NO RETROCEDER, PARALIZARSE / Por Esteban Valenti

Podía dejar pasar el referéndum para hablar de este tema, pero no solo hay un discurso de balance de parte del Presidente de la República, además varios largos, interminables reportajes y declaraciones permanentes. Y la gravedad del tema no refiere solo al referéndum, sino a algo mucho más importante: a la estrategia de desarrollo del gobierno y del país. La polémica luego de las múltiples apariciones de Lacalle Pou se centraron en lo inmediato, en el manejo totalmente parcial de las cifras a su antojo, del olvido de datos fundamentales, como el empobrecimiento de todos los que viven de su salario o de su jubilación, que son la gran mayoría de los uruguayos, del no cumplimiento de promesas básicas de su campaña electoral, como el aumento de precios y en particular de impuestos y de los combustibles, pero para mí lo más grave es que este es un gobierno del corto plazo, de lo inmediato, de tiro corto, en un mundo que más que nunca necesita estrategias, miradas largas.

Expone bien, gesticula bien, aborda los argumentos con frases precisas y por lo tanto, es un buen comunicador. Y ha ido mejorando, pero eso no cambia en absoluto, al contrario, agrava el fondo del problema: habla mucho, habla bien, pero hace poco, muy poco y no piensa ni elabora hacia el futuro. Su límite es la LUC o como mucho, un nuevo Hospital de Clínicas para el 2030. Patético.

Incluso sus promesas son tan cortas y sin vuelo que van acostumbrando a la sociedad que eso es gobernar y eso es hacer política. Se escuda detrás de la vacunación y ahora desde hace pocos días de la invasión de Rusia a Ucrania. ¿Qué otra justificación encontrará?

Los resplandecientes espejos de hace algunos meses se han opacado rápidamente, por ejemplo el TLC con China o en general la apertura hacia otros mercados y una supuesta ruptura de las restricciones del Mercosur. Nos estamos quedando sin el pan, sin las tortas y solo con el humo.

Que la convocatoria a las fuerzas políticas a través del rector de la Universidad sea para analizar la construcción de un nuevo hospital para dentro de 8 años, da lástima. Estamos hablando de menos de 150 millones de dólares y sin embargo, no se le ocurre decir una palabra sobre lo que sucederá en dos, a lo sumo, tres años con las obras que mueven las agujas por el nivel de las inversiones y por el impacto en la producción, la exportación, la logística nacional: UPM2; el Ferrocarril Central y el viaducto en el puerto de Montevideo. Obviamente no se le ocurre siquiera hablar de la entrega del puerto de Montevideo, luego del pronunciamiento de los juristas del Tribunal de Cuentas. Es impecable e implacable. El monopolio lo pondrán en funcionamiento a partir del 1 de abril, después del referéndum.

Todo lo circunstancial es bochornoso, las promesas, las cifras de los aumentos de precios contra los aumentos de salarios y jubilaciones e impuestos, la rebaja de las inversiones públicas (de las más bajas de las últimas décadas) y en la educación, pero ellos se sienten protegidos por las encuestas.

Cuando se terminen las vacunaciones como único mérito del gobierno, además, natural, de ayudar en todo lo posible a los poderosos, al quintil (20%) más rico de la sociedad que son los que aumentaron en medio de la crisis de la pandemia sus depósitos de más de 100 mil dólares en la banca nacional e internacional ¿qué van a inventar para el «relato» o mejor dicho, «el cuento»?

¿Usted en todos los discursos recientes escuchó algo sobre cuál es la estrategia nacional para los próximos 3 años, pero que apunte al mediano plazo?

¿Escuchó o sabe algo de los contenidos de la reforma de la educación y de las inversiones necesarias, de la reforma fiscal y de la previsión social, de la política y la inversión en ciencia y tecnología, de qué sucederá cuando se terminen los salarios solidarios con el empleo, cuáles serán las prioridades en las inversiones públicas y privadas, que no sea revolotear en los viajes, los méritos de gobiernos anteriores y poco más?

En materia de inserción internacional, además de las promesas postergadas sine die, cuál es la política para afrontar los cambios inevitables que se vienen en el mundo, aumento de las materias primas y su impacto positivo en un pequeño sector uruguayo de exportadores y negativo para la mayoría abrumadora de la población, por los combustibles y la inflación. ¿Escuchó algo?

¿Además de la ciudad universitaria, de los 136 liceos y UTUS que prometió Talvi, ahora se transformaron en 135 artículos de la LUC? ¿O hay algo más que puro relato?

Cuando un discurso se centra en anteponer los números a los relatos, es fundamental que los números sean completos, ciertos y que brinden el panorama en su conjunto y que, si no hay relato, haya futuro. Y lo que brilló por su más absoluta ausencia es precisamente el futuro.

No retroceder es una de las consignas preferidas de los partidarios del NO, pero parece que su proyecto es quedarse estancados, bien estancados y nada más.

No hay anuncios de política para las cadenas agroindustriales y para el sector agropecuario. ¿Estarán esperando una nueva sequía para hacer algo?

No hay nada para el sector forestal, solo ignorarlo y hacerse los desentendidos.

En materia de infraestructura, solo los 7 aeropuertos, que son una derivación del pasado, del remate hecho por Jorge Batlle y la relación del operador con los gobiernos del FA, nuevo, casi nada.

No hablemos de política portuaria porque es para el gobierno caminar en terreno minado y bombardeado. Tampoco de política ferroviaria.

Flamear los TLC obligaría a mirar y planificar sobre política industrial y comercial. Y no hubo nada de nada.

En un mundo que obligado por la pandemia, por la guerra, por el armamentismo que se nos viene encima, por el cambio climático con su fuerte impacto en el medio ambiente y en la vida sobre el planeta, con los nuevos desafíos sobre el mundo del trabajo, de las nuevas tecnologías ¿el país no se merece, no necesita una reflexión más profunda, más estudiada, con las luces largas bien prendidas? Pues el discurso del presidente apenas prende las luces de posición y nada más.

¿Se puede substituir la reflexión, el estudio, la capacidad de recurrir a todo el potencial nacional en estos momentos tan diferentes, con los discursos y los reportajes simpáticos, entradores e interminables?

¿Hay alguna proporción entra tantas apariciones públicas, a todos los niveles y los hechos, los resultados, las obras, los planes serios y bien estudiados? Sí, en la vacunación.

Lo que agrega gravedad a la situación es que se hacen enormes esfuerzos de comunicación para convencer a una gran parte de la sociedad de que vamos bien, lo mejor posible. Y es falso totalmente.

No solo no vamos ni económica, ni socialmente bien, excepto para un sector muy reducido de la sociedad, sino que lo peor está por venir. Porque lo que esperan es ganar el referéndum para desatar «las reformas», el monopolio de los contenedores y del manejo del puerto por los belgas; el fin de los salarios solidarios y su impacto en el empleo; el aumento a paridad de importación de los combustibles todos los meses; profundizar la distribución de la riqueza a favor de los que ellos creen que deben ser los inversores, es decir, los que acumulan ganancias y capital; seguir reduciendo el déficit público a costa de mantener la baja de los salarios públicos y jubilaciones y de las inversiones, del presupuesto nacional en la educación, la salud y en todo lo que esté a su alcance.

Y en cuanto a las cifras que el presidente se olvidó:

¿Recuerdan cuánto hablaron y patalearon durante años sobre la deuda pública en % sobre el PBI?

En el año 2019 la deuda pública bruta era del 60.8%, en el 2020 alcanzó el 74.4% y en el 2021 fue 73.4%. Un aumento brutal.

En cuanto a la deuda pública neta (deuda menos las reservas) en % sobre el PBI.

Año 2019 era del 30.6%, en el 2020 saltó al 36.5% y en el 2021 se mantuvo en el 36.5%, aunque el PBI creció del 4.5%

Menudo olvido en el florido relato del presidente.

¿Será que los uruguayos, o una parte importante, estamos dormidos?

  • UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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