AFGANISTÁN: Entre la huida y el medioevo

Por Esteban Valenti (*)

Los talibanes, los estudiantes de la religión islámica, en su versión más fanática, patrocinados por Pakistán, Arabia Saudita, Qatar, y otras naciones menos visibles, acaban de derrotar de manera aplastante, en 10 días de ofensiva, a las tropas oficiales y a los que quedaban de los EE.UU y de la OTAN. Tomaron Kabul y controlan todo el territorio de Afganistán. Por ahora solo funciona el aeropuerto fuera de su control, con 7.000 soldados norteamericanos.

La guerra duró 20 años, fue más larga que la invasión y la guerra de Vietnam, Camboya y Laos y sin siquiera su épica. En el sudeste asiático fueron derrotados por una fuerza unificada, comandada por uno de los más destacados estrategas militares el general  Võ Nguyên Giáp y un líder político excepcional Ho Chi Ming, de Kabul salieron huyendo organizadamente dejando atrás a sus aliados para que se salven como puedan. Y su principal aliado y siervo, el presidente títere, Ashraf Ghani Ahmadzai, huyó valientemente sin siquiera defender la capital. Esos son los “productos” que fabrican los EE.UU.

Vietnam inició de forma unificado un proceso de normalización y de paz, que le ha permitido alcanzar niveles de crecimiento económico y desarrollo de los más destacados del mundo. Afganistán retrocederá hacia la edad media.

Estados Unidos gastó en Afganistán, en estos 20 años y solo en el sector militar propio y sin contar lo que aportaron los otros 31 países aliados que se sumaron a la aventura, la friolera de 760.000 millones de dólares, según el Departamento de Estado y según otros analistas un millón de millones de dólares. Un promedio anual de 50.000 millones de dólares, el equivalente a todo el PBI de Uruguay. ¡Por año!

Joe Biden, el nuevo presidente de los EE.UU. aprovechando a su enemigo Trump, huyó con sus tropas de Afganistán y dio una argumentación de las más miserables que se conocen: ”para que vamos a lucha en un país donde sus soldados no quieren luchar por su tierra”. ¿Y para averiguar eso estuvieron 20 años, causaron más de 100 mil muertos y nos llenaron de películas y mentiras a todo el resto del mundo y hasta traicionaron a sus propios aliados en Afganistán y en la Nato?

«Cada diez años más o menos, Estados Unidos tiene que coger algún pequeño país de mierda y lanzarlo contra la pared, sólo para mostrar al mundo que vamos en serio», escribió Jonah  Goldberg, citando a Michael  Ledeen, sintetizando un aspecto fundamental de la política exterior norteamericana.

Pues todos esperamos la réplica del Goldberg: “cada 20 años los Estados Unidos reciben una patada en el culo y huyen despavoridos, traicionando a sus aliados locales y a los 31 países que lo apoyaron con tropas y muertos de un pequeño país en las antípodas del mundo ”

No se preocupen, estos dos mercenarios de la pluma no lo escribirán, guardarán silencio sobre como unos pobres aldeanos, de tribus y poblados enfrentados entre sí, armados de fusiles de asalto AK, antitanques RPG7, morteros y cañones de medio calibre, encerraron las supuestas mejores tropas del mundo en sus bases, protegidos por las más sofisticadas armas del planeta: aviones, drones, vigilancia por satélites, artillería y bombas inteligentes, una nube de helicópteros y las tropas de elites más filmadas de la historia y en diez días de ofensiva los derrotaron en toda la línea.

Desde Bush, pasando por Obama, luego por el demente de Trump, que Biden utilizó para lavarse las manos, los norteamericanos nos han dado una de las muestras más inigualables de su poca confiabilidad, de su ferocidad cuando pueden y los dejan y de como un imperio es derrotado y puesto al desnudo ante el resto del mundo.

Los aliados de los EE.UU. deberían tomar buena nota de esta lección y comenzar a trazar una política exterior más realista y adecuada al sonido a tacho hueco del poderío militar norteamericano.

El “gran triunfo” norteamericano y de los intelectuales belicistas y al borde del fascismo en los EE.UU. es que llevaron la democracia a Afganistán y combatieron la producción de opio. Cuanto descaro.

Los talibanes harán retroceder el país al medioevo nuevamente, pero serán más feroces y vengativos con los siervos de los norteamericanos y con las poblaciones que no se sometan a su visión fanática del islam y de la democracia construida sobre las bayonetas, no quedará ni el más vago recuerdo. Y con las mujeres que ya están buscando casa por casa para castigarlas, si estudiaron o fueron activistas.

En cuanto a la batalla contra la producción del opio, cuando Estados Unidos y la OTAN invadieron Afganistán, en octubre de 2001, las amapolas crecían en no más de 74.000 hectáreas. Las nuevas cifras muestran que la producción se ha incrementado hasta cuatro veces en estos 15 años: ahora hay unas 328.000 hectáreas dedicadas a este cultivo en todo el país y la producción se estima en 6.300 toneladas. Otro gran triunfo norteamericano.

Desde hace una década, EEUU ha sufrido una avalancha de opio y opiáceos, que ha multiplicado por siete el número de muertes que causa por sobredosis en la última década. Hoy hay un millón de heroinómanos en EEUU, y la cifra crece a un 17% anual. En 2007 murieron 2.000 personas por sobredosis de heroína. En 2017, 15.958.

La venganza de los productores de heroína. Los atentados del 11 de septiembre de 2001,  fueron una serie de cuatro atentados terroristas suicidas cometidos la mañana del martes 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos causaron la muerte de 2.996 personas. Comparen las cifras de las muertes por consumo de opio, son 6 veces superiores.

El objetivo cardinal de las invasiones de EE.UU. en Medio Oriente y Afganistán, estaba destinada a derrotar el terrorismo ¿cómo es posible que, en junio de 2014, un grupo antes desconocido que se autodenominaba «Estado Islámico» (Daesh- ISIS), consiguiera florecer, ocupar y usurpar enormes extensiones de territorios y recursos iraquíes y sirios bajo la atenta mirada del ejército estadounidense y de Israel?

Hoy menos que nunca los EE.UU. no tienen una doctrina política-militar con un mínimo de coherencia y credibilidad. Juegan a los manotones y a lavarse las manos y por más sumisos que sean sus aliados de la NATO deberían tener la decencia de tomar en cuenta esta nueva realidad que se ha construido hace años por parte de la Casa Blanca. Están a la deriva.

La frase de Joe Biden al asistir a la 47ª Cumbre del G7 en Cornualles (Gran Bretaña):«América ha vuelto», frase que repitió varias veces en su discurso ante la Conferencia de Seguridad de Múnich el 19 de febrero del 2021.  ¿De dónde ha vuelto? ¿De la soberbia nacionalista fanática de Trump, del “América Primero” o del desastre de 20 años de una guerra que ha perdido en toda la línea, o de su intento de tratar de liderar al mundo occidental en materia de papelones?

¿Qué credibilidad puede tener un país y sus líderes que han demostrado una colección de derrotas políticas y militares de esa magnitud?

  • UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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(*) Esteban Valenti – Periodista, escritor, director de Bitácora (bitacora.com.uy) y Uypress (uypress.net), columnista de Wall Street Internacional Magazine  (wsimag.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias). Uruguay.

 

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