BRASIL Y EL ASESINATO DE NIÑOS

Mientras disminuye la mortalidad infantil y entre los más ancianos aumenta la esperanza de vida, Brasil afronta una contradicción de la que no puede culparse al sistema de salud. Se trata de la «epidemia» de asesinatos de niños, niñas y adolescentes. Las conclusiones sobre esta cruda realidad aparecen en el capítulo «Niños y adolescentes» del «Mapa de la violencia 2012», realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y por el Centro Brasileño de Estudios Latinoamericanos. La investigación, coordinada por el sociólogo argentino Julio Jacobo Waiselfisz, del área de Estudios sobre la Violencia de la Flacso, indica que las probabilidades de muerte violenta para los brasileños menores de 19 años son cada vez mayores.

El índice de homicidios a esa edad en Brasil saltó de 3,1 por cada 100.000 habitantes en 1980, a 7,7 en 1990, a 11,9 en 2000 y a 13,8 en 2010.

En solo 30 años, aumentó 346,4 %. Los investigadores tomaron como base lo que llaman «un iceberg de las violencias»: las registradas por los certificados de defunción del Sistema Único de Salud, que suman 8.686 niños, niñas y adolescentes asesinados en 2010. La «epidemia», considerada así cuando el índice supera los 10 asesinatos cada 100.000 personas, mató a 176.044 menores de 19 años desde 1981. Irónicamente, este aumento de muertes violentas de niños y adolescentes se produce en medio del optimismo de las autoridades ante la caída de la mortalidad infantil casi a la mitad entre 2000 y 2010, pasando de 29,7 a 15,6 casos por cada 1.000 nacidos, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

En el mismo sentido se percibe el aumento de la esperanza de vida de los brasileños en general, que en 2010 se ubicó en 73,5 años, 10 años y 11 meses más que tres décadas atrás. «Detectamos un hecho altamente preocupante: las ‘causas externas’ crecen, a contramano de las denominadas ‘causas naturales’, que caen de forma continua y acentuada en las tres últimas décadas», indica en el estudio. «Aumentan fundamentalmente por la escalada de un flagelo que se transformó a lo largo de los años en la fuente de la mayor letalidad de niños y adolescentes (.) y también de jóvenes, como son los homicidios.

Esto ocurre en una escala que debemos considerar totalmente inaceptable», enfatiza el documento.

Brasil ocupa hoy la cuarta posición mundial en la escala de mayor a menor de cantidad de muertes por homicidio de niños, niñas y adolescentes entre 92 países analizados, con indicadores que son entre 50 y 150 veces superiores a lo de países como Gran Bretaña, Portugal, España, Irlanda, Italia. «Vivimos en una cultura de violencia donde ser violento llama la atención en una sociedad profundamente machista, basada en símbolos, marcas y poder», analizó en diálogo con IPS la socióloga Miriam Abramovay, coordinadora del área de Juventud y Políticas Públicas, de la Flacso.

Abramovay señaló que esa cultura se revela en entrevistas que realizaron a jóvenes sobre temas como pandillas juveniles y violencia escolar, «donde se ve ese discurso de la violencia y el espectáculo» y las armas «tienen un significado simbólico muy importante, porque muestran fuerza y poder». Son varias las causas de la violencia entre niños y jóvenes, entre las que se cuentan el narcotráfico, el consumo de drogas y la acción ilegal de la policía, aseguró la experta.

Por Fabiana Frayssinet (IPS)

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