Se cumplió un año del asesinato de la activista indígena y ambientalista Berta Cáceres, y los autores intelectuales del crimen todavía no fueron identificados. En la madrugada del 3 de marzo de 2016, Cáceres murió luego de ser baleada en su casa, donde también fue herido el ambientalista mexicano Gustavo Castro. Durante años había liderado la lucha contra la construcción de la represa hidroeléctrica del proyecto Agua Zarca en la comunidad de Río Blanco, y por su militancia recibió el Premio Goldman, conocido como el Nobel del medioambiente. Pero su lucha también le valió amenazas contra ella y su familia.
“A un año de su siembra, todavía las autoridades de Honduras pretenden justificar su ineficacia para atrapar a quienes mandaron, desde sus cómodos puestos, a asesinar a Berta Cáceres”, y lo hacen llevando a tribunales a “cuatro jóvenes sicarios y tres intermediarios, entre estos y quienes les pagaron”, manifestó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras del cual ella era líder. El consejo agregó que “este caso está siendo manipulado desde altas esferas” y que “todo lo que rodea a la investigación apunta a la impunidad”.
Otra organización militante por los derechos humanos, el Centro por la Justicia y Derecho Internacional, cuestionó la falta de transparencia en el proceso judicial, en perjuicio del derecho de las víctimas a participar en esas instancias. También criticó que no está claro qué papel cumplieron en el crimen los sospechosos que fueron imputados, y que no se conocen los autores intelectuales del asesinato. Recientemente, también Amnistía Internacional denunció “la vergonzosa ausencia de una investigación efectiva para hallar a quienes ordenaron el brutal homicidio” de Berta Cáceres, y dijo que esto “envía un aterrador mensaje a los cientos de personas que se atreven a manifestarse contra los poderosos”.
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