Juez Letrado: En Caraguatá se comentaba en tono jocoso que una vez el Juez de Tacuarembó, concurrió a la Comisaría de la 8ª por un hecho de sangre ocurrido allí. Instalado en la oficina y frente al preso, el Juez le solicita al Escribiente que se preparase a los fines requeridos; el Escribiente que era escaso en plumas, como pájaro recién nacido, lejos de amilanarse, salió del apuro diciendo, al tiempo en que se tocaba los bolsillos de su chaqueta: “me olvidé de los lentes, desempéñeme, Sr. Oficial…”
Juez Letrado: Sentado en una mesa de una confitería de la Plaza 19 de Abril de Tacuarembó, el Juez le comentaba a otra persona respecto a los hechos de sangre ocurridos en la 8ª. Cerca, sólo en otra mesa, Paulito Lotito oía la conversación sin perderse una palabra de lo que hablaban. En su momento dado, el Juez poniendo más énfasis en sus palabras, agrega:
– “Y lo curioso que las muertes en la octava son todas en defensa propia, deber de ser gente muy bruta” –
En ese instante Paulito le sale al paso, diciendo – “¡al contrario! De vergüenza… Porque allá; a una palabra ofensiva, la contestación era una bala.
-Ah! Usted es de la octava señor.
– Si señor y a mucho honra. Contestó Paulito, haciendo que el Juez Letrado caminara más despacio cuando pisara terrenos de Caraguatá.
César Pereda: era un blanco radical intransigente. Aunque cuando se ponía meditativo, siempre decía: “las cosas son como son y no como debían de ser”. Parecería poder entresacarse de esa frase a un hombre dispuesto a tomase la vida tal como viene; es decir con mayor flexibilidad. Pero el enfoque no andaba para lo partidario; sabido es que los blancos radicales, con los hechos de 1935; dejan la escena política.
Don Pablo G. Ríos, diputado nacionalista por Tacuarembó, y amigo personal de César desde la juventud; fue a visitarlo en su estancia en la Coronilla. Cuando Ríos iba llegando, ya César lo esperaba en la portera del guardapatios; en las primeras palabras del apretado abrazo; Ríos le dice:
– ¿Qué has hecho de tu vida César?
– Acá estoy, siempre igual con las dos cosas que me enseñaste: a tomar caña y a ser blanco radical.
Puedo asegurarles que la conversación fue de lo más amena, de todos se hablaron, menos de política.
A Juca Leal le querían cobrar una deuda que ya había sido paga, pero como el asunto era con “aves negra” le hicieron un juicio al popular tío Juca por cobros de pesos. Alguien amigo, lo aconsejó “mirá que es feo para ti; pagá por que de todos modos tu no podés probar que ya pagaste y así evitas gastos y malos ratos”. – “Nau pago nada, eu ya paguei” decía el tío Juca.
En suma, perdió el pleito y le tiraron con todo lo que manda el código; tuvo que pagar, daños y perjuicios además de la deuda. El Juez le sacó en ganado todo el importe… pero el tío Juca era como el gato, tenía un salto más y es así que por la noche, robó el ganado de la incautación, y como aún no había sido contramarcado, nada pudieron hacer contra Juca, que ganó en su ley…
Braudilio Coitiño era un colorado batllista como hay pocos, siempre trabajó por su divisa, sin que nunca le diera nada; como era de estilo él era de ley y a ese complejo emocional de ideas y divisas siempre le dijo presente. Cuando se peleaban entre ellos, las figuras de su partido, tanto a nivel departamental como nacional; nunca faltaba algún jorobón para decirle “y Braudilio, ¿qué me decís de tu gente”. Entonces decía: “¡qué pescado che! Son coimas más repartidas”.
Don Juan González decía: “el sueño es el órgano principal del cuerpo humano”. Palabras más palabras menos el hombre estaba en lo cierto. Porque es verdad.
Don Alejandro Gamio cuando le compraba algo a colegas decía “diga cuanto pide, porque cuanto vale yo se”. No era fácil cobrarle mal al avezado comerciante.
(*) De Leopoldo Romero
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