cuna´ donde estaban el Gaucho con Plumas y Odalís, los lugares de actuación era en las plazas y en el Parque Rodó y recuerdo un tablado que se hacía en el almacén de un tal Chumbito por calle Ituzaingó. Yo seguí sacando murgas, siempre de ahí del Barrio López y nos vestíamos sencillamente con un vestuario ideado por nosotros mismos, se usaba un pajilla o un sombrero de cartón, telas brasileñas, pantaloncito negro o blanco…”
Macedo recuerdo otras agrupaciones, como “Batiendo lo Justo” del Gordo Pressa que salía del barrio “Las 3 M”, también al Tigre Sganga con los “Mensajeros de la Alegría” del Barrio Artigas, Odalís Sosa con “Los Locos de Verano” del barrio Montevideo, “estaba la comparsa de un muchacho Alfredo que venía de cerca del cuartel viejo, llamada `La Milonga Nacional´. También sacaba comparsas Don Fernández, el padre de Excelso. Y los corsos eran por el centro nomás, con la amplificación de Radio Boliche, que estaba en el tablado oficial. Existían grandes tamborileros, como el Negro Tucha, Timoteo de los Santos, un verdadero maestro en tamboril”.
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Ignacio Roberto Brocco (77 años), hombre de teatro, integró una de las primeras murgas tacuaremboenses y cuenta que “antes ya había una murga acá, que fue la primera, y se llamaba `Los 7 Locos´ que era los Negros Olivera; ellos vinieron de Montevideo con sus tamboriles porque en Tacuarembó no existían comparsas. Entonces nosotros entusiasmados, creamos `Los 7 Diablos´. Éramos apadrinados por el carpintero Juan Scasso, quien nos dio el estandarte, nos enseñó a cantar y mandó hacer los trajes que por supuesto eran rojos, con una guampita en el gorro y con una cola”
Broco recuerda que en ese grupo estaban Llagostera – que el padre tenía un comercio muy grande en 25 de Mayo y Oliva -, Marito Piguillén, José Cuadro y otros más; en ese tiempo no existían los concursos, pero “los premios lo daban los tablados que funcionaban en la Plaza Colón o en el Barrio Ferrocarril.
Una vez compitiendo con la murga del Toti Posada por el segundo premio – porque el primero era seguro lo ganaban `Los 7 Locos´ – nos pasó algo curioso: resulta que fuimos a ensayar a un garaje cerca del lugar de la otra murga y la última noche de actuación, cuando fuimos a vestirnos, nos dice Mario Piguillén: `hoy no vamos a poder salir porque nos prendieron fuego los trajes´, y nos calentamos y no fuimos a cantar ni de particular, aunque podríamos salir segundo igual”.
Del carnaval de esa época, dice: “En aquellos tiempos no existían parlantes, los corsos eran alrededor de la plaza donde se realizaba ese día. Se ponían, además, puestos de venta, donde se vendían sandía `a vintén la tajada´. También existían en las casas de familias, los famosos asaltos”.
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(*) Publicado el 7 de febrero de 1992 por Batoví en sección “La Gente”. Esta era un sector del semanario donde semanalmente el periodista Gustavo Bornia publicaba reportajes a distintos vecinos “con historia” de nuestro Tacuarembó. Se realizaron más de medio centenar de reportajes.
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