“Pretendo contar de forma clara, sencilla, de fácil comprensión, una relación de vivencias y experiencias, algunas de las cuales vienen de muy larga data, las cuales me fueron trasmitidas en forma oral por sus protagonistas; en otros casos son vivencias personales, en las cuales los protagonistas pertenecen a tres generaciones”, nos comenta en el prólogo de “Memorias de don Tranquilo”, su autor Santos Eladio Giménez, un docente jubilado nacido en Tacuarembó el 20 de octubre de 1946. El libro tiene la impronta de “una cronología de aquellos hechos que a criterio del autor marcaron hitos en su historia familiar” y una segunda parte basada en “cuentos cortos, elaborados en base a relatos oídos en atardeceres de invierno, junto al fogón” con historias que aparecían “en la memoria del narrador de turno”.
Al principio el texto nos ubica en contexto de tiempos de guerras de fines del siglo XIX y comienzo del XX y la participación de antepasados del autor en las mismas. Al ir contando su historia familiar también nos describe una sociedad.
Evoca, además, una época cargada de personajes “que cumplieron su destino” como Antonio Luna “El Yuyero”, Ruperto González “El Grillo”, María Concepción Padilla “La Padilla”… No descuida la cotidianidad barrial, su escuela y su club Wanderers.
La bisabuela – “El 15 de setiembre de 1943, el barrio El Hipódromo amaneció con la noticia del fallecimiento de la anciana madre de los Giménez, familia afincada en el Nº9 de la calle Sarandí, a 100 mts. de la Avenida Manuel Oribe. Bernardina Muñiz nació en Arroyo Malo, 2ª sección judicial del departamento de Tacuarembó, el 20 de mayo de 1826. Era hija de Saturnina Muñiz y de José María López. Su padre fue Teniente de los Guerreros de la Independencia, habiendo servido bajo las órdenes de los Generales don Fructuoso Rivera y don Manuel Oribe.”
El cebolla – “Era uno de los muchos hermanos de una familia muy numerosa. Le gustaba leer. Cuando prestaban los libros de la biblioteca del aula para llevar, él siempre estaba primero esperando en el lugar. Me hacía reír con ganas cuando decía con voz gangosa; ‘el ijote” (por el libro de Cervantes que había leído). Me había podado “Rocío”, porque yo, con el pulgar, levantaba la nariz y él había descubierto que la misma se cubría de miríadas de puntitos blancos.
Un día dejó de venir y aunque nos seguíamos viendo, pues tanto él como yo íbamos a la Escuela Agraria a buscar la leche al tambo, hasta que me enteré por qué nos abandonó.
–Un día – me lo contó – llegué a la escuela descalzo y por si eso fuera poco, sin moña. El maestro me llamó y me dijo: “así no entrás”. Salí y en el portón, me preguntó una compañera que acababa de llegar: “¿Por qué tú no vas a entrar?” Y le expliqué la razón. Ella dio un fuerte tirón a su moña que era larga y como pudo rompió un trozo de buen tamaño y con sus manos pequeñas hizo una moña en su cuello y otra igual hizo en el mío. Y cuando fuimos a entrar por la puerta principal él, otra vez me atajó y autoritario repitió: “así no entrás”. La cosa se complicó cuando apareció mi viejo. Entraron a secretaría; hablaron largo y parejo y después de largo rato el viejo me llevó a casa y a otra escuela me mandó.
Al “Cebolla”, al enfermero, al aliviador de dolores, gracias por compartir conmigo esta dolorosa historia.”
En su “Memorias de Don Tranquilo”, Santos Eladio Giménez rescata acontecimientos, personajes e historias de un Tacuarembó “ya lejos en el tiempo”, justamente en eso está su valor.
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MURIO UNA ANCIANA DE 118 AÑOS – Doña Bernardina M. de Jiménez
A la avanzada edad de 118 años, caso excepcional de longevidad, acaba de fallecer en esta ciudad la Sra. Bernardina Muñiz de Jiménez. Deja varios hijos, entre ellos una hija que cuenta con 95 años de edad. Otros de sus hijos, el conocido rengo Jiménez, que todas las semanas viene a nuestra redacción a levantar diarios para suscriptores de Capón de la Yerba y Tres Cruces, tiene ya 84 años. Doña Bernardina murió con plena lucidez mental y hasta sus últimos días se levantaba temprano, planchaba y cosía como en sus mejores tiempos.
-Información publicada el 18 de setiembre de 1943 en el periódico local “La Voz del Pueblo”
En la foto se la ve rodeada de sus hijos cuando tenía 112 años.
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