Tengo una laptop misógina o machista, no me aceptaba el título y me lo corregía: caramba, caramba y caramba; nada de inclusividades.
Esto del lenguaje inclusivo es una complicación. Y suena hasta feo o fea en sí mismo o misma. Para algunos «sectores» es una forma de asegurar el ejercicio y la militancia permanente, que es lo que pasa con la LUC (la recolección de firmas y, si llegan, un plebiscito), con las muertes evitables y la defensa de las democracias ejemplares de Nicaragua y Venezuela, pero en nada ayuda en la conquista de la igualdad de derechos que se persigue.
Álvaro Ahunchain lo explicó con meridiana claridad en su última columna: «El respeto a la mujer y a la identidad de género, cualquiera sea, son derechos que no se obtienen hablando de manera estrambótica y cómica, sino militando políticamente por esos valores»….»Decir ‘todes’ o ‘todas’ es un vulgar placebo. Es sentirse bien con uno mismo, satisfecho de integrar una vanguardia ideológica que se autodiscrimina, pero hace poco y nada por reparar aquellas injusticias». («Inclusivitis, otras vez», Álvaro Ahunchain, El País, Miércoles 16 de junio, Pág. 12 La última -Vale la pena leerla toda)
Yo me atrevería agregar que, además, es ser utilizado y dejarse utilizar por miedo a enfrentarlo y por la comodidad de no salirse de lo políticamente correcto.
Es una imposición a la que la gente mayoritariamente se resiste, creo. Aquí y en todas partes. Además está teñido, ideologizado o partidarizado y eso sí frena y da argumentos a quienes están en contra de lo que es legítimo.
Se ha avanzado mucho y aún falta, pero ¡cuidado! si firmar contra la LUC se trasforma en causa feministas, es un muy flaco favor.
Lo que se ha conseguido no es gracias a la izquierdas; nada que ver, pero se han adueñado de esas banderas. Esa misma izquierda que no hace asco y apoya a todos los gobiernos en los que muy poco han conseguido las mujeres y otros colectivos y tiene líderes como Ortega, Maduro o la novel estrella, el peruano Pedro Castillo, todo lo que es muy elocuente
Persisten aún muchas injusticias, pero esto del lenguaje inclusivo no encaja ni ayuda y además embarra la cancha y opera en contra.
Además marea. A mí, por lo menos. No se habla correctamente como antes y eso confunde.
El otro día por ejemplo, en un intercambio de opiniones, información e interrogantes sobre si se descontaría el día de paro al senador comunista Oscar Andrade y de cuánto sería el descuento, uno de los participantes lanzó «y mientras ahí están los Andrades queriendo tapar lo de la gasificadora, adueñándose del GACH y su propuesta de las tres semanas y con la nueva bandera de las muertes evitables».
Y entonces me entro la duda y me pregunté si se dirá así o habrá que decir » los Andrades y las Andradas»
Consulte a un amigo que entiende del tema.
Ya estaba al tanto. Lo note muy pero muy preocupado. Me dijo que por causa de esto de » los Andrades» casi no había dormido, que tuvo pesadillas y que se despertó sobresaltado con una obsesiva interrogante:
«¿Serán más de uno?»
- UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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