“De repente uno tiene la palabra/pero no sabe qué sacar de ella….” fragmento. Eduardo Milán, del libro “Razón de amor y acto de fe”.
Agamenón Castrillón fue el verdadero padre de este Mojo en Solymar. Y madre y tía. En materia literaria, allí nos presentó vía cañón y laptop, una muestra de su último trabajo en proceso. Copiamos acá la introducción del mismo y un par de imágenes de ese trabajo.
Yo quería ser concretista pero, prejuiciosamente, no me animé porque mi práCtica pláStica es pésima. Después supe que la expresión no es sólo técnica y me animé con algún texto caligramático.
Ahora, encerrado en las celdas de excel empecé a cortar tejidos de alambre, cuadrados, cuadraditos y elaborar textos desde el formato (que no es la forma) que me propone la planilla electrónica. Desde esa estructura predeterminada, que está concebida para realizar cálculos (matemáticos, contables estadísticos, etc.) salgo a volar con letras, colores, números y cuadrículas por los espacios de la imaginación.
Poco me importa lo original, me preocupa lo auténtico. Esto no es carmina figurata, ni son caligramas, ni concretismo, ni neoconcretismo, ni poema-proceso..
Y es todo eso también, porque Apollinaire, Tablada, Cummings, Pound, Huidobro, Paz, Haroldo y Augusto de Campos, Ferreira Gullar, entre otros, son parte de mi pasado que dejo ausentes a la hora de crear y los tengo muy presentes en el momento de corregir.
También es un tributo al maestro Acuña de Figueroa, a Ernesto Cristiani, a Alfredo Mario Ferreriro, a Amanda Berenguer y a Clemente Padín que en estas tierras han hecho, concienzuda y corajudamente del poema, algo para ver.
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