Anda navegando la idea de incluir en el nomenclátor montevideano el nombre de Juan José López Silveira. Al ver este nombre afluyeron en oleada los recuerdos, vinculados naturalmente a la guerra civil española.
El «tape» López Silveira era un militar uruguayo que se alistó como voluntario en la defensa de la República Española. Fue uno de los integrantes de las Brigadas Internacionales, un fenómeno magnífico de internacionalismo y solidaridad del siglo XX en la lucha por la democracia y contra el fascismo como causa universal. Esos batallones de antifascistas de todas las nacionalidades quedarán para siempre en la historia por su heroísmo y sacrificio sin par. En Uruguay se alistó un puñado de voluntarios, entre ellos el piloto Luis Touyá, varios otros comunistas como José Lazarraga y trabajadores anarcosindicalistas.
Todos combatieron y varios murieron en España, como Román López Silveira, hermano del «Tape» que falleció en sus brazos. En esa epopeya está inscrito el nombre de Pablo Neruda (España en el corazón), cónsul chileno en Madrid que salvó muchas vidas republicanas. Y el de André Malraux, aviador, que escribió un magnífico libro titulado Espoir (Esperanza) con el cual se hizo una película con algunas escenas (como la del campesino perplejo que acompaña al piloto en un avión destartalado y reconoce de pronto un rebaño de ovejas) que son inolvidables.
López Silveira ocupó una serie de cargos de responsabilidad a lo largo de la guerra civil, de 1936 a 1939, que están prolijamente enumerados en la iniciativa presentada en la Junta Departamental. Hasta que sonó la hora de la derrota y la retirada. Tiempo después publicó una contratapa en Marcha con el relato más desgarrador que yo conozca sobre el cruce de los Pirineos, descalzos en la nieve, muertos de hambre y de frío, con la ropa en jirones, hasta bajar… hacia los campos de concentración que los esperaban en la Francia de León Blum.
Hace unos días leí una excelente publicación bimestral de Le Monde Diplomatique titulada L’émancipation dans l’histoire, dividida en tres partes: Movimiento de las ideas, Liberaciones y Esperanzas de posguerra. En la segunda hay un capítulo titulado: Algunas novelas contra el olvido de la guerra de España. Varias de ellas evocan el período del exilio de los republicanos españoles derrotados en Francia, y dejan un sentimiento de amargura terrible al comprobar, en relatos de crudeza sin máscara, los sufrimientos inenarrables que en Francia se impusieron a quienes habían dado su vida por la causa de la libertad. Por ahí se nos cruza el fantasma de Antonio Machado, el grande, atravesando la frontera con su gente para morir en el pueblito de Collioure en febrero 39. Unas páginas más adelante, en el mismo capítulo se menciona, como una revancha, a Esos españoles que liberaron París y se destaca la contribución de muchos de los sobrevivientes de esos años al maquis y a la liberación de la capital el 25 de agosto de 1944, a un lustro de su derrota.
En Uruguay, el pueblo vibró en la defensa de la República Española. El movimiento solidario incorporó grandes masas y se multiplicó en mil acciones. Al mismo se vinculan nombres entrañables como el de Romeo Gavioli (para citar uno). Tuvo a la vez un carácter distintivo y único, y es que se vinculó a la causa de la recuperación democrática del Uruguay para borrar hasta el último vestigio de la dictadura de Terra.
Lucha contra el fascismo en el mundo, unido a la reinstauración democrática en Uruguay. Figuras españolas de relieve convivieron con nuestro pueblo en grandes jornadas, y recuerdo entre ellos a Venancio Lozoya y Antonio Guardiola. Habló Indalecio Prieto en un Estadio Centenario con las tribunas repletas. En esas filas formaron compatriotas de todas las tendencias, en un plano de unidad, entre los que se destacaba la figura de Luis Hierro Gambardella como activo militante antifascista, como lo sería después contra el golpe de Estado de 1973 (fue él quien me dijo en el despacho de Enrique Rodríguez en la noche el 27 de junio que había visto el decreto de disolución del Parlamento firmado por Bordaberry).
Aparte de los recuerdos de aquellos tiempos lejanos, tengo otro punto de encuentro con López Silveira, muchos años después. El 31 de marzo de 1964 se da el golpe de Estado en Brasil que Johnson anunció antes de que se hubiese producido. Crucé la frontera a cubrir para El Popular la resistencia contra el golpe que se desmoronó a poco andar. Muy pocos días después teníamos a Jango Goulart en Solymar y allí fuimos en tropel a entrevistarlo, en la puerta de una casita cerca de la playa. Esa semana la foto apareció en la tapa de la revista Time: en primer plano, frente a Jango y al lado de Carlos María Gutiérrez, estamos Juan José López Silveira y el suscrito. Hicimos juntos una nota sobre el golpe de Estado en Brasil visto por Goulart que se difundió por el mundo.
-Extraído de Larepublica.com
Juan José López Silveira (“El Tape”) Hijo de un diputado nacionalista y médico rural, había nacido en Tacuarembó en 1912.
-Finalmente una calle montevideana lleva el nombre de Juan José López Silveira.
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