El 6 de noviembre de 2012 se realizaron las elecciones en Estados Unidos, donde el actual presidente Barak Obama, candidato del Partido Demócrata obtuvo un triunfo frente a su oponente del Partido Republicano, Mitt Romney. Los porcentajes indican un 51% para el reelecto Presidente y 48% para Romney. Las cifras muestran que el ganador obtuvo un apoyo mayúsculo de las minorías que habitan el país norteamericano. Para saber el significado de este acto eleccionario en esta potencia mundial, la actitud de los votantes y las relaciones de nuestro continente con el gigante del Norte en el futuro, TACUAREMBO 2030 consultó en forma exclusiva al catedrático universitario Jorge Majfud, quien participó en el acontecimiento electoral como columnista en cadenas televisivas estadounidenses.
¿Qué significará el nuevo triunfo de Barak Obama para la sociedad estadounidense?
– Significará la confirmación de un recambio generacional; la decadencia de la ola conservadora de los años ochenta en casi todas las áreas de la vida social; leyes más liberales y más sociales como la ley de salud universal y más conflictos entre las cámara baja y la de senadores, al menos hasta el 2014; una posible reversión de la tendencia a recortar impuestos a la clase más rica que básicamente procede de los primeros años de la administración Bush hijo. Es probable que se apruebe una nueva ley de inmigración en los próximos dos años que de un camino a la legalización de casi doce millones de indocumentados y facilite la residencia con títulos de posdoctorado a nivel de PhD. En suma, una segunda presidencia más arriesgada que la primera.
¿Por qué los ciudadanos optaron por Obama y no por Mitt Rommey?
-Ninguna minoría social votó por Romney y los republicanos todavía no aceptaron un hecho de la realidad que nadie puede cambiar: el mapa demográfico de Estados Unidos ha cambiado, como muchas otras veces, y lo que ha dejado como resultado es que las minorías son la mayoría del país. Cualquier minoría apoyó a Obama con mayorías que pasan el sesenta o setenta por ciento. Por lo que he percibido, una buena parte votó por lo que consideraban el menos malo, lo cual es algo lógico y casi la norma en cualquier elección de cualquier país más o menos democrático o con un sistema electoralista. También una gran mayoría de mujeres votaron por Obama, lo que reduce aún más el perfil del votante republicano, dominante en las décadas anteriores: hombre, blanco, religioso y poco sofisticado intelectualmente. Es un estereotipo, sí, pero sirve para tener una idea de la etapa anterior y del cambio. Por otro lado claramente la opción fue planteada entre dos visiones ideológicas: la de los demócratas, insistiendo en el rol de los trabajadores y maestros y del Estado como agente de cambio, de planificación e inversión, como en los casos de las grandes automotoras salvadas en el 2009, cuando Romney aconsejaba dejarlas quebrar para ajustarse al dogma del libre mercado. Por el otro lado los republicanos, insistiendo en que el éxito de una compañía o de un individuo se debe únicamente a sus propios méritos, por lo cual la idea de Obama de que el éxito de uno implica obreros, profesores y un Estado aportando una infraestructura y equilibrando una sociedad, sería ridícula.
Por esta razón los republicanos todavía intentan revertir el proyecto de salud universal (Obamacare) y continúan proponiendo todo tipo de privatizaciones, incluso del Seguro Social, invento de Franklin D. Roosevelt en los treinta que actualmente se autofinancia solo. Para hacerlo más breve, recordemos que una semana antes de las elecciones golpeó Sandy en el Noreste “la tormenta perfecta” dejando una gran devastación. Si Katrina en el 2005 sirvió a los conservadores para hacer todo tipo de especulaciones religiosas, Sandy pudo haber sido un gran golpe de suerte para los republicanos, ya que golpeó el área tradicionalmente más liberal del país. Pero el resultado fue totalmente el contrario. Por dos razones, creo. Primero porque se vio que el Estado, a través de FEMA era el único capaz de enfrentar situaciones del estilo, a pesar de la propuesta de los republicanos de privatizarla en compañías privadas. Segundo, entiendo, es una demostración de la debilidad del discurso conservador y religioso a más puro estilo medieval, que en otras épocas era decisivo.
¿Qué diferencias sustanciales había entre ambos candidatos?
-Depende desde dónde se los mire. Muchas y muy pocas. Por un lado si un presidente no es un dictador seguramente tendrá un poder muy limitado. Por otro lado, un presidente en una superpotencia que está rodeado de más poderes e intereses económicos corporativos, tiene esos poderes aún más limitados. Tenían claras diferencias de personalidad. Uno millonario que decía que si un estudiante era pobre debía pedirle un préstamo a su padre en lugar de recurrir al Estado y el otro venido de una familia que cincuenta años atrás hubiese sido ilegal, debido a las leyes segregacionistas. En fin, una larga lista de diferencias en sus historias y en sus habilidades personales.
Siempre se habla que el corporativismo juega un papel importante en la elección del Presidente de Estados Unidos, ¿es tan así? ¿Hasta adonde alcanza?
-Hasta dónde alcanza es algo imposible de saberlo. Todo poder es siempre como un iceberg. Si no fuese así no estaría completo. Estas últimas elecciones costaron billones de dólares y si repasamos las listas de donantes veremos muchos individuos con donaciones de muchos millones de dólares. Ni que hablar las corporaciones. Fácilmente se puede entender que las grandes empresas cuando ponen fortunas en una elección lo hacen como inversión. Es el espíritu que las define y las mantiene donde están. Por supuesto que si alguien invierte en algo luego querrá retornos, y en política no es difícil imaginar que esos retornos están en las leyes que se aprueben o en los capitales estatales que se inviertan. Según esas listas, las corporaciones apoyaron más claramente a los republicanos. No se puede decir que perdieron, pero sí que su poder no es absoluto.
El tema emigratorio escaseó en el discurso electoral, ¿fue así? ¿Y por qué?
– Sí. Porque los ilegales no votan y porque el discurso conservador antinmigrante estaba algo gastado. Alguna gente ha dejado de comprar ese discurso erróneo de que los inmigrantes ilegales son una carga para el Estado o un peligro para la seguridad nacional. Desde hace décadas los estudios indican precisamente lo contrario, pero es imposible mencionar estudios académicos a grupos que están mentalmente formados en la obligación de creer a sus líderes y pastores y en la demonización de la crítica, la duda y el cuestionamiento. Pero los números también indican que estos grupos más radicales vienen disminuyendo desde hace al menos veinte años.
¿Cómo es la participación latina en la campaña electoral? ¿Y por qué se vuelcan a favor de Barak Obama?
-Los latinos son más apasionados por los asuntos políticos que los anglosajones. Esto tiene sus aspectos positivos y negativos que podríamos discutir en otro espacio. Votaron por Obama porque se sintieron más identificados con un representante de una minoría que en lugar de demonizar a los pobres, como es la tradición calvinista, insistió, al menos en su discurso y en algunos proyectos de leyes, en que el Estado puede ayudar a aquellos que sin nada, tienen la potencialidad y la voluntad de esfuerzo. Por otro lado, los latinos han sido tradicionalmente demócratas por diferentes razones. Incluso la comunidad cubana de Miami sur ha cambiado su perfil, y de ser votantes republicanos han votado a los demócratas. Lo cual confirma otro recambio generacional. En lo personal (y no por este cambio en Miami) espero algunos cambios importantes en las relaciones Cuba-Estados Unidos, con todos los beneficios y los riesgos que este cambio va a significar. Por parte de Washington y de La Habana.
En Uruguay la ciudadanía participa apasionadamente de las campañas electorales, ¿es similar en Estados Unidos?
-Estados Unidos es un país muy extenso y muy diverso en muchos sentidos, desde el cultural hasta el ideológico. La población anglosajona muestra su pasión de formas más esquematizada: hay un espacio y un momento para todo. Lo negativo, entiendo, es que este interés por la política luego de las elecciones se convierte a veces en falta de conciencia política, sobre todo en los negocios internacionales. En los países latinos el carnaval suele ser más desordenado e impregnarlo todo, lo cual es un problema. El mayor problema es cuando la política (me refiero a la política partidaria) impregna hasta el ámbito laboral y le quita profesionalismo a otras áreas sociales, cuando no estimula la corrupción. Otro problema que hemos tenido en América Latina desde los tiempos de la colonia es la cultura del caudillo, del jefe: se critica pero se tolera y se practica el caudillismo y cada hombre o mujer que asciende a poder político rápidamente se enamora de él y busca todos los recursos para mantenerse allí por todos los medios y con todas las buenas excusas posibles, lo cual es un cáncer para la cultura democrática.
¿Qué debemos esperar los latinoamericanos de esta nueva administración Obama?
-No deberíamos esperar nada. Ese sería mi consejo. No es necesario esperar nada de los demás sino proponer cosas, proponer e impulsar cambios (sin cambios no existe ninguna democracia) y exigir un trato digno. Que los demás lo traten a uno con dignidad, respeto y de acuerdo con las leyes en curso no es un beneficio que nos hacen sino el cumplimiento de obligaciones recíprocas. Es muy simple. Si uno quiere ser respetado debe comenzar a respetar y respetarse a sí mismo. Lo mismo las sociedades y los países.
¿Cómo visualiza el Presidente Obama la actual situación sudamericana? Teniendo en cuenta la UNASUR y la gravitación de países como Brasil o la propia Venezuela en el actual concierto mundial.
-El principal comprador del petróleo venezolano es Estados Unidos. Sin embargo, debido a las nuevas tecnologías de extracción de petróleo no convencional (otra materia de discusión), Estados Unidos se convertirá en uno de los mayores productores de petróleo en las próximas décadas, lo que podría cambiar algunas piezas en el ajedrez geopolítico. Las mismas inversiones en el nuevo petróleo de Brasil, que se ha anunciado con tanto entusiasmo en la última década podrían perder algo de su brillo, aunque esto es sólo una opinión de alguien que no es un experto en la materia. De cualquier forma siempre hay que esperar cambios y sorpresas en el mapa de intereses internacionales. Más allá de todos los nuevos grupos de países y todas las buenas declaraciones que cada tanto tenemos, América Latina debe seguir invirtiendo en su gente y terminando con la cultura del ponguismo. Si tiene memoria, también debería desconfiar de sus balances en negro debido a las exportaciones de materias primas. Esto ya lo hemos visto varias veces antes.
Sospecho que Obama no tiene a América Latina como prioridad, lo cual no es bueno ni malo. Depende de sus propuestas, que no son muy debatidas aquí. América Latina y Estados Unidos tienen mucho más en común de lo que creen ambos. De hecho una parte de Estados Unidos es América Latina y no sería la cultura un obstáculo para el relacionamiento interregional como podría serlo con China, por ejemplo. El mayor obstáculo será que Estados Unidos cambie su actitud paternalista y termine por liquidar los vestigios del intervencionismo y por su parte América Latina logre superar un sistemático rechazo a todo lo “americano”, rechazo y resistencia que tienen reales sustentos históricos pero que no pueden quedarse estancados en ellos. No existe “el americano” como no existe “el argentino” o “el brasuca” a secas. Esas son construcciones provincianas que más allá de las razones concretas (como las políticas intervencionistas ya señaladas) son fantasmas que sólo aportan malentendidos e incomprensión. Por eso se cura con un mayor diálogo intercultural, es decir entre una relación más abierta y desprejuiciada entre iguales.
¿Y Uruguay cuenta para algo en esta visualización?
-No sé si lo que cuenta Uruguay en el Mercosur no es más que con un valor simbólico, o casi simbólico. Lamentablemente la historia más lejana y la más reciente confirman que lo que cuenta es el poder de cada país y éste procede de su poder económico, como lo entendía la democrática e imperialista Atenas hace veinticinco siglos. Ahora está de moda medírsela. Cada país justifica su éxito y su fracaso por su PIB o por el crecimiento anual de su PIB. Creo que Uruguay debería preocuparse más por la calidad de vida se sus ciudadanos. Un pequeño país como el nuestro tiene mucho que enseñar todavía. Como he expresado antes, su escala y la relativa buena educación de sus ciudadanos lo hace apto para retomar una olvidada tradición de experimentos sociales. Podría enseñarle a muchos países, por ejemplo, que invertir en la gente sin recursos además de justo, humano y razonable es también el mejor negocio que pueda hacer un país. Lo cual no quiero decir que se deba dar limosnas. Todo lo contrario: el país debe tener una política de inversión en la cultura del trabajo y la creatividad. Y premiarlos
Entrevista de Gustavo Bornia (tacuarembo2000@adinet.com.uy)
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Jorge Majfud Albernaz, nació en Tacuarembó, el 14 de setiembre de 1969, se graduó en arquitectura en la Universidad de la República de Uruguay y se doctoró en Literatura Hispánica en la Universidad de Georgia (EE.UU). Ha sido profesor en la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica, de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Georgia y en la Universidad Lincoln de Pennsylvania. Reside desde 2003 en Estados Unidos donde se desempeña como escritor y profesor de Literatura y Asuntos Hispánicos en Jackonville University (Florida). En el 2012 publicó la novela Crisis, el libro de ensayos Cyborg, un texto de investigación académica El eterno retorno de Quetzalcoalt y participó en el prólogo, traducción y notas en el libro Ilusionistas de Noam Chomsky. Sus artículos son publicados por Milenio de México, La Republica de Uruguay, Huffington Post de EE.UU-España, Pagina/12 de Argentina, RTVE de España, entre otros. Tanto sus libros como sus artículos han sido traducidos a varios idiomas y ha dictado conferencias en distintas partes del mundo.
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