ALEMANIA: Borrado de un poema y la opinión de Jorge Majfud

En medio del debate sobre el sexismo y el movimiento #MeToo, en Alemania el poema de un autor boliviano pintado en una fachada es considerado sexista y van a borrarlo. ¿Puritanismo llevado al límite?

«Avenida/ avenidas y flores/ flores/ flores y mujeres/ avenidas/ avenidas y mujeres/ avenidas y flores y mujeres y un admirador», reza el poema del escritor suizo de origen boliviano Eugen Gomringer inscrito en 2011 en la fachada de la universidad Alice Salomon, de Berlín.

Para la asociación de estudiantes de esa casa de estudios, esos versos reflejan «una imagen estereotipada de la mujer, impropia de un centro universitario moderno”. El consejo académico de la universidad decidió este 24 de enero que el poema, ganador del Premio de Poesía Alice Salomon, será borrado el próximo otoño boreal y sustituido por uno de la poetisa alemana Barbara Köhler, también ganadora de ese galardón.

Más información: Las críticas no se hicieron esperar: en un comunicado, recogido por el periódico Tagesspiegel, el autor calificó la medida de «incomprensible” e «irresponsable”. Más allá del círculo académico, el centro PEN Alemania instó al rectorado y a los estudiantes a conservar el poema, respetar «la libertad de la palabra poética” y evitar cualquier intento de silenciar o prohibir el arte.

¿Qué pasaría si a alguien se le ocurriese pintar en un mural los famosos versos, o aunque más no fuera el primer verso, del poema XV de Pablo Neruda: «Me gustas cuando callas porque estás como ausente”? ¿Estaríamos ante el mandato patriarcal y machista latinoamericano de que la mujer debería mantener la boca cerrada cuando «ellos” hablan? ¿O solo ante un poeta que captó la magia de un instante de silencio?

Sea como fuere, el llamado de la campaña #MeToo a denunciar actos de acoso y abuso sexual parece despertar una paranoia colectiva en la que es de temer que ni las bellas letras se salven. Por no mencionar las artes visuales, cuyo culto al cuerpo –tanto femenino como masculino, pero más al femenino, porque «vende”- es parte de la licencia artística y, por tanto, de la libertad de expresión.

La decisión de borrar los versos de Gomringer de la fachada de la Universidad, que imparte clases en las áreas de trabajo social, salud y educación, causa revuelo en Alemania. La ministra de Cultura, Monika Grütters (CDU), criticó severamente la medida: «La decisión del consejo académico de la Universidad Alice Salomon de borrar el poema de Gomringer es un acto alarmante de barbarie cultural”, dijo.

El poema, que recuerda por su estructura al haikú japonés, no es siquiera un poema erótico. Apenas enuncia una actitud contemplativa, tanto del paisaje como de las mujeres. Las mujeres son parte de ese paisaje. Y el poema forma parte del espacio público. Es allí donde –en medio del debate- se inscribe el rechazo manifestado: el espacio es de todos y nada allí debería, parecen querer decir los estudiantes y profesores, aludir a la mujer como «objeto de admiración masculina”: eso es lo que, según el consejo académico, se destila de los versos del poeta.

Claro que las expresiones culturales no están eximidas del rigor de la igualdad de género. En un mundo donde los hombres detentan -o han detentado- el poder a lo largo de milenios, es lógico que el producto de esas culturas esté ligado, e incluso subyugado, al mandato patriarcal. La voz de muchas poetisas solo surgió en América Latina, por ejemplo, gracias a la labor arriesgada de algunos editores. Gabriela Mistral, la primera mujer Nobel de Literatura en español, y Alfonsina Storni, que se enfrentó a los prejuicios hacia las mujeres, y muchas otras.

Ahora bien, aparte del más que necesario debate y de las denuncias sobre acoso y abuso contra las mujeres, con el borrado del poema de la fachada de una universidad no solo se están borrando unos versos. Se está borrando la posibilidad de ver la vida, en un lugar público, a través de los ojos de un poeta. Pero sobre todo, lo que alarma de esta decisión es que va más allá de la corrección política y se mete de lleno con el arte de la palabra.

Mantener un espacio público «limpio» de cualquier tipo de expresión cultural no fomenta justamente la tolerancia hacia la diversidad. Lo contrario, es decir, la representación en la calle de productos culturales de personas heterosexuales y LGTBI, de viejos y jóvenes de todos los países y de todas las religiones es lo que enriquece a una sociedad.

Como mínimo, sería de esperar que justamente ese consejo académico que ve mal que en los muros de su universidad se hable de la mujer como objeto de admiración, participara y alentara el debate público y abierto sobre el tema. También para terminar con expresiones que humillan día a día a las mujeres y fomentan su maltrato, como la publicidad barata, la pornografía, e incluso la imagen femenina que difunden partidos como la AfD. Y ojalá en sus aulas las profesoras ganen por su trabajo el mismo salario que sus colegas hombres. Cabe preguntarse si en Alemania el borrado de un poema como «Avenidas» hará que mejore la igualdad de derechos y el respeto hacia las mujeres. O si la toma de conciencia sobre la necesidad de debates de este tipo es lo que haría crecer a la sociedad alemana.

Autora: Cristina Papaleo (VT)

Foto 3: Eugen Gomringer

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Carta del profesor tacuaremboense en Facebook en relación al borrado del poema de Eugen Gomringer.

Estimados profesores de la Universidad Alice Salomon de Berlín:

Por este medio les solicito reconsiderar la decisión de borrar el poema de Eugen Gomringer grabado en uno de los edificios de su institución por incluir la palabra “admirador” la que, según sus estudiantes, denigra a la mujer. 
Admirar no puede ser una ofensa, al menos que el objeto o sujeto de admiración no sean las mujeres sino el odio, la opresión y el genocidio.

Este tipo de activismo denigra, trivializa y caricaturiza la heroica lucha de las mujeres y del feminismo a lo largo de la historia y en el presente. 
Las palabras no ofenden. Ofenden los hechos y las intenciones, y cualquier estudiante que entienda que el poeta quiso denigrar a las mujeres en este poema debería considerar abandonar la universidad y dedicarse a otra cosa. 

Por otra parte, la reciente ola de hipersensibilidad dialéctica en las universidades banaliza el trabajo intelectual. Es precisamente aquí donde debemos tener la entereza suficiente para lidiar y confrontar todo tipo de ideas, incluidas aquellas que nos repugnan. O renunciar a nuestro trabajo. Si alguien no puede ver sangre no debería aspirar a ser un cirujano.

Si las palabras y las ideas deben ser censuradas porque hieren algunas sensibilidades (imagínese qué deberíamos hacer con Shakespeare, Sartre, Gerda Wegener, Bukowski), es que no se ha entendido nada la misión central de las universidades –ni de la cultura ni de aquellas mujeres y hombres que, aunque no hayan pisado una universidad en sus vidas, han contribuido al progreso del conocimiento y la libertad a pesar de sufrir las diversas formas de la censura.
                        Atte,
                               JM.

Jorge Majfud Albernaz, nació en Tacuarembó (Uruguay) el 10 de setiembre de 1969. Se graduó en Arquitectura en la Universidad de la República de Uruguay en Montevideo, y se doctoró en Literatura Hispánica en la Universidad de Georgia en estados Unidos. Actualmente es profesor de Literatura latinoamericana y Estudios Internacionales en Jacksonville University (EE.UU). Colabora en numerosos periódicos y emisoras de radio a ambos lados del Atlántico así como diversas cadenas televisivas norteamericanas. Reside en Estados Unidos desde 2003.

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