Con la luz que vacila
como un candil humilde
con su gota de oro
detenida
en la tarde paisana
me volveré a las calles
que conozco y que quiero.
Calles de Tacuarembó
que saben mis costumbres,
calles de asfalto o tierra
con vientos de automóvil
con jardines antiguos
con árboles y rostros
de viejos conocidos.
Me volveré a mis calles,
a mis plazas y parques
donde empezó la historia
de la sangre,
me volveré – te digo –
a encontrarme otra vez
con sus baldíos
con sus hombre y perros
y sus barrios.
Voy a andarlas de nuevo
con el alma vestida
de color de sus tardes.
He de encontrarme a solas
con sus cosas sencillas,
primordiales.
Con el sitio baldío
y el caballo,
con su piedra y muros,
con todo lo que tuve
-trotacalles -,
con lo que ayer fue mío.
Pertenece al poeta de “Paso del Cerro”, Walter Ortiz y Ayala. Hay una excelente versión musicalizada y cantada por Carlitos Benavides.
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