El pasado 7 de agosto, falleció el compañero Ariel Delbono. Ariel fue un histórico de los medios de comunicación uruguayos, fue un hombre comprometido con sus ideas y la sociedad; un ser humano excepcional, fue un gran compañero, un gran padre, un muy buen amigo de los amigos… fue esencialmente una buena persona.
Ariel nació en Tacuarembó, donde comenzó su tarea de comentarista deportivo. Quiso haber sido futbolista, era loco por el fútbol, pero a los 11 años una fiebre reumática lo alejó parcialmente de las canchas, pero no lo alejó del fútbol, porque tiempo después comentaría su primer partido Tacuarembó-Cerro Largo y sería este el inicio de sus 47 años de comentarista deportivo. Carrera que inició como decía en Tacuarembó, en radio Zorrilla de San Martín y continuó en Montevideo en CX 32 y de allí pasó a Radio Sarandí. A partir del año 1982 comienza su carrera en Radio Universal como comentarista, puesto que ocupó hasta su retiro de la profesión el año pasado. También participó del programa televisivo Estadio Uno. En esta profesión lo recordaremos de diversas maneras.
Sin duda su famoso “hay olor a gol” no se olvidará más, era un sello personal; tampoco se olvidará su actitud en el desempeño de la profesión, y para eso sus propias palabras lo describen: “Siempre traté de ser medido y ecuánime. Durante toda mi carrera fue así. Pienso que quien empieza con un comentario duro, es un comentarista de poco andar, termina rápido su carrera. Yo, en cambio, traté de decir mi verdad con mesura y por eso llegué a donde llegué”.
Cuando, por recomendación médica, decidió dejar la práctica del periodismo, su salud ya no estaba nada bien, pero esto fue algo que nunca lo achicó; él sabía compartir su andar con las enfermedades y de alguna manera iba preparando a todos para su posible ausencia.
Padeció múltiples afecciones cardíacas: operado del corazón, hizo un infarto cerebral, motivo por el cual tuvo que aprender a hablar de nuevo, ¡justo a él para quién la palabra era tan importante! Deja el ejercicio del periodismo deportivo, pero siguió trabajando al frente de la Comisión Honoraria contra la Violencia en el Deporte en representación del Ministerio del Interior; con sus clases de periodismo deportivo en un instituto privado y en la Intendencia de Montevideo, en la Secretaría de Deportes. Ariel compartió la tarea de periodista con la de abogado, profesión que dejó de ejercer, según cuenta él mismo en una entrevista periodística, “porque tenía un gran problema: no sabía cobrar cargo de los gastos.”
Ariel era un hombre comprometido con sus ideas. En sus épocas de estudiante, fue dirigente de la Asociación de Estudiantes de Derecho. En esas épocas vivía en un departamento que está arriba de un conocido bar de frente a la Universidad. No tenemos porque ocultar que era un militante frenteamplista y integrante de la lista 90, también representaba al Partido en comisiones, charlas y debates sobre los temas de deportes y otros temas políticos. Participaba en la Unidad de Deportes de la Comisión de Programa del Frente Amplio. Era, sobre todo, voluntariamente en cada tarea que se le pidió, participó en muchas comisiones de apoyo solidario. Debemos reconocerle que cuando lo llamó, José Díaz, el ex Ministro del Interior para integrar la comisión de violencia en el deporte, rápidamente se puso a disposición, desempeñándose con enorme responsabilidad y entrega. Tarea que realizaba por el único hecho “de que nos gusta el deporte, porque asumimos esto como deportistas, y también como un desafío desde el punto de vista político, para tratar de sacar la situación adelante. Sabíamos que la violencia en el deporte, así como también en el resto de la sociedad, era uno de los problemas más duros que teníamos para combatir.”
Era puntual y siempre trabajó con respeto y humildad. Era un hombre bueno, conciliador, siempre mirando para adelante y sobre todo pensando en el futuro de niños y jóvenes. En oportunidad de la aprobación de la Ley de “prevención y erradicación de la violencia en el deporte”, cuando desde algunos ámbitos se le encontraban “peros, puntos y comas”, no se cansaba de repetir que “Es muy difícil encontrar algo perfecto, es muy difícil conseguir el hombre vitruvio que consiguió Leonardo en su pintura. “ Era de los partidarios de hablar, hablar y hablar para encontrar puntos en común, para encontrar acuerdos.
En una entrevista que se le realizó con motivo del retiro de su profesión de periodista deportivo comentaba: «De todas mis enfermedades salí con mucho amor propio y ganándole a la muerte. Tres veces vi el túnel, con las luces en el fondo. Se siente esa tranquilidad, te vas yendo, como que navegas pero en un momento yo dije: no, no quiero. Me quedo». Se quedó con nosotros lo más que pudo, el domingo se fue, navegando tranquilo, como vivió. Lo recordaremos como él quería, “sólo recordándolo”; volviéndolo a pasar por nuestro corazón.
Senadora Mónica Xavier
(UyPress)
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