José Pedro Damiani, quien fuera el hombre fuerte de Peñarol y del Banco República, tenía salidas recurrentes todo el tiempo. Una vez, hablando de dinero, afirmó: “En Uruguay no hay ricos, hay riquitos”. ¿Pero la “pequeña escala económica” de Uruguay “es condición suficiente para negar la existencia de ricos propiamente dichos”? “¿No termina siendo funcional a la idiosincrasia del bajo perfil a través del mentado ‘esconder la leche’?”. Estas son algunas de las preguntas que se hace el diputado y politólogo Fernando Amado en su último libro “El club de los millones. Ser rico en Uruguay”. Para el libro, Amado conversó con empresarios exitosos que han hecho algunas fortunas en el país.
El legislador fundamenta al final del libro por qué tratar este tema. “¿Por qué hablamos de los pobres y no de los ricos? Estudiar, investigar, conocer el ecosistema de los excluidos no despierta miradas de desconfianza; por el contrario, nos sentimos en el derecho de saber en qué gastan el poco dinero que tienen o cuáles son sus hábitos diarios. Pero cuando se esboza la posibilidad de ingresar al mundo de los ricos aparecen frases: ‘Eso es de resentido’ o ‘no tenés derecho a exponerlos en su intimidad’. Me pregunto: ¿por qué ese doble criterio?”. La relación con los políticos y en especial con los gobernantes que toman decisiones, los gustos o la forma en que solucionan un problema de salud, son parte de las cosas que cuentan los “ricos” en el libro.
Pero, ¿cuánto dinero hay que tener para ser considerado “rico”? La pregunta no es de fácil respuesta, según se desprende del trabajo, porque depende de la visión de cada uno. En Uruguay no es “tan difícil” llegar a tener algunos millones de dólares aunque eso no es ser “rico”, aclara Vito Atijas, arquitecto y empresario vinculado a la construcción. “Para ser considerado rico acá, en Uruguay, yo diría que (se requiere) algo cercano a los 20 millones de dólares. Y me consta que hay muchísimos de esos y que los superan largamente”, dijo.
Alberto “Toto” Gramont, productor agropecuario que falleció en julio de 2015, dijo al autor que una persona rica en Uruguay debe tener “10 millones de dólares para arriba”.
El dueño de Buquebus, Juan Carlos López Mena, asegura que no se siente rico. En entrevista con Amado, dijo que es un “emprendedor” y que por tanto vive “arriesgando” todo lo que tiene. “Yo siempre digo que hay que ser un hombre pobre, dueño de una empresa rica. Es más, yo propondría un proyecto de ley donde todo empresario no pueda tener cosas con distintas sociedades anónimas, menos las personales. (…) Un empresario que tiene una fortuna privada por algún lado y por otro tiene una empresa, cuando viene algo que no le gusta quiebra y deja a toda la gente (plantada). Es una responsabilidad social ser empresario”.
“¿Sabés cuándo tenés la vaca atada y a la sombra? Cuando tenés un negocio que te dé el interés del interés. ¡Eso es tener plata! De nada vale tener 500 millones si no tenés un negocio que te dé el interés del interés y vivir de eso”, explicó Walter “Coco” Zeinal, que hoy vive en Miami. El empresario y político Edgardo Novick sostuvo que es “fácil ser rico en Uruguay”. Pero a continuación aclaró: “No es fácil llegar… pero no necesitás tanto dinero para las aspiraciones que tiene uno como uruguayo”. Otro empresario, que no se identificó, dijo a Amado que con U$S 5 millones se puede “consumir el máximo que el país” ofrece. “Tenés la mejor educación, la mejor salud, vas a los mejores lugares, tenés la mejor ropa, hacés los viajes que hay que hacer, tenés la casa que tenés que tener, veraneás en Punta del Este. (…) Si tenés 7, 70, 7.000, para adentro del Uruguay es lo mismo”.
Políticos y empresarios – Hay seis capítulos destinados a la relación entre los ricos y el poder político. ¿Cómo es la relación entre esas dos partes?
“Los ricos los conocen y son bien atendidos por ellos. Los presidentes los conocen y administran una relación que les puede ser funcional en cualquier momento. Es una relación de ida y vuelta”, escribió Amado en la introducción de uno de los capítulos. La mayoría de los empresarios consultados destacan la llegada que tienen con los presidentes, sin importar de qué partido sea quien gobierna. “Amistades con los presidentes de la República siempre, sí. Nos han dado un trato preferencial.
El propio Dr. Lacalle, con invitaciones a la Casa de Gobierno, vinculaciones personales. Incluso con el actual presidente Vázquez, iniciadas en las épocas en que él era presidente de Progreso y yo de Huracán Buceo”, recordó Atijas.
Luego, Amado aborda el financiamiento de las campañas electorales. Si bien los ingresos del sector público son los principales para los partidos, todos deben golpear a la puerta de los empresarios para que los ayuden con la larga competencia. Un empresario que prefirió no dar su nombre dijo: “Colaboro (con los partidos) y después tengo el teléfono para llamarlo.
Es lobby. Lo uso empresarialmente y en general todos hacen eso”. Orlando Dovat, de Zonamérica, afirmó que ha conversado un aspecto del que se habla poco con colegas: las posibles “represalias”, según explica Amado. “Yo pienso del lado del empresario y por lo hablado con muchos (hay) una cuota de temor si uno no da. Tampoco hago mención a que para conseguir una entrevista con un determinado gobernante es porque nosotros dimos dinero, no hay una reciprocidad en ese sentido y tampoco la reclamo, me parece perfecto. Esto es una cuestión de que en determinado momento piden y no tienen por qué retribuirme con nada porque sería medio delicado. Yo no siento que eso sea una inversión, (pero) siento que puede ser un riesgo no hacerlo”, explicó Dovat.
El empresario dijo que antes de las elecciones ve en la empresa cuánto piensa gastar en la campaña electoral. “Tratamos de aplicar una estrategia de igualdad para los partidos y solamente dar a los partidos y no a los grupos, si no, nos enloquecemos. (…) Nosotros hacemos tres o cuatro contribuciones, de acuerdo con el partido y el tamaño, y pedimos un documento de bono o contribución para que quede documentado”, explicó.
Campaña “rebarata” – López Mena, en tanto, dijo con ironía: “¡Me vino bien todo este descrédito que me hizo la prensa!”. El caso Pluna tuvo en el medio de la tormenta al empresario. “Esta temporada fue buena porque ¡cómo me tenían miedo los políticos! Tuve invitaciones para cenas de recaudación, pagué algunas mesas de todos los partidos, pero no fui nunca, porque dije: no quiero embromar ni a Lacalle Pou ni a Bordaberry ni a ninguno. No quería que se sintieran incómodos con mi presencia. ¡O sea que la última (campaña) me salió rebarata!”. El empresario dijo que las campañas en Uruguay son “muy caras”. Además recuerda que a Julio María Sanguinetti lo ayudó “mucho económicamente”. “Yo he traído a muchas empresas a invertir. He ayudado a todos”, añadió.
El pedido de dinero de los políticos es “inevitable”, dijo el arquitecto Ernesto Kimelman (vicepresidente del WTC Free Zone), cuya empresa colabora “en la medida de lo posible”. Entiende que es una “contribución a la democracia”. Al respecto, el dueño de una de las principales empresas constructoras del país, “Ramón C. Álvarez”, Eduardo Álvarez dijo: “Gracias a Dios tengo amigos en todos los partidos políticos. Creo que hay gente buena en todos los partidos. Entonces es una manera de contribuir a la democracia”. Bernardo “Coco” Leis, dueño de Redpagos, dijo que el 2014 fue un año “imponente” en cuanto a los pedidos de dinero. “Todo el mundo sabe que lo principal que entra en Redpagos es el Estado. Entonces los políticos son parte del Estado”.
El pedido es algo natural, agregó. “No podés evadir esa responsabilidad. Es una regla aceptada. No lo siento como una presión. También hubo un punto cuando empezaron a pedir por segunda o tercera vez, que les dije: ‘Loco, perdonen, pero no puedo más’, y me dijeron: ‘No, Coco, está todo bien’”. Amado consultó también al arquitecto Ricardo Weiss respecto a si hubo en el último año pedidos de dinero: “¡Sí! Internas, nacionales, departamentales… Montevideo, también Maldonado. En general, no decimos que no.
A veces decimos: ‘Dosificá un poco’. Porque son muchas elecciones, ¡es una cosa de locos!”.
Amado habló del tema con los ex presidentes José Mujica y Luis Alberto Lacalle. Mujica dijo que es “insoportable” el costo de las campañas. “¡Nos va a llevar a la ruina moralmente porque vamos a quedar atados de las bolas! ¡Porque no vamos a ir a pedir a doña María! Hay empresas que dan a todos. Le ponen un huevito a cada uno. Ahora, después, ¿cómo les parás el carro?”.
Lacalle, en tanto, recordó una frase de su abuelo, Luis Alberto de Herrera, que hablaba sobre las “favoritas del régimen”, como llamaba a las empresas que en el gobierno de Luis Batlle Berres “tenían banca en el gobierno”. “Y las favoritas del régimen ahora son increíbles: Montes del Plata, UPM, y la ley de exoneración de impuestos a las inversiones”.
Amado concluyó que la única manera de cambiar la existencia de “los favoritos del régimen” o las “empresas compañeras” es con un “sinceramiento del sistema político, que mire mucho más allá de la coyuntura y piense en sanear los procesos de financiamiento de las campañas para las próximas décadas”. “De lo contrario —añadió—, los representantes del pueblo sentirán el poder acotado, ya que la llamada del financista preocupado por un proyecto de ley, por una resolución o por algún proyecto de desarrollo para el país, llegará. Y que pesa, pesa”.
De Daniel Lema (http://www.busqueda.com.uy/)
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