Cuando chico, y por lo menos en mi pueblo, para desahuciar cualquier pedido y pretensión se prometía, sí, pero “pa’ Pascuas”. Llegada la entonces “Santa semana criolla de turismo y de la vuelta ciclista del Uruguay”, nadie se acordaba ni reclamaba; había tanto para hacer y para elegir.
Hoy la peste nos retrotrajo a los orígenes: exclusivamente Semana Santa. Días de reflexión, de ayuno y de oración para muchos y para el resto cuidarse, recogerse y quedarse en casa. En buen romance, no relajarse.
Y dado que hay poco para hacer, les recomiendo un libro: «Patria» de Fernando Aramburu. Un best seller desde hace más de 5 años, y que yo recién leí ahora. Es que son 650 páginas y desde hace ya un tiempo -antes que la pandemia- me inclino por los cuentos y novelas cortas: me apena la idea de que, por cuestiones no previstas, me quede sin saber el final. Son 125 breves capítulos, que te atrapan sin cansarte y que no dejan que te duermas, mientras se desarrolla la historia de unas gentes, de unos pueblos y de dos familias vascas en épocas de ETA.
El escritor pinta a los vascos tal cual como todos piensan que son. Obvio detalles y adjetivos porque por alguna parte estoy comprendido. Pero además de resaltar características propias de esa raza, el libro es sobre fanatismos, de cómo nacen y cómo crecen, de las brechas que se generan, de los discursos, de los panfletos, de las pancartas, de la discriminación y de la mala leche.
Vale la pena, tanto que me anime y encaré «A propósito de nada» de Woody Allen, que es otra cosa, pero su estilo me gusta. Son 439 páginas, un tirón, espero terminarlo.
Soy optimista y eso que estoy en esa original y novedosa franja etaria de 71 a 79. No quiero extenderme porque también estoy comprendido, pero es curiosa lo de estos cerca de 194 mil ciudadanos que no son esenciales, que no tienen sindicato ni un ministro del ramo que los defienda y ni un contemporáneo en el gabinete; que son prescindibles, que no están en residenciales, ni presos ni sin techo y no despiertan la » sensibilidad» del ministro Salinas. Y esto es raro porque población del riesgo lo es: casi el 40% de los muertos estaban en esa franja.
El problema es que se embarullaron un poco con lo de conseguir las vacunas apropiadas en los tiempos justos.
Quizás en esto la oposición tenga un poquito de razón: se demoraron, por la o las razones que sean. Tampoco es fácil, no es soplar y hacer botella.
Tenemos que asumir que no somos el Uruguay de cuando se fundaron las Naciones Unidas .Tenemos que bajar un poco el copete.
Pero solo en eso la oposición puede tener un poquito de razón. Están contra la LUC, carteles en todos lados, incluso en donde no pueden estar y hacen paros y se quejan de algunos que piden la derogación de la ley sobre el aborto. Además son maniobreros y con el afán de justificarse, fanatizan y ahondan las divisiones; la brecha. Las firmas contra la LUC no aparecen y entonces piden más plazo, no previstos en la norma y una cadena de radio y TV, la que el gobierno en más de una oportunidad ha dicho que solo se utilizará excepcionalmente y para mensajes oficiales.
Conclusión: si no se llega a las firmas no es porque la gente rechazo la convocatoria, sino porque no se les votó una prorroga y porque no le dieron la cadena.
Y aparecen las ideas de Astori. Cuando no.
En fin, a veces es mejor leer una buena novela, aunque sean muchas páginas y terminarla recién pa’ Pascuas.
- UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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