Luego de conocerse el triste final de la adolescente Valentina Ferraz Ferreira, de quien no se supo de ella durante 1 mes, realizadas las primeras declaraciones de la policía y la justicia, una semana después de que se realizara la manifestación social en la cual se expresaba la preocupación de la familia y la sociedad por no saber de su paradero, se desarrolló una marcha convocada por la organizaciones sociales y la Intersocial de Tacuarembó, bajo la consigna “Seguridad, justicia y repuestas. No nos callamos más”.
La movilización consistió en la concentración en 18 de Julio y Abdo, frente a Fiscalía, se marchó por la calle 18 de Julio hasta el Joaquín Suárez, frente al Juzgado y a Jefatura de Policía, donde se reclamó Justicia, se brindó un aplauso respetuoso y posterior minuto de silencio.
Parte de la familia de Valentina estuvo presente en esta marcha, amigos, amigas y allegados, quienes recibieron el abrazo de muchos de los presentes.
Su madre Denise y su abuelo realizaron el trayecto abrazados, “el abrazo del dolor”, en cada paso lento y cansino expresaron la tristeza que viven. Fueron muchos días de búsqueda y la conmoción del más triste de los finales. El sepelio de Valentina se realizó en San Gregorio de Polanco y allí yacen sus restos, en el cementerio local.
Esta marcha significó acompañar el dolor de esa familia, el expresarse contra esta cruel realidad que no nos puede ser indiferente. Esta instancia fue diferente a la que se realizó antes de conocerse parte ocurrido, el número de personas presentes en la marcha era menor, pero tal vez es lo menos significativo sino que no estaban muchas de las personas que la convocaron integrantes de sindicatos y organizaciones sociales.
No era una expresión política, claramente, pero quienes muchas veces se expresan en este ámbito ante estos hechos tampoco estaban. Tampoco quienes desde la cultura y lo social emiten mensajes de empatía, solidaridad y la búsqueda de la justicia. La empatía no se dice, se hace. Los discursos quedan como palabra en el viento sino van acompañadas de las acciones.
Nada va a cambiar la realidad de esta madre que no volverá a ver a su hija, esta hija que no volverá, pero parece que la sociedad quiere seguir mirando para el costado, con ese “a mí no me va a pasar”. Ojalá ninguna familia tenga que atravesar por estas situaciones nunca más, ojalá no tengamos que llorar a más Valentinas”
- Por Giovanna Farías – Portal APU
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