Santiago Cortés, profesor de Literatura egresado del IPA, realizó estudios en la Facultad de Humanidades. Publicó dos libros: Música de Fantasmas (Integrarte, 2005, Paso de los Toros) y Once cuentos más (2011, edición del autor). – Epifanía y otras posibilidades es su tercer libro. El volumen recoge, además de los cuentos nuevos, una breve antología de los libros anteriores. De tal modo, es posible tener, en un solo libro, un buen panorama de la creación del autor. Epifanía y otras posibilidades tiene nueve cuentos, en los cuales es reconocible el mundo creado por Santiago en sus anteriores libros. Los cuentos de Santiago están ubicados en algún lugar del interior. Este escenario ya les proporciona a las situaciones algo de “provinciano”, casero y a pequeñas escala, entre la ridiculez y la parodia (con la que juega el autor), a los que se agrega una especie de inocencia que permite a los personajes emprender sus modestas pero agotadoras empresas.
Seres pocos importantes y conscientes de que lo son, pero muchos de ellos movidos por una fuerza interior que los empuja. La pasión por la música o los medios de comunicación, que los lleva a realizar lo más insignificantes (o insólitos) trabajos con retribuciones mínimas, que ya aparecía en los personajes de los libros anteriores, en éste, va siendo desplazada por una fuerza más espiritual, muy probablemente como forma de superar el individualismo y la soledad. Soledad, muchas veces mencionada, pero sin embargo, eludida una y otra vez, porque más fuerte parece ser la solidaridad, la empatía, el deseo de participar en un grupo o el deseo de compartir, la comunión con los demás.
En el primer cuento de este libro, que se desarrolla en un boliche, la voz que narra es la de un caballo. Esta perspectiva le da al texto un giro paródico o de humor que en cierto modo lo emparenta con los de Juceca. En “Y parece que se cuela, a veces, la poesía”, de ambiente prostibulario, el autor busca trascender la grosería cotidianeidad de las prostitutas con la búsqueda de una especie de paraíso y un comida compartida que tiene algo de una comunión. En otro cuento, “El mundo desde abajo”, relacionado con los “medios de comunicación”, un locutor recuerda el único momento que parece darle sentido heroico a su vida, a la que se agrega la necesidad de “formar parte”, de ayudar, y dichos “medios” como espacio y como posibilidad.
Hay tres cuentos en que se revela un elemento religioso o una búsqueda de tipo mística, a pesar de las situaciones y los personajes paródicos o profanos hasta la vulgaridad. Ellos son el ya citado “Y parece que se cuela a veces…”, “Coman todos” en el que la idea de la comunión es evidente, y “Epifanía”, que da nombre al libro, en el que esa búsqueda de lo trascendente se hace cosa concreta, en una ingeniosa y doméstica versión del actual colisionador de hadrones, buscando observar el bosón de Higgs.
“Una tromba”, para mi, uno de los mejores cuentos de Santiago, en el que un narrador entre irónico y culposo, narra los festejos de carnaval de un pueblito que trata de imitar las modas de la capital. “La repuesta perdida” y “La estatua muriente” (jugando este último título con la contradicción viviente – muriente) son cuentos con una acción mínima, lo que yo calificaría como cuentos líricos.
Cortos, con pocas acciones, diálogos bien escritos y un cierre muchas veces sorprendente, los cuentos de “Epifanía…” tienen, con los de los libros anteriores, nexos, a veces sutiles, otras, tan evidente como la aparición de algún personaje ya conocido. Pero lo que sin duda es más claro es el aire de familia de todos ellos, como que pertenecen al mismo mundo; un mundo – espejo del nuestro, al que el autor estudia, y sobre el que reflexiona con estupor y con simpatía. Y nos lleva a reflexionar también a nosotros.
María Stella Olivera Prietto
– 2017 – Ediciones de la Cátedra
(*) Recomendado por LIBRERÍA MADRID
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