Hemos escrito en ocasiones sobre el canto de las uruguayas, de las muchas mujeres jóvenes que están aportando al panorama artístico con buen pie, con aportes novedosos y diversos. Esta vez es un hallazgo para nosotros Maine Hermo. Comentamos alguna vez que, en el canto popular, la “inercia evolutiva del género” está de la mano de las mujeres. Sin embargo, no sólo el hecho de ser mujer es una condición suficiente para la buena composición. O para que las valoraciones estéticas de los escuchas, del ocasional público, de la crítica periodística y de los investigadores, o la especulativa mirada de productores y representantes, engalanen de flores a tal o cual artista. A veces todas estas entidades mencionadas poco o nada aportan al arte en sí.
A veces, o muchas veces. No obstante, si alguien tiene algo que decir al menos debe de inclinarse levemente la cabeza, para leer o escucharlo. Por eso ahora escribimos sobre esta montevideana cantante y compositora.
En definitiva, la crítica siempre es saludable –estamos convencidos–, si es crítica, esto es que: contiene ética. De vez en cuando se confunde con la otra, con la desacreditación o la exaltación, si así fuera seguramente lo ideológico esté primando por sobre lo estético, entonces ahí no hay ética, hay moral, moral de culto, rendición de cuentas pseudo política, autocensura negada y pavorosa. Ni que decir de la autocrítica: ídem. Lo mejor es cuando esta última es portada por el artista. Es el caso Hermo; eso creemos al degustar su música.
Disculpará el lector la digresión –como guste–, pero a estas reflexiones nos llevan trabajos de este estilo que hoy intentamos presentar aquí. Cuando el arte sorprende y lo hace así, simplemente, cuando proviene de allí –del arte mismo–, y no de la secta para la secta, cuando no es un aplauso para los que aplauden, es honesto darle importancia.
El fonograma de Maine Hermo se inscribe con un grafo que traza la vitalidad y el desasosiego de un alma que tiene qué decir y clama por ello. Nos introduce en un mundo en el que encontramos a quien canta y quizá a parte de nosotros mismos. Pero además, las canciones, nos dejan sonando la vaciedad, la necesidad de conocer algo más, de saber que este disco es sólo el comienzo del despliegue subjetivo de una artista que convive en mundos que conectan en uno y –cumpliendo con el objetivo del arte–con los de quien escucha.
“Extravíos, hace tiempo” se llama. El título ya nos plantea un dilema, un algo a desentrañar o descubrir, una dialéctica entre el transcurrir y el alto reflexivo. Quien se extravía y conoce de ello, y tiene además una dimensión temporal del asunto, no está perdido; pérdida y extravío son dos registros existenciales distintos.
Ingresar al mapa sonoro del Mundo Hermo, es hacerlo por el tema “Lucía”, alguien a quien “un solo mundo no le alcanza”, alguien constelado sensible y climáticamente en la espera. Esta canción es la muestra del resto, que se deconstruye en melodías y poemas.
Diez canciones más se engarzan en una cadena espiralada que profundiza en la propuesta de su autora e intérprete. La cantante es dulce, agradable, austera a la vez, no hay en ella fundamentalismos vocales. Puebla su voz la atmósfera generando “ese” ambiente, como un cuenco para decir su palabra en poemas.
En tal sentido la poemática de Hermo no está recargada ni estrujada por un fórceps metafórico. Más bien hay insinuación. Es la puesta en escena sonora de una imagen que se desdobla en una y otra, como una filigrana significante que se va autoreferenciando, logrando una totalidad lírica.
El equilibro música-poema es absoluto, aunque puede llegar a pensarse que la música viste un poema que, en la lectura silenciosa, arroja otras cosas, que complementan lo musical y fundamentan nuevas escuchas.
Musicalmente hay ecos diversos. Si bien hay un personalísimo estilo, las reminiscencias folklóricas, del pop y el folk asoman. Así como referentes personales, esos “baladistas” como Darnauchans o Silvio Rodríguez, categoría laxa en la que Hermo se halla y desde la cual acaricia su propio yo lírico.
Es de notar la brevedad de las canciones. Y es de resaltar la pureza con la que llegan, la belleza que trasmiten, no exentas en algunos casos de los casi aforismos y la especulación filosófica más cristalina.
El homenaje está presente en la obra, el homenaje a la altura de las referencias, no la adulación o la cita segura de atención a consagrados. Así emerge intertextualmente Idea Vilariño, recala el Darno y ascienden las mujeres zapatistas.
Todas estas piezas, estos trozos sensibles que cartografiados fundan el Mundo Hermo, configuran una expresión honda, reflexiva y empírica, que entre el desgarro atenuado y la alegría vital nos muestran una artista exquisita.
Maine, sin suda no alcanzará la popularidad, pero permanecerá. La popularidad le compete al mercado y sus sublimados vicios, más o menos loables, más o menos residuales, más que menos redituables. La permanencia le compete a lo artístico en sí mismo.
Ficha Técnica:
Título: “Extravíos, hace tiempo”
Intérprete: Maine Hermo (Montevideo, 6 agosto 1983)
Editorial: Perro Andaluz (6371-2)
Tracks: 11
Año: 2015
Lugar de edición: Montevideo
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