EL LEGISLATIVO COMUNAL DISTINGUIÓ AL ESCRITOR TOMAS DE MATTOS

La Junta Departamental de Tacuarembó rindió homenaje al creador de “Las Puertas de la Misericordia”, el escritor coterráneo Tomás de Mattos Hernández en Sesión Extraordinaria presidida por Augusto Sánchez de fecha 19 de setiembre de 2013. En la ceremonia estuvieron presentes personalidades nacionales y departamentales, ante numeroso público que asistió a la Sala de Sesiones “José Gervasio Artigas”. En parte de su alocución, el escritor subrayó “que opté siempre por vivir en Tacuarembó, vivir en cierto sentido por y para Tacuarembó, de algún modo hoy de mi futuro lo único que quiero es eso, desde ese banquito de suplente al que ya me ha llamado el director técnico de la vida, para que envidie jugar en los partidos a los compañeros, los apruebe, los apoye, pero en definitiva no vaya tras la pelota”.

La oratoria comenzó con palabras del edil colorado Nildo Fernández, quien saludó al homenajeado y destacó que es “de Tacuarembó, hijo de Tacuarembó y que en su carrera que ha tenido mucho éxito como ser, fue Director de la Biblioteca Nacional en el gobierno anterior” y agradeció el aporte de Tomás de Mattos a la sociedad tacuaremboense.

El legislador comunal del Partido Nacional (lista 400), Jorge Rodríguez, impulsor del homenaje al escritor, en parte de su alocución señaló “quienes hayan leído las novelas de Tomás, podrán percibir que en ellas conjuga la narración y la reflexión, en un diálogo permanente que enriquece la lectura, y genera permanentes dudas. Lo cual, por lo menos este simple lector valora, es decir, la posibilidad de interpretar, de elegir, sin que el autor imponga. También aparece en su obra la pluralidad de enfoques y perspectivas, y lo que no se encuentra muchas veces, y eso en lo personal me agrada, son los intentos de promover, aunque sea desde la ficción, un solo camino de moral y ética válido, como sí lo han hecho y lo hacen otros autores. Nos pasaríamos toda la noche comentando acerca de las novelas de Tomás, lo que sería estupendo, pero como suelen decir los periodistas televisivos, “el tiempo es tirano”, y el protocolo también.

Sin embargo, queremos referirnos a sus últimos dos trabajos, en los que se centra en la enigmática figura de José Pedro Varela, al que el propio escritor no ha dudado en catalogar como el “mentalidad más revolucionaria del último cuarto del siglo XIX”. En ambos libros (La Búsqueda, y El encuentro), a pesar de que el personaje a tratar, por su calidad de “hombre público”, ameritó rigor histórico, lo clave es la ficción, “ficción de la buena” dirá Gerardo Caetano. Nos adentramos así en la vida de un hombre que fue mucho más que el padre de una educación sustentada en los tres clásicos principios de laicidad, obligatoriedad y gratuidad, tal como nos los enseñaron en la Escuela. Acertadamente afirmó Tomás que “José Pedro Varela fue un pedagogo abierto a las mejores experiencias del mundo, un ciudadano que enfrentó, con extremo coraje y altruismo, buena parte de los dilemas que nos siguen acosando. Fue un viviente que se negó a obedecer prejuicios y recetas predeterminadas, sin previamente haberlas asimilado como propias. Muy pocos uruguayos ha habido que sintetizaran mejor el apego a la libertad, la justicia y la responsabilidad”. Finalmente Rodríguez puntualizó que “la Junta Departamental de Tacuarembó, órgano de significativa representatividad popular, hoy no hace más que agradecerle a Tomás De Mattos por su arte, con la suprema convicción de que en él hay mucho de nuestro Tacuarembó, y de que a través de sus páginas la historia de todos ha pasado a la inmortalidad.”

El edil nacionalista Julio de los Santos (lista 50), destacó la justicia de la distinción y subrayó que “Tomás, nacido en Montevideo, se crió y se formó en nuestro Tacuarembó, cosa que nos enorgullece y a toda la población. Es un vecino de cercanías, nadie diría que un académico emérito de la Academia Nacional de Letras se pasea por nuestras calles con la humildad de quien sabe que su tránsito vital no ha sido en vano. Colaboró y colabora con su Tacuarembó, aportando su altísimo nivel intelectual y su sencillez que le hace capaz de atender el saludo o la consulta del más humilde de los vecinos que se le cruzan en su camino, el de todos los días.

Nosotros somos hombres de trabajo y por tanto admiramos a los trabajadores, a los trabajadores como Tomás, éste despierta nuestra admiración por su obra literaria, como no, pero antes por su trabajo, seguramente que duro y extenuante. “La Puerta de la Misericordia”, uno de sus trabajos mas laureados, le llevó más de diez años su concreción. Es la obra de un hombre intelectualmente dotado, pero antes, si me disculpa el homenajeado, es la obra de un trabajador incansable que vive ese trabajo solitario, el de escribir con pasión. Hablar de su obra con espíritu crítico, sería un atrevimiento que no vamos a cometer. Editoriales como Banda Oriental, Santillana y Alfaguara, al editar sus trabajos nos eximen de todo comentario; sin embargo, nos animamos a decir que su estilo es provocador, que trata de despertar la conciencia y la razón del lector y le canta como buen cristiano a la belleza y a la complejidad del mundo. No olvidemos que la mayoría de nuestras decisiones son emocionales y éste llamado a la razón y a la conciencia, son un valioso aporte hasta para el lector más desprevenido. Su lenguaje conciso y fluido, el entramado de historia y ficción, apuntan a la universalidad de los hechos; la búsqueda de la verdad lo desafía y no mira para otro lado. Escribe “Bernabé Bernabé”, hace foco en un hecho histórico relevante con diferentes y apasionadas versiones, nos brinda allí su versión apegada a la investigación exhaustiva y profundamente respetuosa de los actores y de la época en que vivieron.

Debemos decir que Tomás es un hombre valiente, tanto para escribir como para vivir de acuerdo a sus ideas y creencias. Católico confeso, hombre de izquierda, no ha renegado de su fe; rodeado de actores políticos y no políticos, críticos de la Iglesia Católica, es católico práctico; cosa de conocimiento público en nuestra aldea.” Al finalizar, De los Santos, dijo que Tacuarembó espera todavía mucho del homenajeado, “aún tienes muchas cosas que aportar” puntualizó.

El representante del Frente Amplio en la Junta Departamental, edil Jesús Ariel Casco Rojas, en su discurso en honor a Tomás de Mattos, sostuvo: “Si Manuel de Cervantes debiera hacer hablar al Quijote por la situación a la que me referiré, diría: “Cosas veredes, Sancho. Cosas veredes”. En efecto, otra vez y en poco tiempo en este mismo escaño estoy hablando y si puedo homenajeando, a artistas comprometidos y muy queridos. Hace poco con nuestro malogrado Darno y hoy con Tomás. Y para los dos, comienzo destacando el ego y el orgullo terruñero, son totalmente tacuaremboenses, en este caso, sirviéndome de las palabras del propio Tomás: “soy un tacuaremboense nacido en Montevideo”. Como antes para el Darno, con Tomás no me preocupa ni trato de ser objetivo, hablo desde la admiración, desde el cariño, desde la afectividad de hermano que no tuvo –según su esposa América- pero no me engaño, puedo perfectamente aquilatar la dimensión de su obra literaria y filosófica desde nuestra aldea hacia el país y más allá.

Sin duda que la obra de Tomás de Mattos ha merecido, merece y merecerá especial destaque de la crítica literaria y de nosotros sus ciudadanos, pero quiero desde ella pero también más allá, destacar aspectos de hombre cotidiano y comprometido con su entorno y su tiempo, de un ser humano excepcional, tierno y afectuoso, a la vez que firme e intransigente en sus principios morales y artísticos; capaz de disertar sobre la profundidad de Onetti y a renglón seguido, enfrascarse en una discusión cerrada sobre la formación de Peñarol del ‘66 o los avatares de hoy del Tacuarembó Fútbol Club; quiero decir, la vida común de todos nosotros, con sus alegrías y padecimientos. Lo conocí compañero docente en un lejano San Javier y lo descubrí disfrutando o padeciendo como político vivaz en la experiencia electoral de la campaña del ‘84, la primera luego de la dictadura.

Inteligente, observador, negociador y muy pícaro, lo hicieron un contendor de fuste y siempre desde la humildad potente, de no pretender lugares de preponderancia o destaque para si. A partir de entonces, empecé a admirarlo en la literatura y a disfrutarlo en la actividad política, en el análisis de la vida cotidiana o en la visión estratégica que permite planificar futuro. Si, porque con Tomás entendí que los artistas tienen ese don de elevarse y ver más allá de nosotros simples seres humanos; un rato de conversación a solas con él, me permitió siempre encontrar y encontrarme el sendero en el que mejor me siento y en el que más rindo.

Se sucedieron sus obras y sus éxitos, algunos viajes, muchas distinciones que no cambiaron su eterno retorno a Tacuarembó, a sus mismas cosas, a su humilde paso cansino por nuestra ciudad, siempre mirando muy lejos o adentro y sin ver –muchas veces- a quienes lo cruzábamos en nuestras calles. Transitó exitosamente por la polémica de “Bernabé Bernabé”, novela magistral en el que aborda el tema de nuestros charrúas, ¿nuestros?, y la peripecia de un hombre, Rivera y su tiempo. Allí admiro al autor que posicionándose no condiciona al lector sino que obliga a buscar y dudar de las razones de sus personajes.

Las novelas históricas de Tomás o sus historias noveladas, tienen tanto estudio, tanta investigación, que, al leerlas nos quedamos dudando de cuáles hechos y detalles fueron reales y cuáles son creación de su frondosa imaginación. Tal vez, esa buscada precisión, esos detalles minuciosos que aparecen en cada página y son muchas, explique el largo acunar de “La Puerta de la Misericordia” o “El Hombre de Marzo”. (…) Aprovecho aquí, para manifestar y ello lo sabe mi amigo, mi defensa y cariño para su obrita comparándola con sus hermanas mayores, “A la Sombra del Paraíso”, donde lo urbano de Tomás se adentra en las realidades e idiosincrasias del medio rural como si siempre lo hubiera vivido.

Hoy es tiempo de homenaje, pero también de presentación de la segunda parte de su novela sobre Varela y permítame Sr. Presidente, un desliz hacia mi deformación profesional, con ella escribe Tomás una obra necesaria, es tiempo de que los uruguayos jerarquicemos a José Pedro Varela, no como el reformador sino como el verdadero fundador de la escuela uruguaya. Y eso se logra admirablemente en “El Hombre de Marzo”, donde se sitúa adecuadamente el papel transformador de la educación pública, factor de pacificación, productora de democracia y constructora de ciudadanía.

Como se ve, Sr. Presidente, Sres. Ediles, no realizo aquí un comentario de valor literario, no podría, ni tampoco quiero, no hago una descripción biográfica del autor y sus obras, no hablo de su período al frente de la Biblioteca Nacional y de sus propuestas, las logradas, las en curso o las incomprendidas. Hoy quiero agradecer como tacuaremboense, como ciudadano, como militante político, a este artista, a éste compañero, que con su pluma y con su vida sigue haciéndonos sentir que lo mejor está siempre por venir y lo hace con humildad. Como te gusta decirlo, Tomás, hacerlo a lo Varela, “No porque no podamos hacer todo estamos autorizados a no hacer nada, estamos obligados ha hacer todo lo que podamos”.

“Opté siempre por vivir en Tacuarembó” – El escritor Tomás de Mattos al hacer uso de la palabra agradeció este tipo de homenajes, “porque son los que más valoro, los de mis prójimos, los de mi gente y hay dos cosas que me han halagado profundamente: una es la iniciativa del Edil Jorge Rodríguez, fue la iniciativa de un coterráneo de distinto partido político al mío y que haya sido dispuesta por unanimidad, también me halaga muchísimo; es el hecho de que haya un cariño masivo de mi prójimo, me importa mucho.” Recordó que en ocasión de un homenaje realizado este año en Club Tacuarembó, manifestaba, “yo aludía a una anécdota que me quedó de por vida y que me fue contada por el Quique Estrázulas cuando después de su éxito con una novela “Pepe Corvina”, se enfrentó con Espínola y Espínola le dijo, como único comentario casi: “no te olvides que una vez fuiste analfabeto”.

Y yo decía que esa frase tiene dos niveles o dos interpretaciones posibles. Hoy quiero detenerme en la primera de todas. Uno nació analfabeto, aprendió por una vez a leer y a escribir y después aprendió de nuevo cuando se aprendió a leer, comprensión lectora, cuando se aprendió a escribir y expresarse a través de la escritura y eso se hace no solo desde un punto de vista técnico, sobre todo la segunda operación, sino también de un punto de aprender a vivir y eso hace que uno tenga muchos maestros de vida a quienes agradecer.” Agradeció a sus padres, a su esposa América, al sacerdote Mario Rodríguez, a su “padrino Leandro González Mieres”, también recordó “a muchos profesores de Literatura o cultores de Literatura” como Washington “Bocha” Benavides, quien “era, hasta hoy lo es, un hombre de convicciones muy amplias y por lo tanto, no tenía una escuela estética determinada, sino lo que le importaba era, por una lado la solidaridad que ha practicado toda su vida tomando incluso decisiones inoportunas políticamente que lo perjudicaban y fue un hombre que lo único que nos marcaba era la audacia y el rigor.

La audacia para pensar que podíamos afrontar tareas que aparentemente nos desbordaban y el rigor que teníamos que emplear para poder cumplirlas.” También manifestó su agradecimiento a los profesores de literatura del Colegio San Javier, Osvaldo Paul y Juan Carlos Salazúa. “Y por supuesto, por su ejemplo, por su obra, por su cordialidad, a la aquí presente Circe Maia y a otros que generalmente olvidamos los tacuaremboenses y que es de fundamental importancia: Walter Ortiz y Ayala”. En su alocución De Mattos tuvo un especial reconocimiento “a todos los integrantes de lo que yo llamo el círculo de Tacuarembó”. Al final expresó que “en definitiva, me siento con un agradecimiento enorme y me encanta el hecho que me hayan destacado como tacuaremboense, porque me he sentido siempre de Tacuarembó. Me alegra que Julio me haya despedido diciendo que quiere otras cosas de mi, que tengo un futuro, yo lo que digo es que así como me considero un tacuaremboense nacido en Montevideo, que opté siempre por vivir en Tacuarembó, vivir en cierto sentido por y para Tacuarembó, de algún modo hoy de mi futuro lo único que quiero es eso, desde ese banquito de suplente al que ya me ha llamado el director técnico de la vida, para que envidie jugar en los partidos a los compañeros, los apruebe, los apoye, pero en definitiva no vaya tras la pelota. Muchísimas gracias.”

La Sesión Extraordinaria continuo con la presentación del segundo tomo de la novela sobre José Pedro Varela, “El hombre de marzo, el encuentro” donde hicieron uso de la palabra el representante de la editorial que publica el libro y el propio Tomás de Mattos. La ceremonia fue conducida por el periodista Jorge Saavedra y al final de la misma el presidente del órgano legislativo comunal, Augusto Sánchez, agradeció “en nombre de la Junta Departamental de Tacuarembó por compartir este homenaje, reconocimiento, al escritor tacuaremboense Tomás de Mattos.”

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