Con puntualidad aceptable y a sala llena, se realizó el homenaje al medio siglo que va desde que salió la primera edición de LAS MILONGAS, a la que el mismo día se podía adquirir en el hall de la Sala Zitarrosa. Creo que esa debía ser la décima, pero tal vez me equivoque y fuera la undécima. El espectáculo fue conducido en por el Macu, con esa cosa sencilla y sentida que lo caracteriza, y presentación y cantores, fueron ágiles. Es la segunda vez en menos de un mes, que espero una maratón interminable y que me encuentro con un espectáculo que fluye sin tropiezos, y con un timming muy aceptable.
Para que ello suceda no hay otra forma que limitar el número de participantes, y de la misma manera que en el recital por Dino y por Dolores, fue larga la lista de los músicos que no pudieron actuar. Fue un encuentro de amigos para decirle salud al poeta, pero creo que no me equivoco si digo que también fue una forma de que el gran ausente, estuviera muy presente, a través de las versiones de sus musicalizaciones que varios de los músicos eligieron interpretar.
En este tiempo farragoso, donde no está quedando nada claro y el respeto por la cultura está en tela de juicio, y hasta parece que se puede legislar por encima de hasta ayer inalienables derechos, la noche fue una valiosa celebración. Larga vida a la poesía y al canto que la vuelve pájaro.
Víctor Cunha
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