Chávez obtuvo 8 millones de votos, y el 54% del total de los votantes en su cuarta elección presidencial y luego de una campaña donde toda la oposición – que iba desde la derecha más rancia hasta el centro y sectores de centroizquierda – logró acumular detrás del candidato Enrique Capriles diez puntos menos que el ganador. La campaña de Capriles fue intensa, recorrió 300 ciudades y pueblos, dispuso de amplios recursos económicos y de decenas de miles de entusiastas seguidores dentro y fuera de Venezuela que lo siguieron y apoyaron. Comenzó con una desventaja en las encuestas de entre 13 y 16 puntos y en algún momento se llegó a hablar de un empate técnico. Las urnas fueron implacables: más de 80% de participación, un record histórico y 10 puntos de ventaja para Chávez.
14 años de gobierno son una prueba muy dura, desgastan a cualquiera. Es posible que para muchos observadores extranjeros, con otras visiones constitucionales, un cuarto mandato parezca excesivo, pero en definitiva el ordenamiento constitucional venezolano es el resultado de la libre decisión de su pueblo, cuando aprobó y cuando rechazó las propuestas del chavismo, por lo tanto nadie puede decir que en Venezuela no funcionan los mecanismos institucionales democráticos. Incluso el propio sistema electoral electrónico, que en varias emisiones internacionales era mencionado con cierta sorna, tiene controles infranqueables. Es bueno conocerlo: Primero se identifica al votante mediante su huella dactilar a través de un sistema electrónico, luego el ciudadano pasa a una cabina con una pantalla táctil con las diferentes opciones, oprime la que apoya y el sistema le da una papeleta que introduce en una urna, por lo tanto existe una constancia física del voto para cotejar mesa por mesa con el resultado electrónico. Posteriormente firma en la planilla de votación y para completar el ciclo se le marca con tinta indeleble el dedo para que no pueda intentar votar una segunda vez. Más control imposible.
Los resultados se conocieron dos horas y media luego de cerrados las últimas mesas con el recuento del 90% de los votantes. Comparemos y nos daremos cuenta que el sistema permite todos los controles necesarios. Ambos candidatos, Chávez y Capriles declararon previamente que aceptarían los resultados y con rapidez el propio Capriles cumplió su promesa con una actitud que lo enaltece. Las tentaciones de sembrar dudas para enervar a los propios partidarios y dar vías de escape a las frustraciones, son siempre muy grandes y peligrosas. Las elecciones y el proceso electoral fue algo limpio, combatido y combativo. Cada uno expuso con mucha fuerza su modelo, su proyecto, sus ideas. Y ganó nuevamente Chávez. Algo tiene que haber hecho bien.
Hugo Chávez es el presidente de América Latina -y posiblemente del planeta- más observado, más criticado, más atacado. Muchas veces por su estilo, porque ha hecho de la contradicción con sus enemigos y adversarios internos y externos un estilo apoyado en una oratoria torrencial. Pero con eso no se ganan las elecciones, mucho menos se crece en votos en forma constante. Algo bien tiene que haber hecho. Comparemos: en 1998 fue elegido por primera vez con 3.673.685 votos (56.20%) y su rival, Henrique Salas Romer, obtuvo 2.613.161 votos y el 39.97% del total; dos años después en el 2000 Chávez obtuvo 3.757.773 votos equivalentes al 59.76% del total y Francisco Arias Cárdenas alcanzó los 2.359.459 votos y el 37.52% del total de los votos emitidos; en el año 2006, Chávez 7.309.080 votos y el 62.85% y su adversario Manuel Rosales obtuvo 4.292.466 votos y el 36.91% del total de los votos, ahora – al escribir esta nota – no tenemos el recuento final, pero obtuvo 8 millones de votos y el 54%. Fue sin duda la elección más reñida. . . pero le sacó 10 puntos a toda la oposición unida. Su discurso de triunfo desde el balcón del Palacio Miraflores reconoció el gesto de la oposición y su hidalguía política, abrió la posibilidad de diálogo y de la búsqueda de un nuevo clima político de convivencia y demostró que esa imagen que pretenden atribuirle de un político de barricada y de pasiones intempestivas es falsa, o al menos parcial. Y no se trata del clima caribeño, de la idiosincrasia particular de los venezolanos, demostró que es un político muy refinado e inteligente. Pero sólo con eso no se ganan elecciones. Después de 14 años de gobierno, donde una generación entera prácticamente no conoce los anteriores gobiernos, para obtener esos resultados hay que hacer, hay que obtener resultados.
A Chávez lo vota de manera abrumadora una parte muy importante de la sociedad venezolana, los pobres, los humildes y los que fueron saliendo de la pobreza y de condiciones miserables de vida por la obra de sus gobiernos. Es cierto que ganó en 20 estados, de los 24 que forman Venezuela, pero la distribución social es muy clara, en particular en Caracas. Chávez hizo mucho, sino no hay explicación posible a estos resultados. Nos resulte simpático, nos guste su estilo o tengamos diferencias con su discurso y su política. Es además un cambió cultural, ideológico y político trascendente para Venezuela y para toda América Latina. Todos conocemos a Venezuela por sus inmensos recursos naturales, hidrocarburos y minería. No los descubrió Chávez, los resultados de la exportación de esos recursos fueron durante décadas saqueados por las empresas transnacionales y generaron una sociedad profundamente injusta, en 1996 el 70.6% de los venezolanos vivía bajo la línea de pobreza. Y a nosotros los uruguayos en el año 2002 nos parecía una barbaridad el 36% de pobres, pues en Venezuela eran el doble, en el país con la mayor renta petrolera de la región.
Petróleos de Venezuela, Sociedad Anónima (PDVSA) fue creada en enero de 1976 y en el año 2005 fue catalogada como la tercera empresa petrolera a nivel mundial y clasificada por la revista internacional Fortune como la empresa número 35 entre las 500 más grandes del mundo. Actualmente, la petrolera -a través de su único accionista, el estado venezolano- posee las mayores reservas petrolíferas del mundo, alcanzando -a finales de 2011- una suma total certificada de 296.500 millones de barriles, que representan el 18% de las reservas mundiales de este recurso. La empresa espera -luego de finalizar la cuantificación de las reservas de petróleo en la Faja del Orinoco- incrementar aún más esta cifra, de acuerdo con lo estipulado en el «Proyecto Magna Reserva». Al finalizar dicho proyecto, Venezuela deberá poseer reservas probadas con un total cercano a 316.000 millones de barriles.
Lo que Chávez hizo fue volcar una parte fundamental de esos recursos hacia políticas sociales, el 43.2% del total del presupuesto está destinado a la construcción de viviendas sociales, políticas de salud, de educación, multiplicando por cinco el número de docentes, que pasaron de 65 mil a 350 mil, el índice Gini que mide la distribución social de la riqueza es de los más justos de América Latina y entre 1996 y el año 2010 logró la mayor reducción de la pobreza de toda América Latina, según la CEPAL. A todo ello hay que agregar una constante y creciente inversión en infraestructura, en puertos, carreteras, ferrocarriles, represas, gasoductos y oleoductos. Venezuela tiene una tasa de desocupación estadística muy baja, de las más bajas de América Latina. El proceso de redistribuir de manera tan drástica la riqueza, nunca es indoloro, sobre todo cuando el 20% más rico de la población de Venezuela acaparaba de diversas formas una riqueza enorme mientras el 70% eran pobres. Revolver ese esquema duele.
De todas maneras el 44% del voto de la oposición unida demuestra que las heridas y la resistencia en la sociedad venezolana van más allá que una simple operación de matemática social. Hay heridas, hay fricciones y tensiones muy grandes. La más grave de todas es la inseguridad, es el país de toda la región donde los niveles de criminalidad han crecido de manera más dramática y evidente. Y no es casual que este haya sido un tema central de la campaña de la oposición y en especial de la derecha. El otro aspecto que genera constantes roces es sin duda el de la eficiencia, el de la calidad de la gestión de los recursos. Lo mencionó el propio Chávez en sus discursos y en el discurso del triunfo. Una parte de la inversión social se desperdicia en la ineficiencia y en zonas de corrupción. Pero los venezolanos le renovaron el crédito a Chávez por otros seis años más. Incluso con una enfermedad tan compleja como la que padeció.
Los electores también le transmitieron mensajes más complejos. Hay que atender a sectores muy amplios de las clases medias que se han colocado de la vereda de enfrente por errores e insuficiencias del propio proceso. Pero si nos quedáramos en lo obvio, en lo cómodo aquí podría terminar la interpretación. El mensaje se lo transmitieron los 6.500.000 millones de votos opositores pero también los 8 millones de votos propios que quieren que el país siga cambiando, siga redistribuyendo, siga creciendo con más justicia social y que en este largo camino las grandes mayorías populares sigan mejorando aunque ello afecte los grandes intereses históricos de los ricos. Porque no todo se puede hacer conformando a toda la sociedad. Ese también es un mensaje a la hora de elegir. Chávez ha demostrado que es además de un luchador incansable y temible, un político que entiende a su gente, su humor, su sensibilidad, sus necesidades y sus sueños.
La derecha llora, se queja, o se ha quedado muda. En Venezuela y en el resto del mundo. Y eso tiene su enorme valor y es un mensaje muy claro.
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