El catedrático tacuaremboense Jorge Majfud reside en Estados Unidos desde el año 2003, es reconocido mundialmente por su alcance intelectual y está considerado como uno de los escritores de habla hispana de mayor influencia en el país norteño. Actualmente es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad Lincoln de Pennsylvania. Sus textos han sido traducido en varios idiomas y continuamente es entrevistado por medios de comunicación de todo el mundo. En este caso fue reporteado por la prensa rumana respecto a su concepción sobre el sistema de justicia. Aquí reproducimos la entrevista.
Si debe acudir a un tribunal de su país para proteger sus derechos, ¿tendría confianza en el sistema judicial?
Yo diría, y muy a pesar de mi natural tendencia al escepticismo, que tanto en Uruguay como en Estados Unidos el sistema judicial es bastante confiable. Aunque en varios artículos (y luego en una carta abierta firmada con Juan Gelman, Eduardo Galeano y Emilio Cafassi, sin ser juristas ninguno de nosotros sino desde un punto de vista menos específico) critiqué duramente una decisión de la Suprema Corte de Justicia de Uruguay referida a la pasada dictadura, eso no significa que esté en contra de la Corte y mucho menos del sistema judicial de Uruguay, el cual, entiendo, ofrece todas las garantías de un país democrático y de una sociedad relativamente abierta. Está de más decir que ninguno de éstos son sistemas perfectos sino perfectibles, como la democracia misma, como cualquier cosa referida al ser humano. La injusticia es parte de cualquier sistema de justicia, pero la mayor virtud de éstos es la aceptación de la crítica y la previsión de enmiendas y correcciones que puedan ser impulsadas por parte de cualquiera de sus ciudadanos.
En Estados Unidos el sistema es algo diferente y los ciudadanos pueden incluso participar en un juicio, lo cual agrega una dimensión democrática pero también una dimensión psicológica y cultural que tiene sus riesgos. Yo mismo he sido convocado más de una vez para integrar estos jurados que deben ocuparse de casos extremos; naturalmente, decliné dando las excusas del caso.
¿Cuáles serían las medidas adecuadas para reforzar la independencia de la Justicia y ganar la confianza de la gente (abogados, jueces, fiscales etc.)?
Creo que la confianza en la justicia formal comienza por un determinado sistema y su primera condición es la independencia de poderes. Luego, esa confianza se refuerza por una cultura y un estilo, en este caso por una cultura que resista la corrupción y un estilo ritual. Una procede del humanismo y la Ilustración y la otra de las supersticiones más antiguas. La independencia tiene sus límites y es cuestionable cuando los jueces de cortes son elegidos por un presidente y confirmado por un parlamento, como es el caso de Estados Unidos. Pero luego la permanencia o efectividad de dichos jueces es positiva en un aspecto, ya que los aleja de los avatares políticos de cualquier democracia: si sus cargos no dependen de sus opiniones jurídicas, entonces los jueces tienden a ser más independientes.
No tengo dudas que lo peor que le puede pasar a una democracia es que sus ciudadanos dejen la política en manos de los políticos profesionales, pero no estoy tan seguro en el caso de un sistema judicial. Por el contrario, creo que debe basarse en gran medida en un alto profesionalismo y sus disputas deben ser atendidas por especialistas. No obstante, sería un error apagar el principal motor de cualquier justicia, de cualquier democracia y del progreso histórico mismo, allí donde pueda haberlo, que es la crítica. Desde un punto de vista radicalmente diferente, creo que la gente respetaría más a los jueces si éstos no opinaran tanto en público. En el mismo sentido ha funcionado desde hace milenos la indumentaria de los magistrados y sacerdotes. Es una forma bastante odiosa de confirmar una autoridad a través de la distancia y ha funcionado desde el neolítico, sino desde antes.
¿Cuál debería ser el papel de un Ministro de Justicia, miembro un gobierno (y solidario con las decisiones tomadas por ese gobierno)?
Mínimo o ninguno. Aunque este ministerio existe en muchos países del mundo, parece una contradicción de fondo, quizás un resabio de una tradición monárquica, no republicana (más allá de que exista en muchas republicas), y quizás por ello todavía existe en España un Ministerio de Justicia. En Francia es como un supervisor, pero aún así es un supervisor político de un poder que debería ser apolítico y libre de cualquier presión política partidaria. Si esta nunca ha sido la práctica de estos ministerios, por lo menos deberían cambiarles de nombre. “Ministerio de Justicia” es técnicamente un oxímoron republicano.
¿Cuáles serían las medidas adecuadas que deberían tomarse para lograr la separación “definitiva” de los poderes político y judicial? ¿O es una utopía?
Claro que es una utopía, como lo son la objetividad, la libertad, la verdad y la democracia en sí mismo. Son utopías desde el momento en que son conceptos ideales, platónicos. Pero no por utópicos o ideales dejan de ser prácticos, ya que si el presente del mundo material se explica por su pasado, el presente de los seres humanos se explica en gran parte por su futuro. Esos ideales y esas las utopías son las principales brújulas de una sociedad moderna: nunca se alcanza el Norte ni se pretende, pero sirven para saber hacia dónde debemos dirigirnos en cada cruce de camino, es decir, en cada crisis. Un aspecto práctico consistiría en debilitar progresivamente en la medida de lo posible todos los lazos del poder público (el gobierno) y los del poder privado (las corporaciones).
¿Está de acuerdo con la idea de filmar los procesos para televisarlos luego?
Desde un punto de vista del derecho a la información del ciudadano, estaría tentado a responder que sí. Sin embargo, esto tiene muchos otros riesgos: no creo que exponer todo un sistema y a sus protagonistas de un drama extremo a las prácticas y a las leyes del espectáculo mediático (algo que se está volviendo común en algunos niveles del sistema judicial estadounidense y que responde al morbo voyerista de la sociedad de consumo y de las paradójicas redes sociales) es negativo, quizás hasta perverso.
Según su opinión, ¿el juez ideal ya existe o todavía está por nacer?
Eso no pasa de una broma, al menos que nos movamos de la esfera humana a la metafísica. En ese caso, claro, un creyente no tendría dudas de que el Juez ideal existe y siempre ha existido (aunque el juicio perfecto, el Juicio Final, la madre de todas las utopías desde los antiguos egipcios, todavía no ha tenido lugar). Es posible que en un futuro cercano se cree algún software y alguna supercomputadora para resolver o al menos tener una “opinión técnica” sobre un caso determinado en la vida del más acá. No obstante, no sólo la idea de justicia puede tener sus variantes sino que un mundo juzgado por maquinas sería un mundo por lo menos monstruoso.
Jorge Majfud Albernaz, nació en Tacuarembó (Uruguay) el 10 de setiembre de 1969. Se graduó en Arquitectura en la Universidad de la República de Uruguay en Montevideo, y se doctoró en Literatura Hispánica en la Universidad de Georgia en estados Unidos. Ha sido profesor en la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica, de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Georgia y en la Universidad Lincoln de Pennsylvania. Ha escrito varios libros que fueron traducidos a varios idiomas. Colabora en numerosos periódicos y emisoras de radio a ambos lados del Atlántico. Reside en Estados Unidos.
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