Iba a volver a escribir sobre la eutanasia. Pero Raúl Ronzoni, en su columna de Búsqueda, es tan clamo y tan contundente en favor de la ley que, como no puedo plagiarlo, cumplo con recomendarlo. Sobre todo a aquellos que tienen dudas pero que no se dejan convencer ni se amilanan ante el ruido de las posiciones dogmáticas. Explica e informa sobre la normativa vigente que ya reconoce en alguna forma ese derecho y por otro lado afirma que la eutanasia se aplica aquí desde siempre, como todos lo sabemos.
Es lo que pasó con la legalización del aborto. No estoy a favor del aborto, pero siempre he defendido la necesidad de legalizarlo, de dar garantías y validez jurídica a una situación de hecho. En el pasado promoví investigaciones y la publicación de amplios – y pioneros – informes sobre la realización de abortos » clandestinos» en Uruguay. Es decir, más o menos clandestinos porque había clínicas en pleno centro o a metros del Obelisco o del Hospital Militar.
No eran para pobres ni para jóvenes con escasos ingresos. Estos tenían que buscar algunas » casas en donde se hacían» en zonas periféricas de la ciudad, o viajar a algunas ciudades del interior. Las condiciones de higiene, en casos dejaban mucho que desear y no siempre se contaba con las garantías mínimas en cuanto a profesionalidad. Los riesgos eran muy grandes y los hechos lo confirmaban.
En aquellos informes – Mercedes Sayagues trabajo mucho y muy bien – se daban las cifras de los abortos que se hacían por día y por año en Uruguay y también de cuántas muchachas morían. Eran cifras abultadas. Era y es una realidad. Con la legalización se hace justicia y se abren instancias para considerar alternativas, para hacer ver otros panoramas, sin caer, por supuesto, en fundamentalismo o pretender avasallar las libertades y derechos de los progenitores.
Creo que fue un avance. No solo en cuanto al respeto de los derechos de cada uno, si no en cuanto a facilitar y dar solución a temas que existen, haya o no haya ley. Están ahí.
Asimismo considero que es un avance el proyecto sobre eutanasia (algo timorato, incluso), tanto como lo la ley de cuidados paliativos. Esto último es valiosísimo y puedo dar fe de ello. En una ocasión debí recurrir a esos servicios y realmente me ayudó mucho y me alivio más, en todos los planos.
Pero una cosa no quita la otra. Si la razón para querer morir es el sufrimiento físico y el tratamiento te alivia los dolores, no creo que nadie insista con la idea.
No se trata de ello únicamente, hay muchas otras razones que justifican la iniciativa parlamentaria que da forma y vía legal a algo que existe y que con ley o sin ley no va a cambiar. La inequidad no es tan flagrante como con el aborto, pero la hay.
Además está en cuestión la libertad del individuo. Sí, la libertad de cada uno. Quien no lo crea que es así, que no usen de esa libertad, pero que no abusen queriendo imponer sus verdades absolutas, más que razones, al resto. Cada uno es libre de creer lo que quiera o en lo que quiera. Pero por sobre todo, cada uno es dueño de su vida y nadie le puede privar del derecho de, incluso, darle una causa a su muerte.
Puede ser por cansancio y hasta por aburrimiento, pero en la gran mayoría de los casos es por generosidad, generosidad con los demás y en particular por generosidad, solidaridad y por amor por los seres queridos. Y también, todas las veces, por respeto por uno mismo
– UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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