Desde el comienzo puede decirse que «La casa muda» es una realización totalmente atípica en el quehacer audiovisual uruguayo. En primer lugar porque ya ha pasado a la historia como la primera película nacional que tuvo su ‘remake’ estadounidense; en segunda instancia porque también viene siendo el largometraje autóctono que más público ha llevado en Argentina y, finalmente, porque todo lo antes reseñado lo convierte en el filme más rentable de la cinematografía criolla, habida cuenta que su costo de producción no superó los ocho mil dólares.
Todo esto, por supuesto, es un repaso anecdótico contextual que, sin embargo, puede trazar estimulantes propuestas de diversificación en el panorama local a partir de un abordaje a películas de género y bajo presupuesto que parecen ir surgiendo tímidamente por estas latitudes. (De alguna manera, performances de esta índole, al igual que lo ocurrido con el clip «Ataque de pánico» de Federico Álvarez, abren impensadas oportunidades para los realizadores locales). En este caso, por ejemplo, los productores nativos (Tokio Film) en su momento decidieron no dilatar el rodaje y, sin ningún tipo de financiamiento estatal o subvención, asumieron los costos con ese básico capital de riesgo ya citado para lanzarse a la aventura. En teoría, los resultados inmediatos no podían haber sido más auspiciosos ya que, además de «proyectarse» en la ‘remake’ estadounidense («The silent house», dirigida por Chris Kentis a estrenarse luego de que la versión original haya realizado su periplo internacional), la producción de Hernández ya ha figurado en Cannes, obtenido una mención en el Festival de La Habana y se ha vendido a una treintena de países dentro de lo que parece ser el principio de una trayectoria bastante prometedora. Vale la pena subrayar estos datos y realizar, a la vez, algunas precisiones que podrían resultar interesantes para el público en general. Por un lado quizás no debería hablarse estrictamente de un filme de terror aunque la difusión proponga «miedo real en tiempo real» en base al supuesto rodaje en una toma. (En este sentido cabe decir que podría ajustarse más precisamente a la idea de trhiller psicológico, a la vez que ciertos detalles técnicos corroboren la necesidad de una mínima edición). El largometraje, además, se basa en un hecho real acaecido por el año 1944 cuando, en una vieja casona de campo (más concretamente en el poblado de Godoy, departamento de Tacuarembó), se encontraron los cadáveres de dos hombres que habían sido torturados, con terribles signos de mutilación. El caso nunca fue resuelto, quedó como un horroroso enigma de la crónica roja oriental y, en definitiva, pasó a ser la materia prima del libreto ideado por Oscar Estévez en coordinación con el director Gustavo Hernández. De esta manera, como pretexto para conformar una hipótesis sobre lo ocurrido, la trama se centra en la ajustada ficción de un par de personajes (padre e hija) que van a reacondicionar una alejada casa del Interior cuyo dueño la tiene prácticamente vendida. Un breve preámbulo con el propietario funciona como introducción a una pesadilla claustrofóbica que la lente registra con buen pulso hasta el desenlace que «explica» lo inexplicable proponiendo un sustancial giro a la historia con datos fabulados. Filmada en apenas cuatro días con una cámara liviana Canon 5D de Alta Resolución, la narración planteada se sostiene con buen nervio y otorga crédito a la pericia de Hernández en un trabajo casi artesanal que, sin embargo, da muestras de un apasionado profesionalismo y rigor técnico como para satisfacer a incondicionales y desconfiados. Más allá de todos los bombos y platillos señalados, puede decirse que esta correctísima «La casa muda» no es, obviamente, «la» película, ni lo pretende ser. Quizás señale posibles influencias estéticas de «Blair witch», «Rec» y/o «Actividad paranormal», entre otros títulos referentes, pero tiene lo suyo y lo sabe explotar. Parecería que el abanico temático del cine nacional ha comenzado a ampliarse. Ojalá que surjan más atendibles sorpresas como esta. Vale.
La casa muda. (Uruguay; 2010). Dirección Gustavo Hernández Pérez, guión Oscar Estévez, producción Gustavo Rojo, fotografía Pedro Luque, edición Gustavo Hernández, director de arte Federico Capra, música Hernán González. Con Abel Trinaldi, Florencia Colucci, María Salazar y Gustavo Alonso
Sé el primero en comentar