«Raúl Ronzoni, desde su mirador de Valencia siempre enfocado hacia su querida Montevideo, nos desvela a Mercedes Pinto, la poeta y activista que hizo su mismo camino pero a la inversa, de Canarias y Madrid hacia acá, para hacer oír su voz en una época de políticos uruguayos adelantados, que veían la importancia de que la democracia se construyera también con esa otra mitad menospreciada y sometida, [la de las mujeres]», señala Mónica Bottero en el prólogo de este libro. A comienzos de los años 20, Mercedes Pinto, una española nacida en las islas Canarias que durante diez años fue brutalmente maltratada por su esposo, un integrante de la aristocracia de esas islas, sufrió no solo la violencia ejercida por su marido, sino que también tuvo que soportar la arbitrariedad de la dictadura en una sociedad sometida al machismo y a la religión.
Cuando decidió rebelarse y luchar por un divorcio digno para la mujer, fue acosada por la dictadura de Primo de Rivera hasta que, para evitar ser deportada, decidió huir de España con tres hijos y embarazada. En octubre de 1924 desembarcó en Uruguay y aquí, como antes en España, continuó con su lucha y su prédica reivindicativa con el apoyo de intelectuales de avanzada —como José Batlle y Ordóñez, Baltasar Brum e integrantes de la masonería— en un país señero en los avances sociales.
La de Mercedes Pinto es una historia épica, pero también es una historia de amor por la dignidad y por su familia, por sus hijos y por su nueva pareja, Rubén Rojo, que se constituyó en el soporte de su larga batalla.
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