URUGUAY: Creció la emigración en 2022

MONTEVIDEO (Uypress)- El año pasado se fue de Uruguay más gente de la que llegó, quebrándose la tendencia de los últimos 10 años, y el saldo migratorio fue, por primera vez, negativo, según informó diario El Observador en base a datos preliminares de la Dirección Nacional de Migración.

Durante 2022 entraron por los puestos de control migratorio 4.835.870 personas y salieron, en el mismo período, 5.149.779, dando un saldo negativo de 313.909 personas.

A diferencia de otros países con sistemas estadísticos potentes, Uruguay carece de la fortaleza idónea para explicar los motivos reales detrás del fenómeno y, sobre todo, para advertir la magnitud del cambio de tendencia. Pero los datos oficiales a los que accedió El Observador arrojan una primera pista: la fuga de uruguayos (o, mejor dicho, de personas que salen del país con un documento uruguayo) expresaría el saldo negativo.

Porque de 149 nacionalidades, el saldo fue positivo: entraron más de los que se fueron. Hubo 14 nacionalidades con saldo negativo, y, entre ellas, la uruguaya fue la que reflejó mayor diferencia. Según Migración, todavía es necesario revisar los datos en profundidad para depurar cualquier caso duplicado o inspeccionar si hubo errores de registros.

Pero el economista Matías Brum, especializado en migración internacional, dice que «no es descabellado» el cambio de tendencia y habrían cuatro explicaciones para ello.

En los años previos a la pandemia, cada vez se iban más uruguayos. La diferencia, explica Brum, es que por entonces ese fenómeno quedaba más solapado por la llegada de extranjeros o de retornados. En cambio, tras dos años de cierres parciales de frontera, hubo un efecto olla a presión: cuando se abrió la tapa, se fueron muchos que tenían pensado viajar, muchos que estaba circunstancialmente residiendo y otros a los que la crisis les pegó más fuerte y buscan suerte en otro sitio.

«Muchos de quienes se están yendo figuran como uruguayos, pero no son nacidos en Uruguay. Tienen la residencia o la documentación uruguaya y en la estadística figuran como salida de uruguayos», dice el economista sobre argentinos, venezolanos y, sobre todo, cubanos que emigraron y pasaron por el puesto de salida con una cédula o pasaporte uruguayo. De hecho, para el pasaje dentro del Mercosur basta la cédula, un documento de fácil acceso para la mayoría de los inmigrantes recientes.

Hasta que el Instituto Nacional de Estadísticas no analice más en profundidad las cifras (los microdatos), en un nuevo proyecto que busca mejorar los datos administrativos, es difícil estimar cuántos de los que salieron lo hicieron por turismo, por negocios, por estudio o porque se fueron a vivir a otro lugar. La lógica indica que alguien que viaja por turismo equivale a cero dentro de un saldo migratorio: porque así como se va, entra o al revés (al menos al cabo de un tiempo). En ese sentido, los saldos migratorios negativos son sinónimo de una expulsión de población, aunque no esté claro el motivo detrás.

Brum sí abre una advertencia por lo ocurrido en la pandemia y dice que, tal vez, hubo quienes «se aguantaron más de dos años sin viajar y ahora lo hicieron por más tiempo». Por lo cual es un turismo (clásico o educativo) que tendría su retorno en unos meses. Pero eso, otra vez, es imposible saberlo a ciencia cierta con los datos disponibles.

«Fuera de estas excepciones, es probable que haya una cuota de lo que en economía se llama emigración genuina: personas que se están yendo a vivir a otro país. Uruguay lleva tres años consecutivos de caída del salario real y eso explica un interés de emigrar por más que las tasas de empleo y actividad hayan mejorado», dice Brum.

Adela Pellegrino, una de las fundadoras de los estudios poblacionales en el país, había dicho que las naciones pequeñas, como Uruguay, suelen ser (casi por naturaleza) expulsores de población. Y quienes se van, suelen irse a países de rentas más altas.

Según la última edición del Latinobarómetro, una de las encuestas regionales de mayor alcance, la cuarta parte de los uruguayos admite que «ha pensado en irse a vivir a otro país». Se trata de un porcentaje que se mantiene estable con el correr de los años.

En ese sentido, la última década con saldo migratorio positivo fue una excepción en una tendencia de fuga de población que Uruguay venía constatando desde hacía unas siete décadas atrás.

El otro fenómeno

Uruguay, ese pequeño país del sur al que, según el chiste popular, «todo llega más tarde», estaba por fuera de las rutas migratorias regionales a excepción del tránsito con los vecinos. Pero a partir de la década de 2010 empezaron a sonar por las calles nuevos acentos. La venida de peruanos, luego dominicanos, venezolanos (tras la crisis humanitaria) y más tarde cubanos dio un giro a la tendencia inmigratoria.

Este fenómeno sigue vigente. De hecho, el 2022 fue el año récord de llegada de ciudadanos venezolanos. No solo eso: la Organización Internacional para las Migraciones concluyó que Uruguay fue el país de la región que más captó este año a la población venezolana en relación al tamaño de la población local.

Ocurre que la reunificación familiar de venezolanos que ya residían en el país, así como la llegada de quienes estaban en terceros países en los que la inestabilidad política y económica los hizo buscar nuevos destinos, llevó a este auge inmigratorio.

Desde fines de octubre se sumó otro aliciente: Estados Unidos extendió a los venezolanos el Título 42, como se le llama a la normativa que restringe la entrada al país norteño. Y en diciembre ese Título también se amplió a los cubanos, muchos de los cuales salen desde Uruguay en busca del «sueño americano» y ahora tiene que tomar el camino de regreso.

Estos cambios van demostrando, poco a poco, que el mundo atraviesa un incremento de la movilidad humana y que Uruguay ya no es (tan) ajeno a lo que acontece en el resto del planeta.

  • UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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