El 24 de marzo se realizó un nuevo seminario virtual organizado por la Universidad de la República (Udelar) para profundizar en el conocimiento de la actual crisis sanitaria. Participaron investigadoras de la Udelar y de la Universidad de Quilmes, con abordajes sobre la pandemia desde la virología, la ciencia de datos, la medicina comunitaria y la comunicación. El encuentro se transmitió por el canal de la Universidad en YouTube y por UNI Radio.
El evento se tituló «A un año de la pandemia: perspectivas y desafíos pendientes». Contó con la participación del rector de la Udelar Rodrigo Arim, quien agradeció el esfuerzo de todos los equipos de trabajo que realizaron varios seminarios de este tipo durante 2020 y comienzos de 2021 «en un contexto tan particular como el de la epidemia, que hoy se presenta tan complejo». Asimismo resaltó los aportes que la Udelar está haciendo al país para intentar contribuir a mitigar los efectos nocivos de la epidemia, no sólo desde el plano sanitario y biológico, sino también desde el área social.
El rector resaltó que la Udelar ha trabajado en este contexto para «pensar lo colectivo, lo comunitario, y contar una realidad de estas características que nos trasciende como individuos y nos obliga a tomar decisiones colectivas». Añadió que «es fundamental que esas decisiones se tomen de una manera informada, que apunte a abordar las desigualdades de manera sistemática y eficiente para promover el bienestar de toda la sociedad».
Variantes de preocupación o «pandemia dentro de la pandemia»
La presentación titulada «Variantes virales. Una pandemia dentro de la pandemia» estuvo cargo de Pilar Moreno, del Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias (Udelar) y del Laboratorio de Evolución Experimental de Virus (Institut Pasteur de Montevideo). Explicó que las variantes virales se generan cuando los virus tienen mutaciones genómicas que los diferencian de su linaje original, y que esas mutaciones se traducen en cambios en sus proteínas.
Los virus, y más aún los de tipo ARN, mutan por su naturaleza y sin ningún fin específico, indicó, y esos cambios le pueden generar ventajas o desventajas. Algunas mutaciones pueden causar un defecto al virus, hacer que no sea viable y se extinga; otras le permiten ingresar con más facilidad a las células, replicarse y transmitirse mejor, lo cual también está en su naturaleza.
Dentro del último grupo aparecen las variantes llamadas «de interés», son aquellas que según se ha observado, podrían afectar la eficacia de los tratamientos o de las vacunas, hacer al virus más transmisible o generar enfermedad más grave. Cuando hay evidencia científica y experimental de que existen cepas más transmisibles, que causan más muertes, o para las cuales los tratamientos son menos efectivos, se les llama «variantes de preocupación».
Respecto al SARS Cov-2, en este grupo se encuentran la variante británica (B117), la variante de Sudáfrica (B1951) y la variante de Brasil o Manaos (P.1). Moreno explicó que aunque hay otras, estas tres variantes de preocupación son las que están más caracterizadas por los científicos hasta ahora.
La investigadora recordó que la variante británica surgió en diciembre de 2020 en Inglaterra y hoy se sabe que circula en más de 90 países, entre ellos Brasil y Argentina. Se ha demostrado que es un 50% más infecciosa que otras y que también provoca una tasa de mortalidad mucho mayor. Asimismo, se ha descubierto que esta variante no repercute significativamente en la eficacia de las vacunas ni en la del plasma de pacientes convalecientes.
En el caso de la variante sudafricana, que también surgió en diciembre de 2020, se observa un impacto en estos aspectos. Actualmente hay 48 países donde se detecta su circulación, y al igual que la cepa británica es 50% más infecciosa que otras.
La variante P.1 es la de mayor interés ahora porque recientemente se detectó circulando en Uruguay. Moreno señaló que en Manaos el 75% de la población había sido infectada por la variante anterior, sin embargo, al ingresar la P.1 generó «una gran devastación y hubo un número enorme de infectados», indicó Moreno. Esto puso en evidencia su capacidad para invadir las células y anular la respuesta inmune generada en infecciones anteriores.
Esta variante, que se encuentra hoy en al menos 27 países, tiene mutaciones importantes a nivel de la proteína spike que se encuentra en la superficie del virus, una de las principales proteínas a las que se dirige nuestra respuesta inmune.
Sobre la P.1 se ha demostrado una transmisibilidad entre 1,4 y 2,5 veces mayor que en otras cepas. Esto provoca que rápidamente desplace a la variante que está circulando, señaló, ocurrió en Brasil y muy probablemente ocurra en nuestro país. Por el momento no se ha demostrado que aumente la severidad de la enfermedad, pero al aumentar el número de infectados se incrementa el número de cuadros graves y de personas en CTI, con riesgo de colapso del sistema de salud y aumento de las muertes, explicó.
Se ha visto que los anticuerpos generados por las vacunas neutralizan parcialmente a esta cepa, aunque la evidencia se ha obtenido hasta ahora únicamente in vitro (solo con anticuerpos) y no de ensayos clínicos, esto es relevante porque nuestra respuesta inmune abarca más que anticuerpos neutralizantes. El único ensayo clínico para P.1 se realizó con la vacuna de Jhonson y Jhonson, este demostró que tiene un 68% de eficacia contra esta cepa. Por otra parte, se encontró que esta variante reduce hasta en un 60% la eficacia del plasma de convalecientes, por lo que hace posible la reinfección.
Moreno explicó que la respuesta inmune que generan las vacunas siempre protege más que la que se genera por una infección. Agregó que actualmente se realizan estudios para determinar si esta cepa aumenta el rango de edades entre los infectados, y también la posibilidad de su propagación en animales.
Moreno resaltó la importancia de la vigilancia genómica en tiempo real como insumo para la toma de decisiones a nivel de salud pública. En este marco se generó un Grupo Interinstitucional de Trabajo de Vigilancia Genómica de SARS-CoV-2 integrado por más de 20 investigadores de la Udelar, Instituto Pasteur de Montevideo, así como personal de laboratorios del MSP y del Sanatorio Americano.
Los prestadores de salud envían sus muestras al laboratorio de diagnóstico de las instituciones que integran el grupo y las muestras son testeadas por técnicas de PCR. El grupo está testeando aproximadamente 150 muestras por semana de todos los laboratorios que participan. Entre el 15 y el 20 de marzo recibieron 175 muestras entre las cuales detectaron 24 (13%) con la variante P.1.
En cuanto a la distribución geográfica, estas pertenecían a los departamentos de Artigas, Salto, Río Negro, San José, Montevideo y Rocha. El 23 de marzo el grupo de secuenciación del Laboratorio del MSP detectó la presencia de P.1 en la ciudad de Rivera. Esto demuestra una circulación extendida de la variante en todo el territorio nacional sin que haya un nexo entre los casos, lo que revela claramente una circulación comunitaria del virus.
Datos para el futuro
Lorena Etcheverry, investigadora del Instituto de Computación (Facultad de Ingeniería, Udelar) e integrante del Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de Covid‑19 (GUIAD Covid‑19), se refirió al trabajo que realiza este equipo. Explicó que se puede pensar en los datos «como una representación de la realidad». El último año nos acostumbramos a ver diariamente los que difunde el Sistema Nacional de Emergencias respecto a los casos de la enfermedad en los distintos departamentos del país, ofreciendo así «una foto» de la situación, indicó.
Los integrantes del GUIAD vieron la necesidad de avanzar un poco más y hace un año comenzaron a recopilar los datos que se publican diariamente. Con ellos van generando una base de datos histórica que se publica en un formato de datos abiertos como planillas csv, explicó, y esto permite analizar algunos parámetros de la evolución de la pandemia en el país.
A partir de esa base el grupo genera gráficas y visualizaciones que ofrece en su sitio web, y que a la vez podría realizar «cualquiera que descargara estos datos», señaló. Más allá de observar el presente y la evolución histórica resulta «más tentador» intentar predecir el futuro; es así que entran en juego los distintos modelos matemáticos, que definió como «un conjunto de ecuaciones que pretenden reflejar el comportamiento de ciertos fenómenos».
A esta epidemia se puede aplicar un modelo ya conocido, basado en la caracterización de cuatro grupos en una población que se distinguen como Susceptible-Expuesto-Infectado-Recuperado (SEIR).
Etcheverry indicó que durante el último año el GUIAD ha trabajado mucho sobre los modelos de este tipo, desde su primer reporte publicado en marzo de 2020. Los investigadores observaron rápidamente la necesidad de contar con otro tipo de datos para poder hacer que estos modelos fueran eficientes y precisos. Como ejemplo mencionó datos sobre el comportamiento, la movilidad o rasgos culturales de los uruguayos en diferentes lugares del país.
Explicó que por distintas causas el grupo no ha podido acceder a todos los datos necesarios para ajustar los parámetros que se deben utilizar; solamente utiliza datos públicos, como los que se colectan a través de Google y los existentes en otras bases de datos internacionales.
Entre los desafíos y reflexiones para el trabajo del grupo en adelante, señaló tres puntos principales. En primer lugar, es deseable que las organizaciones jerarquicen los datos y no solo los manejen como un mero registro, señaló, de modo que trasciendan y se usen tanto para monitorear situaciones como esta epidemia, como para generar políticas públicas adecuadas, para detectar eventos o poblaciones que requieren políticas específicas y para brindar transparencia a los procesos.
Mencionó el concepto de alfabetización en datos, un conjunto de buenas prácticas que refieren a esos procesos en organizaciones y también a acciones para que la población general sea capaz de comprender datos y gráficas, de apropiarse de esa información.
Otro de los desafíos que planteó Etcheverry se ubica en la discusión entre el acceso a datos y la privacidad de las personas. A este dilema se enfrentó el GUIAD cuando necesitó ajustar los modelos matemáticos de estudio de la epidemia, pues algunos datos podrían pensarse como violatorios de la privacidad de las personas, como por ejemplo fechas de confirmación de diagnóstico o fechas de internación.
El desafío está «en generar plataformas de intercambio, integración y análisis de datos» en las que las organizaciones cooperen, que tengan en cuenta los aspectos de la privacidad al tiempo que puedan ser utilizados para obtener información útil. Durante el último año se avanzó un poco, pero aún «tenemos mucho camino para recorrer», lamentó. No obstante, opinó que la pandemia plantea una oportunidad para avanzar en este aspecto.
También se refirió a la calidad de los datos, un tema recurrente que las organizaciones deberían considerar más seriamente porque es beneficioso para su propio provecho. Respecto al sesgo que pueden tener los datos, explicó que se ve influido por el momento o la forma en que se recolectan, o los procedimientos que se llevan a cabo con ellos. Cuanta más información hay y cuanto más precisa es, mejor se pueden abordar situaciones como las que genera esta pandemia; en tanto no parece terminar, los desafíos por delante en este sentido son muchos, concluyó.
Un enfoque comunitario
Jaqueline Ponzo, del Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria de la Facultad de Medicina (Udelar) aportó una perspectiva comunitaria sobre esta temática. A partir del Informe Epidemiológico del MSP con datos actualizados al 10 de marzo de 2021, destacó «la magnitud del ámbito comunitario»: en ese momento había 66.484 casos acumulados, de los cuales el 96% fueron de manejo totalmente ambulatorio, y solamente 4% requirió algún tipo de cuidado hospitalario (3% en áreas de cuidados moderados y 1% en cuidados intensivos).
Asimismo, reflexionó sobre la producción de la enfermedad desde la Epidemiología Crítica, cuyo modelo de la determinación social de la salud establece niveles jerárquicos de determinación en un proceso continuo de producción y reproducción de salud y enfermedad: desde un nivel que abarca el ámbito del individuo, donde hay una autonomía relativa en la toma de decisiones, al ámbito particular pautado por los modos de vida de los grupos sociales, hasta un ámbito general marcado por las condiciones de vida que establece un sistema político, económico, normativo y de derechos.
En esa complejidad sería deseable que se acompasara la producción de los datos, indicó, muchas veces los datos son despojados de elementos de estos procesos, «por tanto permiten construir una representación limitada para la comprensión que buscamos y mucho más para las proyecciones o pronósticos que deseamos hacer», explicó.
Ponzo destacó el componente comunitario del sistema de salud y los atributos que debería tener: ser accesible, longitudinal, integral, y continuo, con un enfoque familiar, una orientación comunitaria y una idoneidad cultural. Indicó que si bien el Sistema Nacional Integrado de Salud en Uruguay está fundado en la atención primaria de salud, no se ha logrado aún generalizar esas características en este nivel en el ámbito comunitario.
No obstante, destacó que está presente en los espacios de la Facultad de Medicina que se desarrollan en el primer nivel de atención, en las Unidades docente-asistenciales que están extendidas en gran parte del territorio y que permiten contactar con la complejidad de los procesos de producción de la enfermedad y de la salud.
Respecto a cómo se producen los datos, señaló que deben ser integrados en esa práctica clínica comunitaria mientras se realiza la asistencia y comunicación con la población, ya sea por un evento de enfermedad o un cuidado de la salud. Allí participa un componente de observación y reflexión que se suma a la práctica clínica convencional, y es fundamental la coordinación interinstitucional para lograr, en un territorio dado, la mirada conjunta de distintos prestadores del sistema de salud que son responsables de una misma población.
En este sentido, Ponzo enfatizó la necesidad de tener soportes que no existen para este tipo de práctica epidemiológica en forma sistematizada y tampoco han sido diseñados específicamente en relación a la pandemia, sólo se han generado soportes en forma artesanal.
Añadió que desde el GUIAD Covid‑19 se planteó el diseño de un formulario epidemiológico, que idealmente debiera tener un soporte informático y una vinculación con la Historia Clínica Electrónica Nacional, que permita el registro en continuidad de las personas a lo largo y ancho del sistema de salud y abarque un panel comunitario con un subpanel domiciliario y otro de contactos, uno hospitalario con un subpanel de cuidados intensivos, otro panel de laboratorio con un subpanel de secuenciación, y un panel de modelado de datos y epidemiológico.
Percepción del riesgo, polarización y mensajes
Natalia Aruguete, investigadora del CONICET, la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Austral, explicó que junto a su equipo realizaron un estudio para conocer qué reacciones frente a la pandemia expresan las personas con diferentes tipos de encuadres de información en redes sociales en Argentina, México y Brasil. Realizaron encuestas de unos 30 minutos a paneles aleatorios representativos en Argentina, Brasil y México entre finales de marzo y principios de mayo de 2020.
La investigadora explicó que trabajaron sobre los encuadres del riesgo porque entienden que la pandemia no ha sido unidimensional en la percepción pública, ni en la percepción de la agenda política por las diferentes decisiones que los gobiernos han tomado. Agregó que hubo una disputa respecto a dos ejes alrededor del riesgo: el económico y el sanitario. «Estos dos encuadres han estado en competencia y se han logrado instalar a partir de ciertas identidades políticas por parte de la ciudadanía», señaló.
También afirmó que la identidad partidaria es uno de los principales predictores para las respuestas de los encuestados, y esto está relacionado con una polarización que se distancia de lo política ideológico y es más bien afectiva, porque no se explica en términos racionales sino «por aquello que disgusta o no del otro».
A los encuestados se les preguntó sobre su adscripción política y también sobre qué probabilidad encontraban de que su salud se viera afectada por la pandemia, qué probabilidad percibían de perder su trabajo y qué tan apropiado o desapropiado encontraban la respuesta a la emergencia sanitaria que había tenido el gobierno en sus países.
En el caso de Argentina, realizaron un panel aleatorio de 2400 encuestados y observaron que los votantes del actual presidente Alberto Fernández, presentaban una mayor percepción de riesgo sanitario y al mismo tiempo una percepción negativa del riesgo económico de esta pandemia. Además tenían una percepción positiva respecto a la respuesta del gobierno a la emergencia sanitaria.
Mientras que los encuestados que se identificaban con el principal partido opositor Juntos por el Cambio, manifestaron que despreciaron el riesgo sanitario que traería la pandemia. Independientemente de su situación personal, creían de manera casi excluyente que la pandemia traería una crisis económica muy grande y también desaprobaban muy fuertemente las medidas del gobierno. «Está en espejo la percepción de riesgo que tienen los votantes oficialistas y opositores», indicó.
Señaló que las expresiones que brindaron los líderes políticos también influyeron fuertemente en la percepción de riesgo que tenía la gente. Observaron que en Brasil, donde había mucha más polarización que en Argentina, las declaraciones de Bolsonaro generaron mayor percepción de riesgo tanto económico como sanitario entre sus votantes opositores, y en el momento en que da su primer discurso relativo al Covid-19 y lo define como «un pequeño resfriado», la percepción de riesgo sanitario en los votantes independientes y opositores aumentó en un 40%.
«El tipo de mensaje y el tipo de coherencia entre los dirigentes y funcionarios nacionales y estaduales también influyó en el comportamiento de la gente».
Asimismo, explicó el experimento realizado sobre la activación de encuadres en redes sociales. Seleccionaron 144 tweets apareados; el encuestado se encontraba con dos posibles y alrededor de ellos se les preguntaba cuál de esos tweets creía menos probable encontrar en su muro, -es decir cuál compartirían menos sus pares en redes sociales- y cuál de esos es el que menos probabilidad tenía de compartir en su red social.
«Esta última pregunta da cuenta de las perturbaciones ideológicas que nos generan determinados mensajes y qué nos generan determinados encuadres», apuntó. Explicó que las diferencias partidarias tienen influencia en la elección de los tweets por parte de los encuestados y también los distintos elementos de encuadre: autor del tweet, el mensaje lingüístico-verbal, las posibles imágenes y los apoyos (me gusta y retweets).
Puso como ejemplo una foto que mostraba consenso interpartidario entre el presidente Alberto Fernández junto a Horacio Rodríguez Larreta (jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y uno de los principales líderes de la oposición) y Axel Kicillof (gobernador de la provincia de Buenos Aires).
Mostraba cierto mensaje de mancomunión, de salida consensuada e interpartidaria y encuadre de responsabilidad del gobierno y mostró más aceptación entre los votantes del oficialismo que entre los votantes de la oposición. Incluso el tweet con esta foto tuvo mayor aprobación que otro con una foto del presidente junto a la vicepresidenta Cristina Fernández.
Por otro lado, comentó que otro tweet cuyo texto lingüístico tenía un ataque a Mauricio Macri y lo responsabilizaba por la crisis sanitaria, despertó un profundo rechazo por todos los encuestados, mucho más por los encuestados identificados con el Macrismo.
- De Portal UDELAR
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