“No es casualidad que se instale e invierta en Uruguay la empresa finlandesa UPM”, sino que es producto de que en este país “la forestación funciona y tiene una ley que establece claramente los beneficios de ese sector” y dónde se pueden hacer plantaciones de árboles, dijo el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Enzo Benech. “Hay un mapeo de suelo al respecto que otorga garantías», añadió.
La instalación de la segunda planta de elaboración de pasta de celulosa de UPM en Uruguay, con el tamaño previsto y una inversión superior a los 3.000 millones de dólares, anunciada por sus directivos el martes 23, “es por algo, y no porque haya que plantar árboles”, explicó Benech.
Ese proyecto se concreta “porque en Uruguay hay una política de forestación, con un millón de hectáreas plantadas en la actualidad, y los inversionistas tienen la garantía de que tendrán retribución económica”, añadió. “En Uruguay, los negocios se respetan”, enfatizó.
En declaraciones a medios informativos, Benech subrayó la importancia de que se instale en pueblo Centenario, ubicado a orillas del río Negro, en el departamento de Durazno. “Es el esfuerzo de todos los uruguayos, porque genera trabajo, y es un gran desafío y reconocimiento al país”, remarcó.
Con el aporte de 24 % a las exportaciones de 2018 de Uruguay, la industria forestal, en constante crecimiento en la última década a un promedio anual de 7,4 %, ocupa a unas 17.000 personas distribuidas en 1.770 empresas, 92 % de las cuales son de micro y pequeña escala. En ese contexto, la celulosa fue el principal producto de venta al exterior, con 1.660 millones de dólares, equivalentes a 77 % del total del sector.
“En Uruguay no se puede forestar en cualquier lugar”, recordó Benech. “Hay un mapeo de suelo en el cual se define dónde se puede plantar, lo cual permite que hoy se talen áreas y se replanten, y encima se plantan alrededor de 20.000 hectáreas por año”, aseguró.
“El comienzo de la política forestal fue en 1987, cuando Uruguay no tenía cultura de ese tipo de producción, pero hoy ya la tiene, con un marco de credibilidad, de predictibilidad y de seriedad», precisó. “Acá los negocios se respetan”, resaltó.
Para 2017, según datos aportados por el Banco de Previsión Social, entre la fase silvícola y la fase industrial se empleó un total de 17.091 personas, cifra que no incluye la mano de obra involucrada en el transporte de los productos madereros ni otros puestos indirectos generados producto de la actividad forestal.
Según el ministro, la cadena celulósica en Uruguay se encuentra ahora consolidada, y el desafío se centra en mantener las condiciones de competitividad frente a los países vecinos. Uruguay se ha posicionado en el mercado de la celulosa de fibra corta gracias a las características de sus suelos y un clima adecuado que permiten obtener ciclos biológicos competitivos.
El otro aspecto que resaltó es que el marco legal asegura solidez, que ha generado confianza entre los inversores y que esto permitió la instalación de dos empresas con los estándares más altos en el mundo.
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