“La desmemoria es un lujo de los ricos y una estupidez de los pobres” – El tacuaremboense Jorge Majfud es reconocido por el mundo por su alcance intelectual, considerado en Estados Unidos como uno de los escritores hispanoamericano con mayor influencia en el propio país norteño. Sus libros son leídos y citados en distintas universidades europeas y norteamericanas, es colaborador en distintos medios de comunicación tanto del viejo continente como en América. Sus textos han sido traducidos en varios idiomas. Colaborador de TACUAREMBO 2000 desde el principio de nuestra publicación, estimamos conveniente entrevistarlo, vía correo electrónico sobre algunos aspectos de su vida así como su visión sobre el país. Reside en Estados Unidos desde 2003.
Te fuiste en el 2003. ¿Cómo fue eso?
En los años noventa, luego de volver de África, trabajaba razonablemente bien en Uruguay. Dedicaba medio día a leer y escribir y el otro medio día trabajaba en sociedad con el arquitecto Edwin Castro, un amigazo, igual que su esposa, la psiquiatra Diana Larrosa. Dos personas diferentes y maravillosas. Trabajaba en Montevideo y en Tacuarembó, como arquitecto y dando clases en la UTU y en el Liceo. Entre otras materias, daba matemáticas hasta los sábados de noche.
Pero enseguida vino la crisis…
Sí. Yo había invertido todo lo que tenía en comprar una quinta parte de un apartamento del BHU en avenida Libertador y Cerro Largo, en el mismo edificio donde vivía Tomas de Mattos, por pura casualidad. Un día, creo que fue Circe Maia, no estoy seguro, alguien me dijo “pero entonces vivís en el mismo edificio de Tomasito”. Con mi esposa teníamos muchos planes para vivir ahí. Incluso seguimos pagando ese apartamento durante años después de veniros para aquí, sin ningún beneficio aparte de mantener un pie en el paisito.
¿No pensaste la posibilidad de Europa?
En el 2002 me invitaron de España a presentar La reina de América y allá recibí la oferta de quedarme trabajando como arquitecto. Estuve colaborando con un estudio pero luego de unos meses les dije que el boom de la construcción en España era insostenible, que estaba saturada y que no era razonable irme de una crisis en América para meterme en otra en Europa. Ellos se rieron, porque por aquella época ni se soñaba con una crisis en España. Era un país de moda. Desde allá escribí y publiqué un artículo sobre la crisis económica que iba a desatar la próxima y mal justificada invasión de Iraq, pero elegir la oferta de la Universidad de Georgia me permitía dedicarme finalmente a mi primera vocación, que era la literatura, y lo que comenzó como un experimento terminó siendo el inicio de otra vida, otra de las tantas que gracias a Dios todos podemos vivir. Porque eso de que “vida hay una sola” nunca me lo creí…
¿Qué recuerdas de aquella época?
En el 2001 y 2002 la situación era insostenible. Uno caminaba por las calles de Montevideo y los comercios bajaban las cortinas, como dominós, porque se corría la voz que venía “la turba”. Era una barra de gente, entre delincuentes y gente simplemente desesperada que se hacía de la comida que encontraba en los escaparates. Nuestros clientes dejaron de pagar y hasta la UTU se demoraba siete meses en abonar el primer sueldo del año. Era una situación insostenible. Cuando era estudiante en Montevideo llegué a aguantar hasta cinco días sin comer, pero pasar necesidades a esa altura no tenía justificación. Pasé muy mal, pero nunca dejé deudas. Cuando vino la crisis del 2008 en Estados Unidos y la gente aquí se escandalizaba de la situación, yo les decía: ustedes no saben lo que es una crisis. En otros países, cuando hay crisis los niños comen pasto. Aquí he vivido en muchos estados y nunca vi un niño vagando en la calle.
Los habrá, pero hay que buscarlos. Por eso los estadounidenses pueden vivir sin tener memoria histórica; los ciudadanos de los países menos desarrollados no pueden darse ese lujo. La desmemoria es un lujo de los ricos y una estupidez de los pobres. Claro que el abuso y la injusticia social también pueden venir de los pobres. Creo que todos nos hemos cruzado más de una vez con alguno de estos parásitos que esperan que alguien les resuelva sus problemas mientras ellos invierten todas sus energías en llorar y quejarse por todo lo que no hacen por ellos mismos. Esta también es una extendida miseria humana que pesa sobre todos los demás que cada día se levantan temprano para trabajar por ellos y por los otros.
¿Cómo te fuiste a Estados Unidos?
En el 2002 finalmente acepté una invitación de un profesor de UGA que había leído mis libros y luego de pasar los exámenes de GRE y TOEFL (en mi caso tuve que darlos en Buenos Aires), entré en la Universidad de Georgia como estudiante posgraduado y asistente de cátedra. Dar clases me permitía cubrir la matricula, que hubiese sido prohibitiva para mí, al tiempo que recibía un modesto sueldo para lo demás. El primer mes en EEUU tenía un balance de cincuenta dólares… Luego de la maestría y del doctorado en Georgia me fui a Lincoln University, en Pensilvania, y luego vine para Jacksonville University. Yo siempre sentiré un profundo agradecimiento por mi país, por el estudio que me dio o, al menos, por la posibilidad que me ofreció. Creo que he retribuido de alguna manera, aunque eso nunca saldará la deuda de alguien agradecido aun en los peores momentos. Ahora ya es más difícil volver. Ya no es solo por el trabajo.
Por suerte, para la sociedad, muchas cosas han cambiado en Uruguay. Pero como individuo, para mí son cambios existenciales difíciles de resolver. Uruguay nunca dejará de ser mi país (aunque he leído por alguna parte que ese ya no es mi país, vaya Dios a saber con qué atributos alguien puede decretar semejante cosa), como uno nunca deja de hablar la lengua madre cuando ha emigrado tan tarde. Pero desde un punto de vista existencial es muy doloroso volver pensando que uno va a encontrarse con las cosas y la gente que dejó y las cosas y la gente han cambiado también, como yo mismo, porque esa es la ley natural. O ya no están… Así que me he convencido que la mejor forma de volver, la más realista, es viajando a través de la memoria, ese misterioso y sorprendente territorio. Entonces, cierro los ojos y vuelvo a visitar tantos lugares, tanta gente que se suponía ya no están. Y los veo y los escucho con tanta intensidad… En Tacuarembó me queda mi hermano querido y su familia.
¿Cómo se ven las próximas elecciones uruguayas desde Estados Unidos?
Lamentablemente, como se sabe, aunque no faltan las noticias ni lo medios de prensa que mencionen a Uruguay, como a cualquier otro país pequeño, ni en Europa ni en EE.UU. se sabe mucho de nuestro país, mucho menos fuera de los círculos universitarios donde el país ha tenido alguna presencia, tradicionalmente por Onetti, Benedetti y Galeano, ahora por Mujica, pero poco mas. Probablemente pocos argentinos que viven aquí saben que hay elecciones en Uruguay, o son muy pocos. Quizás por esta situación peculiar de nuestro país los uruguayos tendemos a ser más internacionalistas que los habitantes de países grandes como Argentina, Brasil o Estados Unidos.
¿Cómo es esa imagen del país?
En los círculos universitarios Uruguay es percibido con una imagen muy positiva. En los círculos más populares, sobre todo entre los hispanos, el Cono Sur está demasiado al sur: América Latina comienza en California o en Miami y termina en Venezuela o en Perú. Los conservadores amantes de las armas usan a Uruguay como ejemplo del país más armado y más pacífico de América Latina. Ya ves, hay de todo pero muy poco.
¿Qué cosas crees que no han cambiado en Uruguay?
Cuando uno piensa en lo que no ha cambiado en un país lo hace con una aproximación negativa. No es necesario ni conveniente que todo cambie. Pero si uno se refiere a las cosas que serían mejor si fuesen diferentes, tal vez se podría decir que cualquier cambio profundo debe pasar por cambios económicos y culturales. En el primer caso, por su tamaño, el país depende mucho de factores externos, más que países como Brasil, el que todavía es excesivamente dependiente. Eso no quiere decir que no importa lo que hagan sus gobiernos sino, tal vez, todo lo contrario. En el caso cultural, ya depende de otros gestores sociales y, en última instancia, de todo un pueblo. Los uruguayos siguen siendo quejosos, más bien tristes. Los uruguayos que uno encuentra por el mundo, no te saludan; te dan el pésame. Con excepciones, claro, como todo.
Pero en general parecería que siguen siendo, apáticos y lentos… lo cual no siempre es un defecto, siempre y cuando uno no sea un parasito de alguien más. Muchas cosas han cambiado en Uruguay, creo que para bien, pero si los uruguayos dejásemos de ser tan tristes, tan quejosos y autodestructivos, habríamos realizado la mayor revolución cultural desde su fundación. Pero eso no depende de los políticos, ya que estos son muestras de su propia población. Por lo demás, es un país para destacar en su contexto: tranquilo, relativamente educado. Aunque la percepción de la seguridad es mala no esta tan mal como cualquier otro país latinoamericano y como algún que otro barrio de alguna gran ciudad de EE.UU. (aunque en la mayoría del territorio de EE.UU. la criminalidad es mucho menor que en Montevideo). También hay que destacar (al menos yo lo hago siempre que puedo) que en los índices democráticos internacionales, Uruguay ranquea muy alto. Ese es un valor que se subestima o se ningunea… Bueno, ésta es otra pasión nacional que quienes la sufren erróneamente la consideran universal… Pero dejémosla ahí.
(*) Jorge Majfud Albernaz (45) nació en Tacuarembó, hizo secundaria en los liceos 1 y 2 de nuestra ciudad, se recibió de arquitecto en la Udelar, se doctoró en Literatura Hispánica en la Universidad de Georgia en EE.UU. y actualmente es catedrático en la Universidad de Jacksonville (Florida – EE.UU.). Reside en el país norteño desde el año 2003.
– Entrevista de Gustavo Bornia (Publicado en Revista TACUAREMBO 2000 – Octubre / 2014)
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